martes, 26 de febrero de 2013

"Lágrimas tímidas del destino, camufladas por un maquillaje de felicidad" (Aarón Hernández)
"En un suspiro se escapó mi alma, en una tarde robaste mi corazón"(Aarón Hernández)

"Corazones persiguiendo princesas, Almas errantes llenas de amor, miradas dulces buscando los ojos que les cegó" (Aarón Hernández)

La Historia del hombre que odiaba a los árboles.

Hubo una vez un leñador que odiaba a los árboles del bosque. Talaba los árboles porque quería hacer desapracer a todos. Una mañana como siempre, se adentró al bosque y comenzó a talar árboles. Al principio taló solo tres, pero luego pensó -Si quiero terminar con todos, tendré que talar más-dijo y  taló diez árboles más. Cuando se disponía a talar el siguiente árbol, se llevó una grán sorpresa, el árbol habló.
-!Basta ya de matar a mi familia!, nosotros intentamos vivir en este bosque como tú en tu casa. Los árboles también sentimos y lloramos como tú..-dijo el árbol.
El leñador se frotó los ojos porque no creía lo que estaba viendo.
-Los árboles no hablan, tampoco piensan, ni lloran, ni ríen. Solo eres mi imaginación-dijo
El leñador sin compasión hundió el hacha en el árbol y acabó con él.
-Ya está, ahora aprenderás a estar calladito. -dijo el leñador enfurecido.
El leñador no se esperaba lo que le iba a pasar. Intentó salir de aquel bosque pero no encontraba la salida por ningún lado. Siguió buscando desesperadamente la salida durante horas, pero no la encontraba. Cayó la noche y el leñador quedó atrapado en el bosque sin poder salir. Finalmente se echó a dormir bajo las estrellas a esperar a la mañana siguiente. Cuando despertó intentó hablar, pero no pudo. Su boca era una corteza gruesa, sus manos eran ramas, sus dedos eran hojas y sus pies estaban fijos al suelo por que eran raices.
De pronto vino un leñador. y le dijo: -Ahora sabrás lo que siente un árbol, por que lo serás toda tu vida, sabrás lo que es vivir clavado al suelo. Sufriendo el temor de los leñadores, viendo como cada uno de tus amigos, es talado.
El bosque estaba asolado, tan solo quedaba el arbol. El leñador acabó su trabajo


lunes, 25 de febrero de 2013

La historia de el señor Torisi

Juan viajaba en el tren con su madre. Era un niño de siete años, con ojos pardos, cabello negro como el azabache, travieso y muy dulce. Él y su madre viajaban en tren para visitar a su abuelo Fermín que vivía en el pueblo de Salamanca.
-Mamá,¿falta mucho para llegar?-dijo Juan
-No mucho cielo, en una hora estamos allí.
Juan comenzaba a aburrirse, miraba por la ventana y solo veía montaña, se fijaba en las nubes e inventaba que eran animales. De pronto vio un hombre que se sentó a su lado. Era muy alto, y vestía con una gran gabardina marrón con botones desabrochados, su cabeza estaba cubierto por un sombrero y en la mano llevaba un maletín. El hombre sonrío al niño y el niño le devolvió su sonrisa.
-¿Cómo te llamas?
-Soy el Señor Torisi
-Hola señor Torisi, yo me llamo Juan voy con mi mamá a visitar a mi abuelito que vivie en Salamanca.
-!Que divertido!, yo voy a mi casa con mi mujer se llama Rosa y también voy a Salamanca. Vengo del aeropuerto, porque he tenido que ir a trabajar a París y vuelvo a mi casa.
-París debe ser muy divertido, Mi mamá me ha prometido que estas vacaciones de verano iremos allí.
-Te gustará mucho, es muy bonito.
-¿Tu no te aburres  en el tren?
-Sí pero intento distraerme con el periódico.
-Tengo un juego muy chulo, se trata de mirar las nubes y decir a que animal te recuerdan
-¡Que entretenido!. Aquella de allí parece... un conejito ¿lo ves?
-Sí es verdad un conejito.
La madre de Juan estaba ensimismada leyendo artículos en el periódico y no se enteraba de nada. El sonido del tren advirtió a los pasajeros que ya habían llegado.
-Adiós Señor Torisi, me ha encantado conocerle, ojalá nos volvamos a ver- dijo Juan
-¿Cariño, con quien hablas? - dijo su madre extrañada.
-Con mi amigo el Señor Torisi, es un señor muy simpático que he conocido en el tren.- explixó
- Juan, hijo que imaginación tienes- contestó su madre
Cuando llegaron comieron con el abuelo y fueron a dar un paseo por la plaza.
¿Quieres que entremos a comprar unas golosinas a esta tienda? -le dijo el abuelo a Juan
-!Sí abuelito, me encantan las golosinas!.
Al entrar Juan vio al Señor  Torisi en la tienda y corrió hacia él.
-!Señor Torisi!,!Que alegría verle!.
La dueña de la tienda miró tristemente al niño.
- ¿Has dicho Señor Torisi?. Así se llamaba mi marido. Pero murió hace años. Aún le recuerdo iba siempre con su sombrero y su gabardina desabrochada- dijo la mujer entre llantos.
-Mi amigo se llama así y también tiene un sombrero, le conocí esta mañana en el tren dijo que veníade París y volvía  a Salamanca  a su casa con su mujer, se llama Rosa. -confesó a la tendera.
-!No puedes ser¡ !Es mi marido¡. Murió en un accidente de tren cuando volvía a Salamanca de un congreso en París, después no volví a verle vivo. -dijo la mujer con desesperación.
-Juan amigo, ¿me harías un favor?- dijo el señor Torisi. Ella es mi mujer, Rosa, de la que te hablé en el tren, ¿puedes decirle, que estoy bien?. También dile que me acuerdo siempre de ella allá donde estoy,que hoy he venido para decirle adiós por que tengo que cruzar a la luz y que estaré siempre con ella cuando lo necesite.
-Señora el Señor Torisi dice que está bien, que se acuerda mucho de tí allá donde va. También me ha dicho que hoy ha venido para decirla adiós porque va a cruzar a la luz, pero estará siempre contigo cuando lo necesites.
La mujer se alegró mucho de haberse despedido de su amado.
-Adiós amigo, Gracias por haberme ayudado- el señor Torisi se despidió de su mujer dándole un beso en la frente y le dió un gran abrazo a Juan.
-Rosa, el Señor Torisi ya se ha ido, no se preocupe porque allí donde esté estará bien.
La mujer de la tienda le dió las gracias al niño por haberla dado el recado de su marido.
El abuelo emocionado salió de la tienda con Juan y se despidió de la tendera.
-¿Porqué habeis tardado tanto?- dijo su madre
-Estaba despidiendome de mi amigo, el Señor Torisi.


