viernes, 4 de julio de 2014

Capítulo 10: Cuando la verdad salió a la luz

En ese mismo instante estábamos los dos en el suelo. El subido a mi pecho propinándome un puñetazo detrás de otro. Rápidamente conseguí volcarle e intercambiar las posiciones. Me llevé la mano a la nariz y estaba sangrando. Con rabia le asesté un golpe con el puño cerrado en el pómulo.
-¡Déjelo ya por Dios! ¡Se van a matar!- gritaba con la voz cortada
-¡¿Ya has aprendido?!-le gritaba a Carlos
El padre Francisco consiguió separarnos. Pero Carlos calló fulminado al suelo. Rápidamente fui hacia
él para ver lo que le había pasado.
-¿Lo has matado?-preguntó nervioso el padre Francisco
-No... se ha... se ha desmayado aún respira- le informé
La lluvia caía acompañada de truenos. Las campanas a lo lejos marcaban cada momento, cada segundo y cada instante. El padre Francisco miraba nervioso el cuerpo de Carlos que yacía en el suelo.
-Déjele. Necesita reposo padre
Francisco se derrumbó abatido en el sofá de aquel salón.
-¡No aguanto más en este lugar!-gritó con todas sus fuerzas
-Le he jurado que vamos a salir de aquí hoy
-Yo no creo en su palabra. Las puertas están cerradas no conseguiremos salir de aquí nunca. ¿Sabe qué?, prefiero encontrarme con el señor ahora mismo.
-Confíe en mí padre-le cogí la mano- Hoy, saldrá usted de aquí. Voy a preparar unas tilas, enseguida regreso.
Fui a la cocina. Yo tampoco soportaba esta situación.
Tenía que escapar.
Preparé agua en la cazuela y la puse a hervir. Vertí el agua en dos vasos y les puse a cada uno una bolsita de tila.
-Ya traigo la tila padre.- le dije con una sonrisa
-No creo que consiga calmarme...
Me senté enfrente de él. Dejé la bandeja encima de la mesita.
-Bueno padre... ¿trabajó muchos años al servicio del señor?
-Se puede decir que desde que era un niño. Me crié con unas monjas, nací sin padres, uno murió en la guerra y mi madre falleció tras darme a luz.-confesó
-Y dígame una cosa padre, ¿Cómo expían los pecados?
-Pues... nosotros confesamos nuestros males actos al señor
-¿Y los pecados...mortales?
-¿A qué se refiere?
-Asesinatos concretamente
-¿Insinúa que yo...?
-No insinúo nada, yo solo digo la verdad padre
-Yo no sé...- empezó a ponerse nervioso
Saqué de mi bolsillo mi cartera. La abrí por uno de sus recovecos y saqué una foto.
-¿Lo reconoce?- le dije enseñándole la foto
Su mano temblante hizo derramar parte de la infusión al suelo.
-Vamos, seguro que sabe quién es, hemos hablado mucho de él mientras hemos estado aquí
-Es... el... alcalde ¿no?
-Exacto, pero usted sabe más
-Yo le... juro que no... que no... he visto a ese hombre en mi vida
- Seguro estoy de que al señor no le gusta que mienta
Permaneció callado sin decir nada.
-Iba bien Francisco, es el alcalde de Castillar de la Roja, pero, ¿Se ha olvidado de que Alfredo era mi hermano?
Su tembleque consiguió hacer que la taza se le resbalase de las manos.
-Mi hermano, desapareció hace quince años, de hecho, hoy se cumplen esos quince años. Pero mi hermano no desapareció, fue asesinado ¿sabe? Mi hermano fue asesinado por alguien de los que aquí el señor Mr Wood ha invitado.
-Es... us... usted el señor...
-¿El señor Mr.Wood? Efectivamente, ¡Por fin se ha dado cuenta! Pero eso no es lo importante ahora-reí-Usted asesinó a mi hermano ¿verdad? Pero no lo hizo usted solo... Mi hermano quería derribar la abadía pero usted no lo podía permitir, pero no era el único que no podía permitir que mi hermano hiciese eso. Carlos, le ayudó a matar a mi hermano. Lo asesinaron y lo escondieron fingiendo así que... había desaparecido. ¡Eso es!
-¡Es usted un demente!- me gritó
-Un demente... al que le arrebataron a un hermano
-¡Yo no hice nada de eso! ¡Es usted un loco!
-Shhh callesé padre... no esta bien mentir
En ese instante cogí una cuerda y le ahogé.
-Hoy saldrá de aquí padre. Hoy se acaba todo. Hoy usted paga por sus pecados.
Pronto dejó de respirar. Sí era un asesino, pero mereció la pena. Ahora solo me quedaba un invitado más que iba a despertarse ya por lo que calculaba que terminaría el efecto del sedante que le había puesto en la comida.
Tumbé al padre Francisco en el sillón.
Enseguida Carlos despertó.
-Mmm ¿qué ha pasado?
-¡Carlos! ¡Ayúdeme rápido! ¡Mr.Wood ha entrado en la casa y ha asesinado al padre Francisco!-mentí
-Al final lo has conseguido ¿no? te has salido con la tuya...
-Creemé lo mejor aún está por llegar Carlos-reí
-¿Qué me has hecho?- preguntó desorientado
-Es un sedante. Pero ya se le está acabando el efecto tranquilo.
-¡Estás loco!
-Shh así no vas a disfrutar del momento
Cogí unas cuerdas y le até a una silla. Coloqué una silla enfrente de él.
-Mr.Wood va a terminar lo que empezó. Pero antes quiero enseñarte algo.
Abrí una carpeta azul claro que reposaba encima de la mesita de las tilas.
-¿Sabes quién es ella?
-No tengo ni idea
-¿Porqué mientes? Sales con ella en la foto. Contraté a un detective para que os siguiera, pero tras entregarme las fotos misteriosamente rechazó mi misión. Tu mataste a mi esposa ¿verdad?. Os siguó la noche en que se enteró que planeabais matar a mi hermano, el alcalde de Castillar de la Roja.
-¡Yo no la maté!
-¡¡Mentira!!-dije mientras le di un puñetazo-¿Tampoco mataste a mi hermano no? ¡¡¿NO?!!
Saqué una jeringuilla y un botecito con un líquido.
-¿Sabes que es esto?- le dije mientras sonreía - Es veneno de viuda negra
-Estás loco...
-Ya lo sé, pero no puedo escapar, nunca he podido
Le inyecté el veneno y luego le dije:
-No sufras, pronto saldrás de aquí Carlos...
Subí a mi habitación y rebusqué en mi maleta las latas de gasolina que había traido.
-¡Maldita sea! ¿Dónde están?
Rápidamente di con ellas.
Impregné todas las habitaciones y todos los lugares de aquel mugriento hotel donde fue asesinada mi mujer, en su hotel, ¡En el hotel de mi Susana! Bajé y también impregné el comedor, la cocina, el recibidor... Todo.
Carlos ya estaba dormido. También impregné el jardín. Luego entré y fui tirando cerillas encendidas de fuego por todos los rincones.
-¡Hasta pronto!- dije mientras salía de allí y  veía como todo ardía.
Me monté en mi coche y salí de allí, la misma canción que cuando llegué sonaba en la radio. Cuando llegué a mi casa aparqué el coche en la calle y subí por las escaleras. Abrí la puerta y me dejé caer en la butaca mugrienta. Había acabado con todo... con todos los culpables de la muerte de mi hermano. Elaboré una lista con todos los sospechosos que podrían haber matado a mi hermano y les cité para averiguar la verdad eso fue todo.
En ese instante sonó el timbre. Miré por la mirilla, era el vecino.
-¿Qué quieres?
-Han echado esta carta por error en mi buzón y...
-¡Traiga!- dije arrebatandosela de las manos
Cerré la puerta de un portazo.
Era un sobre cerrado. Me acordé de cuando dejé en los buzones las invitaciones incluso en el mio propio. Me senté de nuevo en la butaca, y me masajeé la sien. Después de un largo rato abrí la carta sin remitente que decía lo siguiente:
Querido Diego:
Han pasado quince años. Quince años desde que tuve que hacer lo que hice para salvar a tu mujer de tus garras, de su infierno, de su mal. En realidad no estoy muerto, ni desaparecido. Tampoco lo está tu mujer Susana. Todo fue un plan perfecto para sacarla de su vida. Tu hermana se enamoró de mi cuando la saqué de tu casa aquel día en que tu... la echaste así que fingimos con ayuda de la policía mi desaparición y su muerte en el hotel. Gracias también al detective que contrataste creyendo que tu mujer tenía un amante. Carlos también participó en el plan, espero que ahora no la pagues con él. Sé que tal vez esta carta te extrañará pero era justo confesarte esto, al menos decirte que estamos bien.

Att: Alfredo y Susana.

No dije ni una palabra. Me levanté y encendí la radio. Una canción de mi cantante favorito sonaba. Saqué de mi bolsillo aquel frasco con la jeringuilla. Aún quedaba un poco. Lo terminé. Al principio todo se veía borroso, luego me quedé sin oir la canción. En un rato todo se oscureció. Todo había terminado.

domingo, 5 de enero de 2014

El Séptimo invitado: Capítulo 9 :"Una pieza más para el rompecabezas y una estatua de un elefante de madera"

-¡Maite! ¡Maite!-gritaba mientras dos lágrimas caían de mis mejillas
-¿Cómo ha podido?- dijo Francisco con una mezcla entre terror y tristeza ante la situación
Me limpié las lágrimas y grité:
-¿Porque no me matas ahora a mí?- pude decir mientras los sollozos me entrecortaban las respiración
-Venga conmigo, tranquilícese... - intentó calmarme el padre Francisco
-¿Rosa? ¿Rosa? Despierte...- le decía Carlos
-Ya lo han oído. El culpable de todos los crímenes está aquí fingiendo lástima por Maite... -pude gritar con desesperación
-No estamos seguros...- me interrumpió Francisco
-No me vengan con falacias... el asesino nos ha hecho creer a todos que viene de fuera...- dije
-¡Cálmese!- me dijo Carlos
-¿Maite?...-preguntó tímidamente Rosa que volvía en sí 
-Ha fallecido...-dijo con actitud triste Carlos
-¡No ha fallecido! ¡La habéis matado! Uno de vosotros la ha matado...- dije mientras le acariciaba el pelo y no cesaba de llorar.
-Yo soy un hombre de Dios... soy inocente-se excusó Francisco
-Yo... no sería capaz de matar a nadie...- dijo Rosa con los ojos llorosos
-¿Y usted? ¿No dice nada?...- pregunté a Carlos
-No la he matado...¡ yo no soy ningún asesino!-se enfureció mientras venía hacia mí
- A lo mejor el asesino es usted- dijo mientras me agarraba de la pechera
-¡Yo no he matado a nadie!- le dije mientras le empujaba
-¡Paren ya!- intentó remediar el conflicto el padre Francisco
-Yo no permito que me llame asesino...- me amenazó
-Ni yo que usted me acuse de algo sin razones... 
-¡Basta!- dijo Rosa- Aún no se puede demostrar nada.... ¿Porque no le ponen fin a esto de una vez? Acabemos con este infierno.
-Yo no pienso dormirme... puede matarme- dijo Carlos mientras me miraba con desprecio
-¡Yo no soy ningún criminal ya se lo he dicho!- fui hacia el de nuevo
Este me propinó un puñetazo y exclacmó:
-¡No te me acerques!
-¿Porque me culpa tanto a mí? ¿Quiere cargarme con el muerto?-dije mientras le devolví el puñetazo
De repente el padre Francisco nos enganchó a los dos y nos sujetó bien
-¡Ahora se van a estar quietecitos!- dijo furioso- Y de aquí no se mueve nadie, hoy vamos a acabar con...-
-¡Quietos ahí!-interrumpió Rosa
Tenía un cuchillo en la mano, un cuchillo con punta afilada y con sierra. Nos estaba amenazando.
-¿Qué hace Rosa?-dijo echo una furia Carlos
-No se lo que hacen ustedes... lo único que se es que yo no he matado a Julia ni a niguna persona de aquí-se acercó amenazantes a nosotros
-Pero ahora me van a explicar que es todo esto... y me van a confesar quien de los tres es Mr.Wood...
-Rosa... por favor suelte ese cuchillo, sé que todos estamos un poco alterados pero...
-¡Cállese! Ya estoy cansada de oír tonterías-me interrumpió
-Yo no soy Mr.Wood se... se lo juro- se excusó nervioso Francisco y se escondió detrás de Carlos
De repente soltó el arma, y cayó en el suelo a llorar desconsoladamente.
-No puedo más... ¡No puedo más!-decía llorando desesperada
-¡Menos mal! ¿Que quería? ¿Matarnos a todos? ¡Maldita loca!- le dijo Francisco
-Y usted... sepa que no le quitaré ojo de encima-me dijo Carlos
-Ni yo a usted... me parece que quiere cargarnos con los muertos a todos los demás¿ no?
-Rosa... venga cálmese- intenté tranquilizarla-le juro, que hoy saldremos de aquí todos... sea como sea- terminé de decir mientras me respondía con un empujón arisco.
-Sólo quedamos nosotros tres... han muerto cuatro personas a manos del mismo asesino-repasó Francisco
-Eso ya lo sabemos padre- le respondió ariscamente Carlos
-¡Pues entonces no tiene razón alguna para acusar a nadie!- le cortó burscamente Francisco
-Todos tenemos relacion con Alfredo... solo hay que completar el rompecabezas estoy segura...-dijo Julia mientras se reponía de sus lloros ahogados.
-Voy a subir un momento arriba... a la habitación de Maite, tal vez si miramos en sus casos encontraremos porqué necesitó sus servicios
-Usted no va a ninguna parte solo...- me amenazó con los ojos llenos de ira Carlos
-Bueno... entonces suban conmigo- les indiqué
El aire se respiraba tenso... subimos sin decir palabra alguna hacia la habitación de Maite.
-Ahí está su maleta- me indicó Carlos
-¡Ábrala!- insistió Francisco
-Aquí solo hay... ropa, unos collares, varias inyecciones de adrenalina... ¡Ajá!- exclamé mientras sacaba una carpeta pesada
-Rosa... ¿Hace cuantos años desapareció el alcalde?
-No me acuerdo del día... pero era por 1998...
-Quince años...-dije mientras buscaba entre los casos
-¡Ahí! ¡Mire!- me dijo Rosa
-¿Qué dice?- preguntó impaciente Francisco
-Mmmm parece que le estaba llevando unos trámites de ayuntamiento...-dije mientras lo leía por encima
-Quería demoler la vieja abadía del bosque... de la leyenda- dijo Francisco cuando pudo atisbarlo
-¿Pero porqué?- pregunté
-Mire hay una hoja adjunta- dijo Rosa
-¿Que dice?-preguntó Carlos
Cuando pasé de página pude observar que era una denuncia de acoso, pero alguien había tachado perfectamente los nombres del acusado, y no era hace mucho, porque aún la tinta estaba húmeda.
-¿Que pone?-Preguntó Francisco preocupado
-Puedo leer que Alfredo, el alcalde de Castillar de la Roja, denunciaba a una persona por acoso...-al parecer le amenazaba diciéndole que si derribaba la abadía moriría...
-¿Quién le amenazaba?-preguntó Carlos
-No puedo leerlo estan tachados todos los datos...-maldije con lástima
-Seguro que ese alguien está aquí con nosotros...- dije
-Y lo ha tachado para limpiar su pecado...-dijo el padre Francisco
De pronto sentí que todo me venía a la cabeza e hice un amago de caerme al suelo.
-¿Se encuentra bien?- me dijo Francisco
-Sí, pero necesito tomarme la pastilla antes de que la migraña haga de las suyas...- dije mientras me llevaba la mano al ojo izquierdo
Fui hacia mi habitación y todos me siguieron.
-¿Seguro que está bien?- me preguntó Rosa
-Sí... es un dolor de cabeza eso es...- el dolor me interrumpió
-Tómese la pastilla y descanse anda...- me dijo con voz suave Francisco
-¿Pensáis dejarle aquí solo? ¡Si es un asesino!- volvió a sus andadas Carlos
-¡Basta ya! Primero culpabas a Maite y ahora quieres culparle a él ¿Porque no dejas de cargar el muerto a otros y reconocer que has sido tu?
-¡Bueno déjenlo ya!-se enfureció Francisco
-A veces hay bajar a los infiernos para recuperar nuestra inocencia...-masculló Carlos
Tras esto se fueron todos abajo.
Dormí plácidamente durante unas horas. Lo intenté varias veces hasta que la migraña disminuyó un poco y pude cerrar el ojo sin aplastarlo con la mano para no sufrir. Miré mi móvil... seguía sin cobertura y estaba apunto de agotarse la batería. Encendí la luz para buscar el cargador de mi maleta y ahí estaba. Decidí retomar la lectura sobre el libro del alcalde y para mi sorpresa descubrí que le faltaba una página cuyo capítulo se titulaba "Mi mano derecha" Era la primera hoja donde presentaba a su mano derecha. Seguro que alguien la había arrancado y se había desecho de las pruebas...
Tenía dos candidatos, o Rosa su secretaria o el tío misterioso que había intentado acusarme. La duda se resolvió sola. Salí con mucho sigilo y rebusqué bien en su habitación. Por los cajones, debajo de la almohada, en su maleta... pero ni rastro de ello. Por último probé en los bolsillos de su chaqueta y en efecto allí estaba bien doblada la hoja. Pude leer la identidad verdadera de la mano derecha del alcalde.
De repente oí unos pasos tras de mí, intenté salir pero no pude. Alguien cubría mi espalda. Me giré lentamente atemorizado y pude ver ahí a Carlos.
-Parece que no se encontraba tan mal como nos dijo...
-Yo.. yo- tartamudeé
-Usted es un mentiroso...
-¿Qués lo que pasa aquí?-dijo de repente Francisco que había llegado
-Lo que pasa aquí es que Carlos nos ha engañado todo este tiempo...-dije mientras desdoblaba la hoja
-¿Qué es eso?-se preguntó Francisco
-Carlos si que conocía al alcalde... ¿verdad? Concejal de juventud y tiempo libre- le dije lleno de rabia
-Yo... yo ¡Deje de meter las manazas en mis asuntos!- me dijo mientras se abalanzó sobre mí
.¡Dejen de pegarse!- dijo Francisco
-Ahora ya tenemos una pieza más en el rompecabezas- dije mientras le miraba desafiante
De pronto las luces se apagaron de nuevo. Rosa emitió un ruido estruendoso y fuimos abajo a buscarla.
Gracias a Dios pudimos bajar a tiempo y las luces volvieron.
-¿Está bien Rosa?- le dije
-Sí... solo es que me había asustado-contestó
-Te vas a asustar cuando oigas la verdadera identidad de Carlos...- le dije
-Nuestro querido amigo era la mano derecha del alcalde, concejal de juventud y tiempo libre
-Si, conocía a Alfredo y era concejal en su ayuntamiento, no se lo dije antes porque me iban a acusar del asesinato, pero yo no soy el asesino, no soy Mr.Wood...
Miré el reloj ¡Se había hecho tardísimo! Eran las nueve y media y la cena estaba sin servir.
-Bueno, tendremos que preparar algo para comer ¿no?-dijo con chulería Carlos
-Vamos a enterrar a Maite ¿y usted piensa en comer?-le dijo con desprecio Francisco
Fueron diez minutos el sepelio. Pero a mí se me hicieron eternos...
Los platos estaban servidos, un buen estofado se había currado la señorita Julia. 
-¿No come?- me preguntó
-No tengo ganas de cenar... acabamos de enterrar a otra persona más- ahora que sé que uno de ustedes la ha matado solo quiero que el asesino escuche, como le llegue a descubrir sabrá lo que es bueno- dije con un tono amenazante.
De repente la luz se apagó.
-¿Otra vez?- preguntó extrañada Rosa
-Son los plomos han saltado con esta tremenda tormenta- dije 
-Voy a por mi teléfono, alumbraremos un poco esto hasta que la luz vuelva...- dijo Carlos mientras su respiración aumentaba a causa de los nervios.
-¡Usted no va a ninguna parte sin mí!- le corté el camino
-No empiecen otra vez...- nos calmó Francisco
Pero el me empujó hasta la puerta, de repente oímos una campanada a lo lejos... que marcaban las diez.
Las luces volvieron...
Y otra vez el horror se adueñó de nuestras almas...
Rosa yacía en el suelo, con un rastro de sangre bajo su cabeza, al lado se encontraba tirada la estatua con la que le habían golpeado, un elefante hecho de madera, también manchado de sangre.
El padre Francisco se persignó y Carlos soltó un alarido de horror.
Mientras fui a atenderla. 
Hay otra carta...
-"El final se acerca"- pudo leer en la carta con el semblante más pálido que la luna Francisco.
Uno de nosotros... es el asesino
-¡Le juro que le mato! antes de que usted me mate a mí-estallé de furia contra Carlos

 




sábado, 21 de diciembre de 2013

"El Séptimo invitado" Capítulo 8: "Un descubrimiento, un intento de asesinato y un adiós inesperado"

Muerta. Estaba muerta. Todos miraban histéricos a Julia que yacía en aquella silla.
-Está muerta- comuniqué tras tomarla el pulso
¡Otra vez ha vuelto a actuar! ¡Ese maldito psicópata!-dijo histérico Francisco
-No debimos venir a esta casa nunca- dijo Maite entre sollozos
-Yo me voy ahora mismo- dijo Carlos mientras se dirigía hacia el jardín
Todos fuimos tras él y cuando este agarró la valla se quedó pegado a ella a causa de la electricidad. Cayó al suelo desplomado.
-¡Carlos!- grité y fui tras él
Los demás también me siguieron afuera.
-Tranquilos. ¡Respira! Sólo está incosciente-dije- llévenselo, túmbenlo en el sofá enseguida le atiendo.
-¡El asesino ha vuelto a matar!- se alteró Francisco- ¿Cómo quiere que nos tranquilicemos? ¡Podría ser el siguiente!
-¡Julia! ¡Julia! - sollozaba a gritos Rosa mientras intentaba reanimarla
-Tenemos que resolver el enigma antes de que Mr.Wood vuelva a actuar- dijo Maite
-Estoy con usted. Sólo quedamos cinco, ya ha habido dos muertos ¡Hay que acabar con esto!- dijo Julia
-Cierto, pero para ello, debemos aclarar nuestro nexo de unión ¿Qué nos relaciona?- pregunté- Ya sabemos que sólo Maite y Rosa parecían conocer a el hombre misterioso de la foto, alguien más tiene que conocerlo
-Entremos, vengan- dijo Francisco.
-¿Qué ha pasado?...- dijo Carlos que volvía en sí
-¡Carlos! Gracias a Dios que usted despierta- le dijo Maite- Tenemos que aclarar el enigma para salir de aquí antes de que ese tal Mr.Wood vuelva a matar.
-Como hemos podido comprobar, el asesino viene de fuera, ha roto la ventana y ha asesinado a Julia con una flecha- observó Rosa
-El asesino no puede venir de fuera- apuntó Maite- No hay forma de salir del hostal, tampoco de entrar, la verja está electrificada
-Por eso mismo puede entrar perfectamente, el generador se encuentra fuera del hostal y puede desactivarlo a su antojo- le respondió Carlos, que parecía que se encontraba mejor.
-¡Un momento!- dije- Acabo de encontrar que es lo que unía a Julia al hombre de la foto
-Miren todos- les dije- ¿Ven aquí esa esclava dorada que tiene en la muñeca?- me dirigí a Julia- es la misma esclava de Julia. ¡Miren! hasta tiene una inscripición "A ti Alfredo, para un amor imposible de alcanzar, de tu amor inalcanzable. Julia"
-¿Eran marido y mujer?- dijo Rosa
-No, si no llevarían un anillo en lugar de una alianza- respondió Francisco
-Se trata de un amor imposible- aclaré- eran amantes
-Así que por eso estaba tan rara Julia antes de su muerte- se sorprendió Maite
-¿Creen que el asesino lo descubrió y por eso la mató?- interrogó Carlos
-Es muy posible- dije
-Cierre la puerta anda, que luego me entra un costipado tremendo- dijo Francisco
-Ya no hace ese ruido espantoso, menos mal- dijo Carlos
-El hombre misterioso de la foto se llamaba Alfredo...- comentó Rosa
-Alfredo Arias Díaz, alcalde de Castillar de la Roja- nos dijo Maite tras coger el libro que estaba leyendo Julia
-¡Claro! ahora lo recuerdo trabajé para él un tiempo, pero fue hace tantos años ya que no recuerdo muy bien que es lo que me pidió-confesó Maite
-Yo también trabajé para él ¡Era su secretaria! Ya no lo recordaba, sólo trabajé unos meses para él.... después no volví a saber de él.- comentó Rosa
-¡Miren!- Señaló Francisco al libro "Memorias de un buen alcalde"-- y miren por quién está editado
-Julia, era su editora y amante -dije anonadado
-Entonces ya tenemos un nexo bastante sólido que une a tres personas ¿Pero y a nosotros qué nos une?- se preguntó Francisco
-Eso es lo que tenemos que averiguar- le dije
- ¿Y qué tiene que ver el alcalde en todo esto?- se preguntó Carlos inquieto
-Algo nos relaciona con él ¿Rosa porqué no supiste nada de él?- le pregunté
-Un día vino la policía al ayuntamiento. Me preguntó si había visto a Alfredo yo le dije que salió hacia unas horas y no había vuelto- me dijo- no me acordaba por eso no os lo dije antes
-Claro, ¡que excusa más barata! Es usted la asesina- le acusó Carlos
-No empiecen otra vez, no tenemos pruebas- les tranquilizó Maite
-Habló, la que mató a Miguel- le reprochó el padre Francisco
-¡Basta ya!- estallé-si queremos conseguir salir de aquí habrá que resolver el enigma
-Entonces se nos relaciona con la desaparición de el alcalde- dijo Maite
-Eso parece.
Pasó así la medianoche. Otra noche sin dormir. Hicimos lo mismo, le dimos sepultura a Julia.
-Otro entierro más- dijo Francisco apenado
-Es domingo- dijo Rosa mirando por la ventana-
-Mr.Wood dijo que pasaríamos aquí un fin de semana- se lamentó Maite
-Me parece que seguiremos encerrados como animales de circo hasta que resolvamos el enigma- dijo Carlos mientras fue a la cocina.
-Yo no pienso dormir más, no quiero ser el siguiente- se aterró Francisco
-¡Como pille a ese malnacido se va a enterar!- dije irritado
-Son las cuatro de la mañana- bostezó Maite
-Duérmanse si quieren yo mismo continuaré la guardia- dije con tono de valentía
-¿Está loco? ¿No ve que acaba de cometerse otro asesinato?- dijo el padre Francisco mientras me zarandeaba como intentando reanimarme
-Les aseguro que no me dormiré, se lo juro- afirmé
-Yo me quedaré contigo- me dijo Maite
-¡No! No me perdonaría jamás que te pasase algo- le respondí
-Por favor Diego- me miraba
-Duerme tranquila Maite, no pasará nada, además seré el primero en despertarte
Después de mis palabras todos subieron a dormir.
Empecé a leerme el libro que había dejado Julia, era el libro del alcalde de Castillar de la Roja, narraba todo sobre su vida. Llegué a la mitad del libro y me aburrí de tanto politiqueo. Leí una frase que citó en uno de sus capítulos que me resultaba familiar, se la había oído decir a alguno de los anfitriones pero no recordaba a quién.
Saqué mi móvil del bolsillo, eran las seis y cuarenta y tres.
-A las siete despertaré a Maite- me dije
De pronto mis ojos empezaron a cerrarse, pero enseguida me espabilé. Me preparé un café y seguí observando el libro. Me quedé ensimismado mirando el agujero descomunal de la ventana. Fui hacia la cocina para ver si había algo con que taparlo. Y en efecto encontré un trozo de madera raído y viejo de una de las baldas de una despensa ancha y antigua. Probé a ver si cabía en la ventana y encajaba perfectamente. Salí a buscar un martillo y cuatro clavos al jardín, recordaba que había visto una vieja caseta junto al cubo metálico.Entré y busqué un interruptor. No había ninguno. Alumbré con el móvil en aquella caseta solo había una estantería más raída aún que la de la cocina.
Una caja de herramientas se escondía en la cuarta balda y rebusqué. No había ningún martillo, cogí una llave inglesa y cuatro clavos que encontré, uno de ellos oxidado por el tiempo.
Pero de pronto la puerta de la caseta se cerró. Al principio creía que había sido el viento pero, mis opiniones cambiaron de parecer cuando alguien me atizó en la nuca y caí inconsciente en el suelo, todo se volvió oscuro.
-¡Diego!- oí a lo lejos
-¡Diego! ¿Puede oirme?- volví a oir
-Mmmm...- murmuré
-Está volviendo en sí- escuché
Mis ojos se abrieron poco a poco, al principio borrosos y luego empezaron a clarear.
-Por poco le perdemos- pude ver esta vez a Rosa
-Incorpórese venga yo le ayudo- me dijo Francisco
-¡Menudo susto nos has dado! Sobre todo a la pobre Maite... - me dijo Carlos
-¡Maite!- salí corriendo para la casa.
Allí estaba Maite, entre sollozos en el sofá con las manos sobre la cara.
-¡Diego! ¡Estás vivo!- me abrazó
-¡Maite! ¡Creía que no iba a volverte a ver!- reí
-No vuelvas a salir ahí de noche Diego- me aconsejó Carlos
-Sí y menos con el perturbado de Wood fuera acechando- acompañó Rosa
-Venga que le vendo la herida, sé algo de medicina, de joven estuve en un convento por muy poco tiempo, fui el boticario y al hermano Constantino le pasó algo igual cuando un cirio le cayó encima en plena misa, acompáñeme.
-Nosotros prepararemos el desayuno- dijeron Maite y Rosa al unísono
-Yo voy a clavar estas tablas a la ventana- dijo Carlos
Subimos a su habitación y me sentó en su cama.
-A ver... ¡Aquí están! la venda y las tijeras- rió- últimamente estoy que nos estoy
-He tenido suerte, un poco más y hubiera acabado enterrado en el jardín
-Pero el señor no lo ha querido así- dijo mientras cortaba el trozo de venta
-¡Que crucifijo más bonito! me da la sensación de que lo he visto en otra parte
-Seguramente lo haya visto en me lo regalaron en el convento. Una vez salió en el periódico un reportaje
-¿Que tiene escrito?- le pregunté
-"Deum meum,lucem" es latín "Dios ilumina mi camino" significa. Esto ya está- dijo cortando el pedazo de venda.
-Voy a coger un cuaderno de mi habitación y bajo padre- le dije
Fui a mi habitación y cogí un cuaderno de notas que había traído en el bolsillo. Guardaba algunas recetas en él y no sería mala idea hacer el pastel de hojaldre y miel que solía hacer mi madre. Pero mi mirada se detuvo. Había una raja en la nuca del muñeco que me representaba. El corazón se me detuvo un momento luego reaccioné y bajé.
Un olor a café me invadió la nariz.
-¡Hay que ver que bien huele!- dije
-Siéntate Diego un café caliente te reconfortará- me dijo Maite
-¡Por cierto tengo que coger mi inyección antes de empezar! El bolso está en la recepción- dijo mientras se dirigía hacia allá
Un pequeño resbalón la derribó. El padre Francisco corrió a ayudarla
-¿Está bien?
-Sí solo ha sido...- se quedó mirando fijamente al suelo y luego dijo- una caída tonta
Tras rebuscar en su bolso dijo: -Aquí no está mi inyección, voy a subir arriba están en la maleta.
-¡Qué buen desayuno!- exclamó Carlos
-El café es una vieja receta de la familia- le respondió Rosa
-¿Y estos bollos? ¿También?- le dije
-No, estos los saqué de la despensa
-Ya estoy aquí- dijo Maite- estaba más pálida de lo normal
-¿Se encuentra bien?- preguntó Francisco
-Sí estoy bien, ya encontré mi inyección- dijo con la voz entrecortada- pero... terminen de desayunar- hay algo que quiero comunicarles.
Terminamos de desayunar a toda prisa y Maite comenzó a exponer su idea
-Ha bastado con una caída tonta para descubrir una pista que aclara muchas cosas..
-¿El qué?- la interrumpió Carlos
-Pues que el asesino de el monje, no existe.
-¡¿Cómo dice?!- se alteró Francisco
-No existe, nos ha hecho creer a todos que viene de fuera, cuando en realidad, el asesino está aquí, con nosotros sentados a la mesa.
-¿Qué dice?- dijo Rosa y después se desmayó
Fuimos a atenderla y Maite siguió.
-Unas manchas de aceite me hicieron descubrirlo, el asesino descubrió que las bisagras de la puerta rechinaban al abrirse y las engrasó para poder salir de la puerta, así nos hizo creer que...- empezó a toser
-¿Qué?- se apresuró Francisco
-Que... - siguió tosiendo esta vez se ahogaba
-¡Maite!- le dije y fui hacia ella
-Soco... ayuda...- decía
Se desplomó en el suelo. Comprobé su pulso. Estaba muerta.




miércoles, 20 de noviembre de 2013

El Séptimo Invitado Capítulo 7: "Nuevas Pistas"

Y así se tornaba la tarde. Por una parte estaba tranquilo porque el asesino no podría entrar, si es que venía desde fuera claro. La parte que me trastornaba era pensar que el asesino estuviese dentro, con nosotros. Entonces si que no nos podríamos fiar de nadie y habría que encontrarlo pronto antes de que volviese a actuar.
-Por lo menos hoy dormiremos tranquilos- respiró Maite
-O no tan tranquilos- le respondió Rosa
-Esperemos que esta noche no haya ningún crimen más- añadió Francisco
-Volveremos a las guardias nocturnas- insistió Carlos
-Hoy me toca a mí vigilar junto a la puerta- dijo Julia
-No se preocupe ya vigilo yo-  insistió de nuevo Carlos
-No, ayer le tocó a usted. Además ya no podré dormir tranquila... me llevaré un libro... sí un libro.- respondió mientras se incorporaba del sofá.
-Son las cinco de la tarde, ¿Os apetece un café?- dijo Rosa
-Bueno, pero bien cargado si no le importa- dijo Carlos. Acto seguido se dirigió hacia la cocina.
-Yo voy a por mi inyección, quiero tenerla a mano para no tener que subir una y otra vez- me dijo Maite
-Voy a traer unas pastas que tengo, las hacen las Hermanas de Santa Luisa, las compré de camino.- añadió Francisco.
Quedamos solos Julia y yo en aquel sombrío salón. Estaba bastante preocupada por algo, pero no sabía muy bien por qué.
-¿Le ocurre algo?- le pregunté
-Pues que echo de menos a mi familia. Les dije que les llamaría. La verdad es que salí bastante enfadada. Habíamos discutido, mi marido y yo, y bueno le dije que necesitaba un respiro y me iría de fin de semana.- me confesó
-¿Y no sabe entonces donde estás?- le pregunté preocupado
-No. No les dije nada. Solo le dije a mi marido que le llamaría al llegar. Tampoco le di muchas explicaciones, habíamos discutido y... bueno, no se por que le atosigo con mis problemas.- dijo y acto seguido se levantó y añadió
-Voy a salir un rato a tomar el aire, necesito respirar
-Te acompaño no quiero que  vayas sola puede ser peligroso- le dije antes de que saliese
Al abrir la puerta un enorme crujido salió de las bisagras de la puerta que me encogió el alma de arriba abajo.
Nos sentamos en el porche. Y después de un sordo silencio entablamos una conversación.
-¿Usted cree que saldremos de aquí con vida Diego?- mi miró preocupada
-No se nada Julia... si le soy sincero yo también estoy asustado. Sólo de pensar que hay.... un criminal suelto... se me hiela la sangre.- le dije mientras me frotaba los brazos a causa del frío.
-No se... yo creo que estamos dando palos de ciego con nuestra investigación, aunque yo tengo varias teorías...
De pronto un sonido nos interrumpió, ella salió despavorida  y yo salí de mi desconcierto y la seguí. Procedía de la parte de atrás de la casa. Al parecer algo se había caído en el cubo metálico de basura donde había unas hojas podridas.
-Habrá sido el viento-añadí
En ese momento sonaron las campanas. Daban las ocho. El cielo se oscurecía y un relámpago volvió a anunciar la lluvia.
-Será mejor que entremos...- me dijo
Cuando nos dirigimos a entrar al hostal, el horror volvió a invadirnos. Otra carta lacrada se encontraba en la ranura de la puerta.
-Otra vez... No es posible ¡Estábamos aquí los dos!- le dije
-En un minuto que nos hemos despistado... el viento nos ha echo perder al asesino- me respondió- o tal vez el mismo asesino.
-Entremos tenemos que informar a los demás- dije con desesperación
La puerta volvió a crujir y cerré con la llave. Estaban todos tomando café.
-Oigan, el asesino viene de fuera- les dijo Julia
-¿Cómo dicen?- se sobresaltó Carlos
-¿Lo han visto?- añadió Maite
-No.Un ruido nos ha distraído y cuando hemos vuelto la carta estaba metida en la ranura de la puerta.
-Bueno a que esperan ¡Léanla!- gritó histérico Francisco.
Abrí de nuevo el sobre lacrado. Y vi lo que había dentro. Esta vez no era una carta. Era una fotografía de un hombre de mediana edad, vestía de traje y corbata. Sus ojos eran marrones como el castaño, tenía un rostro robusto, y una tímida barba le crecía.Pero tenía una cruz a rotulador rojo en la cara. Un escalofrío se adueñó de mi cuerpo. Por suerte no éramos ninguno de nosotros.
-¿Le conocen?- pregunté
-Yo no he visto a ese hombre nunca- contestó Francisco
-Yo creo recordar que no le conozco- añadió Carlos
-Yo tampoco. Pero no se me da la impresión de que tal vez le haya visto- dijo Maite
-A mí no me suena, a lo mejor le conozco. Se parece a uno de mis jefes. Pero no sé que tiene que ver con...
-Yo... tengo que buscar, una cosa esperen.- dijo Julia más nerviosa que antes
-¿Y usted no le conoce?- me interrogó Francisco
-No. Pero puede ser que esta sea nuestra conexión. Este hombre puede ser lo que nos une a todos o a algunos cuantos.- dije- Puede ser que algunos no le recuerden, pero hay dos personas, o mejor dicho tres. Ya tenemos una conexión tal vez encontremos otra entre los que no tengamos ninguna relación con este hombre.
Y así pasó la tarde. Entre cafés y recuerdos. Pero nadie salvo Rosa y Maite parecían conocerle. Julia no bajó en toda la tarde así que subía  a ver si le sucedía algo.
-Enseguida bajo, voy a ver que tal se encuentra Julia.- les informé
Subí por las escaleras, su habitación estaba en el ala derecha. El hedor del cadáver de Miguel era insoportable, tenía que enterrarle lo antes posible.
Cuando llegué vi a Julia tumbada en la cama, leyendo su libro y con un montón de papeles.
-¿Se encuentra bien?- le pregunté
-Sí, estoy un poco revuelta, eso es todo. Intento relajarme en la cama  en un rato bajaré no se preocupe- dijo con un aire de nerviosismo
Cuando bajé les dije a todos que teníamos que dar sepultura al pobre Miguel. Y así se la dimos y el padre Francisco ofició la ceremonia. Su último adiós. Cómo iba a imaginar que acabaría su vida así de esa manera tan horrible.
Se tornaron las diez y Francisco se encargó de la cena con la ayuda de Maite. Todo fue delicioso. Prepararon un excelente besugo con salsa marinera y patatas rellenas. Después Francisco nos presentó su postre.
-Son unas pastas, aprendí a hacerlas en mi seminario- dijo orgulloso.
Después de cenar charlaron un poco entre ellos, y Carlos nos ofreció otro concierto de piano. La verdad es que tenía gran maestría. Pero siempre tocaba canciones tristes.
-Creo que va siendo hora de que nos acostemos- dijo acompañado de bostezos Rosa
-Sí, además me acaba de dar la reuma y necesito descansar bastante- dijo Francisco
-¿Entonces seguro que se queda usted a la guardia nocturna?- preguntó Carlos a la temblorosa Julia
-Sí, tengo que comprobar algunas cosas de mis escritos- añadió nerviosamente
Después de sus palabras nerviosas nos fuimos a acostar. Había sido un día duro. Teníamos una nueva pista, una foto de un hombre que relacionaba a dos personas, bueno a tres, porque estaba convencido de que Julia también le conocía.
Abrí mi cama, y me tumbé. Mi móvil quedó sin batería y lo puse a cargar. Encendí la lampara de noche y me puse a leer un libro que había traído en mi maleta. Lo tenía en el coche, debajo del asiento, y me dispuse a leerlo.
-¿Que lee Diego?- oí
Era Maite estaba en mi habitación.
-¡Qué susto me has dado!
-Perdón no era mi intención- rió
-Es un libro sobre empresas. Pasa no te quedes ahí.- la dije
-¿Estás mejor Maite?
-Sí me encuentro algo mejor. Pero bueno sigo preocupada por que no se si saldré con vida de aquí- se derrumbó
Después de un rato la conseguí calmar. Entablamos una larga conversación que duró hasta las doce y tres.
-Eres un cielo- me dijo
-Tu también eres una bella persona
Algo hizo que me fijase en su mirada. En ese momento vi a Susana. Era igual que ella. Y el amor hizo de las suyas, y la besé. Pero enseguida me aparté.
-No, no puedo Maite.- la detuve
-No si ha sido culpa mía. Bueno, espero que me pueda perdonar- dijo triste
-Sí, es sólo que no puedo enamorarme.
Después de estas palabras se fue cabizbaja. Apagué la lámpara y el sueño me golpeó fuertemente.
Pero de pronto alguien me despertó.
-¡Despierte! ¡Vamos despierte Diego!- me gritaba una voz
-¿Que pasa?- dije aturdido por el sueño
Cuando abrí los ojos descubrí que era Rosa. Estaba llorando.
Me agarró del brazo y me llevó al recibidor del Hostal. Estaban todos asustados al rededor de Julia, inmóvil.
Cuando me acerqué pude ver mejor lo que había pasado. Habían roto la ventana, habían asesinado a Julia. Tenía una flecha clavada en el pecho.


jueves, 7 de noviembre de 2013

Capítulo 6: "Buscando respuestas"

Bastante nerviosos estábamos todos ya. Los acontecimientos habían cambiado bastante, tampoco es que antes se pudiera tocar la normalidad, pero ahora las cosas habían cambiado radicalmente. Alguien que nos odiaba bastante nos había metido allí en ese hostal perdido de la mano de Dios. Y además... teníamos más cerca a un asesino de lo que creíamos. Un despiste más y uno de nosotros... le haría compañía a la misma muerte.
Pero había que ponerse serios y buscar respuestas. Algo teníamos que encontrar ¿Por qué a nosotros? ¿Quien? y sobre todo ¿qué relación existe entre todos nosotros?
Bajé hacia el salón ha hacer compañía a los demás. Entré sin decir palabra. Menudo cuadro había montado, Maite estaba más histérica aún. El padre Francisco caminaba indeciso de un lado para otro, el sonido de sus zapatos rompía el tenso silencio, Carlos posaba los dedos con especial delicadeza sobre el piano, también se le veía nervioso pero lo intentaba ocultar y lo disimulaba mejor que Julia que miraba hacia ambos lados con la mirada perdida y Rosa que no se despegaba de la ventana.
-Escúchenme todos, ya sé que estamos todos muy nerviosos, pero debemos avanzar, buscar respuestas. Sobre todo cuando hay un asesino...
-La única asesina que hay en este hostal es ella- me interrumpió Carlos apuntando a Maite con su dedo índice
-Yo... os lo juro- suspiró- no he hecho nada.... - gimoteó
-Claro, llegaste y te lo encontraste muerto ¿Quién se va a tragar semejante soez?- reprochó alzando la voz el padre Francisco.
-Mirad. Sé que es difícil creer a Maite, pero ¿Y si el asesino se esconde en algún lugar del hostal? ¿o quien nos dice que no venga desde fuera?- intervine
-Tal vez esté escondido... - me siguió Julia
-O tal vez sea Maite que es lo más sensato... - siguió repitiendo Carlos
-Por... favor -suspiró- tenéis que creerme... Si hubiera sido yo... no me quedaría con... el cadáver- sollozó y se derrumbó de nuevo.
-Tiene razón... puede a ver sido El Monje- apunté
-¿El Monje? eso es sólo una leyenda que se contaba para asustar a los niños- dijo Francisco
-Vamos padre, démosle una oportunidad. Antes busquemos si hay alguien más con nosotros- se convenció Carlos
-Estoy con vosotros-  dijo Rosa
-Entonces busquemos- dije levantándome
-Si mal no recuerdo, Miguel, que ya descansa en paz removió todo el Hostal y no encontró absolutamente nada.- dijo Carlos
-Entonces sabemos que no está en la casa, tiene que estar fuera por estos bosques- acompañó Francisco
-No podemos salir, las verjas están electrificadas- respondió con temor Julia
-Si el asesino viene de fuera debemos asegurarnos de que no entra nadie- aportó Rosa
-No tenemos  la llave ¿Cómo cerramos?- interrogué 
-Bueno podemos hacer guardias junto a la puerta- se atrevió a decir Maite
-O podemos confesar nuestros pecados- le respondió bruscamente Francisco
-Padre... - le dijo Julia
-Vale entonces, hagamos guardias.- aclaré
-Yo me ofrezco para vigilar la noche, además con lo que ha pasado no me puedo dormir- dijo Rosa
-No, déjeme a mí yo afrontaré el peligro- dijo Carlos
-¿Pero no se dan cuenta de que lo que tenemos que hacer es salir de aquí?- se alteró Francisco
-No podemos salir de ninguna forma de momento...- le respondí
Después de un largo silencio todos subieron en silencio hacia sus respectivas habitaciones, excepto Carlos que se quedó abajo para hacer la guardia. Estaba claro que ninguno de nosotros podía dormir, en la casa no había nadie pero, ¿quien te garantiza que pueda vencer a Carlos y matarnos a todos? Seguida de esa pregunta automáticamente me surgieron otras muchas más. Pero acabé por cerrar los ojos después de dos largas horas. La noche estaba serena, ya no llovía y la luna brillaba casi en lo alto del cielo. De pronto, escuché de nuevo unos pasos.Se dirigían hacia aquí. Hacia mi habitación. Luego alguien giró el pomo de la puerta. Lentamente. Muy lentamente. Al final la puerta se abrió. Era él. el monje. Me quedé inmóvil, todo un coro de voces acompañaban sus pasos. Tenía la cara cubierta por su capucha, llevaba algo en las manos. Intenté gritar pero no me salía la voz. Alzó la vista y vi su horrible rostro quemado y rasgado de heridas que habían tardado en cicatrizar, clavó la mirada en mí por unos segundos y alzó lo que llevaba en las manos, una almohada, la puso sobre mi cabeza y apretó con fuerza. Me estaba asfixiando. De pronto abría los ojos. No había nadie. Nada quedaba del monje. Era extraño aún notaba la presión sobre mi garganta. Era tan agobiante, ¿habría sido sueño o realidad? ¿habían intentado asfixiarme con una almohada, o simplemente era parte de la imaginación turbada por el miedo? Miré el reloj. Marcaba las 7:24. Decidí levantarme a desayunar. No podía seguir durmiendo, después de todo... Cuando llegué a la planta baja, me econtré con algo terrible. ¡Carlos se había dormido! 
-Despierte. No ha servido mucho su guardia... -le dije algo molesto
-Mmmm... ¡Me he dormido! ¡Maldición!- contestó
-No... maldición ahora..- dije
Había visto otra vez algo junto a la puerta, habían colado otra de las cartas lacradas.
-¿Qué sucede?- se levantó Carlos
-Esto es lo que sucede- dije enseñándole la carta
-No puede ser, ¡otra vez! ¡Ha estado aquí!- dijo con rabia

-"Buenos días mis queridos anfitriones:
imagino que habrán pasado una buena noche. Les he venido a visitar, para advertirles de lo que viene ahora.  Habrá muchas sorpresas por mi parte. Miren el muñeco de Miguel y obsérvenlo con delicadeza, ha cambiado bastante. Vigilen sus espaldas, no pierdan de vista ningún detalle, y por supuesto no intenten salir del hostal, a parte de que no se puede salir de ninguna de las formas. Antes tendrán que desvelar el misterio. El misterio que les relaciona a cada uno de ustedes. A los siete invitados. Busquen... busquen antes de que sea demasiado tarde.
Mr.Wood"- terminé de leer
-¿Qué misterio?- preguntó Carlos
-¿Qué nos une a todos?- pregunté
Enseguida bajaron los demás, les reunimos en el salón y tras contarles todo estalló la gran revolución, comparada la francesa fue solo un cuento para niños. Todos empezaron a armar un barullo tremendo.
-¡Callensé! Si de verdad quieren salir de aquí como yo debemos hacer caso de la carta. Ya sabemos que hay un misterio que nos une a todos. y hay alguna relación entre todos nosotros. Mr. Wood nos ha dicho que no podremos salir hasta que el misterio esté resuelto- dije 
-¿Y qué es lo que nos une? Yo no conozco a nadie- dijo Carlos
-Bueno tal vez no sea esa la relación- dijo Maite
-¿Quién de todos conocía el pueblo?- preguntó Rosa
-Yo- contestó Maite
-Yo también- dijo Rosa
-¿Nadie más?- dije Julia
-Mi padre nació aquí pero no entiendo que tiene que ver eso con todo esto.- dijo Carlos
-Algo tendrá que ver. Yo no conozco el pueblo, Maite trabajó de abogada para un cliente ¿y tú Rosa?
-Yo trabajé de secretaria para otro cliente, pero no por mucho tiempo me contrató sólo tres meses antes de que dejara el trabajo- dijo 
- Bueno, algo de relación tienen ustedes. Tenemos que buscar más. La respuesta puede estar ante nuestros ojos.- dije 
-Voy a subir un momento a mi habitación, voy a coger mi chaqueta que hace algo de frío, enseguida bajo. les dije
Subí las escaleras a toda prisa. El hedor del cadáver de Miguel se hacía insoportable de un momento a otro. Llegué a mi habitación y cogí la chaqueta de mi maleta. Al salir recordé lo que había dicho la carta "Miren el muñeco de Miguel". Estaba claro que no le estaba llamando muñeco, se refería a la réplica de cada uno de nosotros. Fui hacia su habitación, y allí estaba. Pero ahora estaba reproducida en él la muerte de Miguel. Tenía un puñal clavado en el costado. Un escalofrío me recorrió cuerpo arriba. Salí de su habitación pero sin querer tropecé con algo. Era su carpeta, todos los papeles se esparcieron por la habitación. De entre ellos salió un libro. Al verlo descubrí que era el libro de visitas del Hostal. Lo ojeé por encima y descubrí que faltaba una hoja. Alguien había arrancado. Y estaba convencido de que algo había descubierto alguien en esa hoja, algo que no convenía que se descubriese.
Estaba seguro de que la había arrancado el asesino. Eran las visitas que tuvo el hotel el día 17 de Mayo. habían arrancado justo la parte que las recogía.
Bajé por las escaleras era bastante extraño... le daba mil vueltas en mi interior.
Cuando bajé vi a Francisco rebuscando en la recepción.
-Aquí no hay nada, ni rastro de quien es el dueño del hotel... - dijo en voz alta
-¿No encuentra nada padre?- le respondí
-Por suerte hemos encontrado la llave que cierra la casa, esta noche dormiremos bastante tranquilos- me contestó.
-!Vaya! que tranquilidad- contestó Julia
-Tampoco es algo que nos tranquilice, si erremos el hostal y se comete algún crimen... no habrá duda de que el asesino es uno de nosotros- temió Carlos
-A veces hay que tomar decisiones difíciles para conseguir nuestros objetivos- añadió Rosa
Así pasó la mañana entre desayunos y respuestas. De una cosa estábamos seguros. Si se cometía otro crimen más, ya no nos podríamos fiar ni de nuestra sombra.


sábado, 12 de octubre de 2013

El Séptimo Invitado: Capítulo 5, "Cadáver en la oscuridad"

Bajamos al comedor. El ambiente estaba cargado de una mezcla entre miedo  y horror. Se podía notar en todos los rostros, con la mirada perdida, preocupados de aquí para allá. Cosas bastantes extrañas habían pasado ya en un día, y yo empezaba a preocuparme.
-Bien, ¿Puede explicarnos alguien que ha escrito Mr.Wood?- dijo Maite acompañado de unos suspiros y pausas
-Ese maldito psicópata dice: "Queridos invitados: Ya veo que han aceptado la magnífica invitación a mi fin de semana, espero que estén disfrutando de una velada espectacular... No teman, porque todo acaba de empezar. Son como marionetas en mi poder, ahora que están en mis manos. No pierdan detalle, de lo que pasa a su alrededor, puede ser que el mismo mal aceche tras la esquina"- terminó de leer Carlos.
-No puedo entender absolutamente nada- dijo Julia
-¿Que quiere de nosotros?- acompañó Francisco
-Seguramente se trate de una broma pesada... no le den importancia- dijo con un gesto despectivo Miguel
-No creo que sea una broma...- aporté
-Y si se trata de algo serio, ¿Porqué nosotros?- Temió Rosa
-Debemos mantener la calma o la locura se apoderará de nosotros... - intentó calmar Carlos
La lluvia no cesaba de caer, cada gota era un ápice más de terror. Un relámpago invadió la sala, unos andaban de aquí para allá, otros mantenían la mirada perdida, otros como yo se limitaban a mirar los rostros ajenos, y solo Miguel nos miraba como si fuera una chorrada. Las campanadas lejanas tocaron las once.
-Las once.- informó Francisco
-No puedo aguantar el sueño- bostezó Carlos
-Yo creo que también subiré a dormir, creo que debo... relajarme un rato- dijo Julia
-Lo mismo opino yo... debemos descansar, han sido bastantes cosas por hoy- le acompañó Rosa
-Yo no creo que pueda dormir... me quedaré un rato sentada necesito calmarme- suspiró Maite
-Hagan lo que quieran, voy a salir a fumar. Descansen, mañana pienso destapar a ese bromista- dijo Miguel
Después de esto todo el mundo se fue a sus respectivos sitios, yo me quedé acompañando a Maite. Se podía ver el rostro de preocupación y miedo.
-Debes estar tranquila Maite... yo te creo- la consolé
-Gracias Diego, pero yo lo paso muy mal con estas cosas ¿sabes?- me contestó
-No creo que aguantemos más así, en eso estoy contigo pero aguantaremos- la cogí la mano. Ella mantuvo la mirada y yo la sostuve, pero la conexión cesó por causa del clima de horror, rompió a llorar.
-Maite, confía en mí no pasará nada- la abracé.
Estuvimos hablando durante dos horas hasta que el sueño nos venció. Ya todos habían subido a sus habitaciones, incluso Miguel que tras entrar tres veces seguidas y volver a salir a fumar. Eso demostraba nerviosismo, ese nerviosismo que penetraba en su coraza de valiente.
-Bueno, yo creo que va siendo hora de irnos acostando- la dije
-Sí, estoy más calmada después de todo, de veras... Gracias- me sonrió.
Me recordaba tanto a Susana, que me llegó a tocar el corazón. Su pelo, sus ojos su risa y su manera de ser, llegaban a mi corazón como dagas incendiadas y despertaban en mí una sensación de amor oculto, dispuesto a quedarse aún encerrado por que estaba herido como una presa ante su cazador. Desde que murió Susana mi corazón se marchitó y no estaba para más amores.
Subimos las escaleras hasta nuestras habitaciones y le dije:
-Buenas noches Maite, que descanses
-Buenas noches Diego, que descanses también- contestó. Y otra vez mantuvimos la mirada, una mirada entre el amor y la preocupación, una tensión que no me dejaba vivir. Entré a mi habitación y me tumbé sobre la cama. Encendía la pequeña lámpara de la mesilla que iluminó la habitación, acto seguido, cerré la puerta y miré la lluvia caer tras los cristales. Una vez más miré aquel muñeco horrible, que era como una versión de mí, lo miré unos instantes y después lo guardé en los cajones de la mesilla. Saqué mi móvil del bolsillo y miré la hora, la una y tres minutos, normalmente me acostaba más tarde pero todas las emociones me habían adormilado. La luna resplandecía tras los cristales, pero enseguida las nubes negras como el carbón la tapaban con su color oscuro, como si la intentase comer. Mis ojos se desviaron a la cobertura, que estaba cruzada por una raya que indicaba que no había ni gota. Intenté marcar... pero no dio si quiera señal. Así que me eché el edredón pardo sobre el cuerpo e intenté dormir. La almohada bullida me ofreció un cálido sueño que durmió plácidamente con la noche de tormenta. Pero de repente algo curvó mis sueños, unos pasos se acercaban por el pasillo, y después de terminar su recorrido, alguien emitió un grito ensordecedor. Era una voz femenina, salí a todo correr de la habitación. Miré a ambos lados. Llamé a la puerta de Maite, y para mi sorpresa, no estaba en la habitación. Me puse pálido como la luna que envolvía la noche tormentosa. Se había levantado también Julia, que lo había oído.
-¡¿Que ha sido eso?!- susurró
-No lo sé pero se trata de al otro lado de las escaleras, sígueme.
Alumbré con el móvil el oscuro pasillo, y fuimos andado muy despacio. Notábamos como crujían las maderas, y como caían los relámpagos. De repente alguien tropezó con nosotros. Se trataba de Carlos.
-¿Han sido ustedes los que han gritado?, vine a ver si estaban bien
-No hemos sido nosotros, pero iremos a....
-¡¡Socorro!!- decía otra vez la voz. Al fin pude distinguir la voz  de Maite y corrí con todas mis fuerzas.
Al fin llegamos estaba en la habitación de Miguel, llorando en el suelo, con Miguel, en el suelo...
Alumbré con el móvil hacia el interruptor y cuando encendí la luz...el horror se plantó ante mi cara...
Julia emitió otro ruido ensordecedor y Carlos se llevó las manos a la cabeza al descubrir que...
Maite sostenía el cuerpo sin vida de Miguel.
-¿Qué es lo que has hecho?- la encaró Julia
-Yo... yo... no, no he hecho nada...- sollozó con rabia
-!Es usted una asesina!- le gritó Carlos
-¡Calmense todos! ¿que está pasando a...- el horror impidió al padre Francisco terminar su pregunta, que acto seguido empezó  a palidecer.
-Os lo juro... yo... !!yo no he sido!!- siguió llorando con rabia
El cuerpo de Miguel, estaba sin vida, no lo podía creer, alguien de mucha sangre fría lo había apuñalado varias veces el costado izquierdo.
-Es usted una asesina sin duda- gritó Francisco
-¿Que es tanto griterío?, dijo Rosa somnolienta entrando por la puerta. Esta no gritó pero enmudeció y salió corriendo hacia abajo.
-¿Dónde vas?- bajó Julia tras ella
-¿Que es lo que has echo?- le volvió a interrogar Carlos
-Yo... no he... matado... no- no podían salir sus palabras
-¿Nos quiere hacer creer que no lo ha matado usted?- la agarró Francisco
-¡Estense quietos ya!,-le solté el brazo a Francisco.
-¿Que hacías en la habitación de Miguel Maite?- le pregunté delicadamente yo
-Yo... no podía dormir... no quería... estar... estar enfadada con él...- sollozó de nuevo
-¿Y por eso lo has matado? ¿Porque no lo soportas?- se enfureció Carlos
-Claro, no lo soportaba más y por eso lo mató- acompañó Francisco
-No lo maté... entre... a pedirle perdón.... ye me lo .... encontré... muerto.- puedo decir Maite
-¿De verdad cree que me lo voy a tragar?- volvió a decir Carlos
Los dos salieron de la sala. Aquel cuadro era horrible, ver a Maite sosteniendo el cuerpo de Miguel, apuñalado. Y con la cara roja, humedecida en lágrimas.
-Tu... me... ¿me crees? Diego...- me miró
-Maite yo... Yo... te creo
-¿De veras... piensas que yo... no soy una asesina?- me mantuvo la mirada de nuevo
-Claro que no, ha sido Mr.Wood. Ese maldito psicópata que nos ha encerrado.
-Anda, tranquilízate. Yo me ocupo de... bueno de lo demás.
Cogí el cadáver de Miguel y lo dejé en el pasillo. Bastante asustado estaba, un psicópata y un muerto. Fui a mi habitación a por una manta que sobraba en mi cama, y lo envolví como pude, lo dejé en el pasillo central, el que se desviaba en dos direcciones, izquierda y derecha. Yo, que tenía conocimientos médicos pude observar, que la herida era tan profunda que solo bastó con la primera... bueno... yo me entendí. El asesino había actuado por primera vez...
Al momento, recorde´el momento del crimen, desde mi habitación, n minuto antes del grito escuché perfectamente unos pasos, pasos que no podían escucharse si no se tenían zapatos, y Maite no los llevaba.
Alguien quería incriminar a Maite y lavarse las manos. Había llegado la hora de tomarse las cosas en serio. Y de buscar respuestas.



lunes, 30 de septiembre de 2013

El Séptimo Invitado: Capítulo 4, Sucesos extraños.

Desperté de mi ausencia. Miré las caras de todos los invitados. Todas aquellas expresiones y gestos que decían miedo, pero que tal vez, ocultasen miles de secretos aun por ser sacados a la luz. Carlos seguía al piano, la verdad es que con grna maestría deslizaba los dedos por aquellas teclas del piano de ébano que se situaba en medio de aquel salón. Las gotas y truenos de aquella inmensa lluvia que precipitó hacían el compás de la pieza. Carlos cerró la tapa del piano cuidadosamente, y se levantó en silencio. Paseó unos instantes, luego se paró y charló con Francisco que observaba la tarde que se había preparado. Miré a Maite, que estaba sentada mordisqueando un bolígrafo, y pudo transmitirme el miedo que tenía en su interior.
-Menuda está cayendo. Me parece que no podremos tomar el fresco en el jardín- apuntó Rosa
-Cuando amaine un poco, todo es cuestión de esperar... -introdujo con tono misterioso Julia
-O si no, me resguardaré bajo el porche, me gustaría salir a fumar, para calmar los nervios... -Dijo Miguel
-Ten cuidado con la verja, y más ahora que está lloviendo- le dijo en un tono burlesco Maite
A lo que Miguel respondió con una mueca de desinterés y "calla por tu bien".
-Yo creo que deberíamos encontrar la razón, de porqué motivo estamos aquí todos, está claro que no para un fin de semana... -puntualicé
-Pues no encuentro manera alguna, yo no conozco a nadie de los presentes- se alteró Francisco
-Bueno, seguro que tiene que haber algo que nos relacione a todos de alguna manera posible...- insistí
Quedaron todos callados. Pero de repente  algo hizo llamar la atención de Rosa.
-¿No escuchan?- dijo señalando a la ventana
-No- respondió con asquedad Carlos
-Espera... ahora si escucho, son campanas- respondí
-Eso quiere decir que cerca de aquí hay una iglesia- indicó Maite
-Al parecer no estamos tan incomunicados- rió de buena gana Julia
-Bueno no se ustedes pero yo estoy hambriento- dijo Francisco mientras se frotaba la tripa
-Deberíamos cenar algo, para calmar los nervios... - le siguió Maite
-Yo no tengo idea de cocinar- confesé
-No se preocupe Diego, ya nos encargamos nosotras- me dijo Julia
Todos fueron saliendo de aquel salón, unos a fumar, otros al baño, que estaba en la puerta de enfrente a la recepción. Y yo decidí explorar más detenidamente mi habitación así que subí. Aún seguía el vino esparcido, pero decidí limpiarlo después. En ese momento mi mirada se dirigió al cabecero de la cama. Y me puse pálido al descubrir aquel detalle. Había un muñeco igual a mí. Estaba vestido igual que yo. Entonces creí que se trataba de una broma de mal gusto. Pero cambié de opinión cuando entré a la habitación de Maite, y vi otro muñeco igual que ella. ¿Qué clase de juego macabro es este? ¿Quién o que nos ha encerrado aquí?. Decidí bajar a enseñárselo a los demás.
-¿Os habéis dado cuenta de estos muñecos?- pregunté al aire, porque, sólo Rosa estaba sentada leyendo.
-Sí, lo vi nada más dejar la maleta. Me impactó porque me recordó a la macabra historia que leí hace años. Diez personas... que morían una a una en una casa...- confesó tras palidecer y establecer una mirada perdida
-No se preocupe Rosa eso no sucederá, confíe en mí- dije sentándome a su lado
-Me parece todo tan raro... no se que hacemos aquí- me dijo
-Tampoco lo sé yo, en fin... todo consiste en mantener la calma...
Acto seguido metió el libro en el bolso y más nerviosa que un niño en una actuación de colegio se fue despavorida.
-He de... subir a a mi habitación.... un momento. - y con eso se fue
Quedé solo en aquel salón, observando el horrible muñeco con ojos de cruz y boca de ralla mal cosida. Rosa tenía razón... era todo tan extraño...
Al momento entraron Carlos y Francisco.
-Estamos empapados, ni ese porche es capaz de proteger del todo- rió Francisco
-Y eso que yo solo he salido a observar las estrellas, porque las adoro- dijo con tono de admiración Carlos
-¿Creen ustedes que Mr.Wood aparecerá pronto?- me intrigué
-No creo... he registrado toda la casa, y no hay más que nuestras habitaciones, este salón, el cuarto de baño y la cocina...
-Yo creo que está escondido en algún lugar, cuando subí antes a mi habitación oí unos golpes muy fuertes en el jardín.- me comentó Francisco
-¿Que creen ustedes que son estos muñecos?- les dije enseñándoselos
-Cuando lo vi pensé que eran obra del mismo Satán....- empalideció Francisco
-Yo me lo tomé como una parodia, nunca había visto una versión tan... bueno... de mí- rió nerviosamente Carlos
-!La cena está!- se oyó a Julia desde la cocina
-Vamos a ayudarte enseguida- dijo Carlos
-Yo... enseguida voy, tengo que subir a mi habitación, a por mi rosario.... tradiciones... antes de comer- dijo Francisco
De la cocina salió Maite, y se sentó a mi lado.
-Diego, tengo miedo. - me dijo
-¿Porqué?- le dije con tristeza
-No se, todo esto es muy raro... una verja electrificada... unos muñecos con mala intención sobre nosotros...
-No pasará nada, todos estamos juntos, no hay porqué preocuparse- la abracé
-Gracias por ayudarme- me sonrió.
Después de un rato, la cena estaba servida y nos sentamos todos en la mesa. Aquella mesa tan grande.
Nos habían cocinado un excelente pollo asado con patatas.
-Esto está delicioso- dijo Miguel
-Gracias, lo he hecho yo.. es una vieja receta- se sonrojó Rosa
-Yo he ayudado en lo que he podido- dijo Julia
-Y yo pelé las patatas- rió Maite
-Pues está exquisito- respondí yo
-¿Saben ya como podremos salir de aquí?- se inquietó Julia
-No, pero si son todo delicias, me vale- rió Carlos
-Vaya lo había olvidado, !mi inyección!, ya mismo regreso- Se levantó Maite
-Vale sube, te esperamos para el postre- le apunté
En ese momento todo quedó a oscuras. Un apagón invadió la casa. Se oyó como cerraban la puerta principal con llave. Y todos comenzaron a correr hacia ella, Miguel la aporreó con fuerza y Carlos gritaba.
-Rápido por la ventana, escapemos.
Pero todos quedamos paralizados cuando... en medio de la oscuridad empezó a sonar un canto. El canto de un monje, todos quedamos de piedra. Sonaba tan estruendoso que Julia y Rosa se pusieron a chillar. Había gente que se había subido a la habitación como Francisco que no pudo con la ansiedad. Y enseguida el canto se calmó. Y las luces volvieron.
-!Maldito psicópata!- grité
-¿Quién ha sido el bromista? - se encaró Miguel
-Yo desde luego que no, he estado todo el rato de pie en la puerta- confesó
Pero algo nos impactó aun más, cuando oímos a Maite gritar. Rápido y en pelotón subimos. Entonces fue cuando impacté a Miguel contra la pared.
-¿Acaso crees que no me voy a dar cuenta de que has estado en mi habitación?- le tiré del pantalón
-¿Qué dices?- me encaró
-¿Y estas manchas? son del vino que sin querer derramé- le dije
-Cállate no se de que estás hablando...
Estaba claro que algo estaba buscando en mi habitación.
Cuando llegué arriba vi a Maite en el suelo entre sollozos.
-Era horrible... !!horrible os digo!!- gritaba
-¿Qué pasa Maite?- le pregunté asustado
-El Monje, estaba en la ventana del jardín y me ha señalado, se le ha visto la cara !!era un monstruo!!
-Debes estar delirando gordita - apuntó Miguel en el peor momento
-Mira yo se lo que he visto, !y basta ya de jugar así conmigo!.
-Yo me voy a terminar la cena, si queréis seguir con esta mujer... yo me comeré vuestras cenas- rió burlón Miguel.
Cuando todos bajaron abracé a Maite.
-¿Tú me crees verdad Diego?- me dijo
-Claro, tranquila... estoy contigo Maite
Pasado un rato arriba después de tranquilizarla, Francisco subió con la cara del blanco de la Luna.
-Vais a cambiar de opinión cuando veáis, la carta que ha pasado por debajo de la puerta Mr.Wood...