domingo, 24 de febrero de 2013

El Capitán Ricardo

Hubo una vez un Capitán de un barco llamado Ricardo que viajaba siempre sin descanso buscando el tesoro que su padre dejó escondido en una isla. Su padre fue el capitán de un barco que un día naufragó,  solo consiguió salvar un cofre lleno de riquezas. Se agarró a él cofre y la marea lo llevó a una isla perdida en el mar. Allí lo enterró. Sobrevivió allí más de dos años, hasta que al fin construyó una balsa y se subió a un  barco amigo que le llevó a puerto de nuevo. Antes de que su padre muriera le contó a su hijo que dejó un tesoro enterrado en una isla perdida en el mar y que prometiera que lo encontraría.
Y así lo decidió cumplir compró un barco a un Capitán  y reunió una tripulación de cien hombres.
Después de llenar la despensa con abundantes víveres  partío a la mar con las indicaciones que le había dado su padre. Los días se convertían en semanas, las semanas en meses y los meses en años. Un día los marineros, cansados decidieron abandonar el barco y regresaron a puerto, el capitán emocionado por cumplir la voluntad de su padre siguió adelante. Un día el capitán pensó mirando hacia el mar -He pasado tantos años viviendo en la mar, sin una mujer a mi lado que pueda darme amor, ¿y mis marinos? les he dejado marchar, el mar es muy bonito !Ellos saben lo que se pierden!. El capitán, se había enamorado del mar. -Pensarán que estoy loco, chalado tal vez, pero mi corazón lo a conquistado el mar, mi único amigo, mi fiel compañero. Así el Capitán se desposó con el mar aquella tarde y le prometió ser fiel. Una noche, una tormenta fuerte, revolvió el mar. El Capitán luchaba para que el barco no naufragase, -¿Porqué me haces esto?, yo que te he jurado amor, que me he entregado a tí,!Que te he regalado mi corazón!- decía el capitán.
La mañana siguiente el Capitán se encontraba en tierra, al pie de una orilla -!Es un milagro que esté vivo!. En el pañuelo que llevaba el Capitán había un trozo de papel mojado donde ponía la descripción de la isla de la que hablaba su padre: "Detrás de aquella palmera alta se eleva una alta roca, allí enterré el cofre con las riquezas que pude salvar" .
El capitán lleno de ilusión se dispuso a desenterrar el tesoro, cuando lo fue a desenterrar se llevó una gran sorpresa, el cofre... estaba vacío. En su lugar había un pergamino que decía "La verdadera riqueza de la vida, es el amor, ese que entra en tu pecho y te roba el alma como un bandido, no solo el amor para ser el amado de alguien sino, la amistad es un verdadero tesoro, un buen amigo puede sustituir cualquier riqueza que exista". El capitán había pasado toda su vida en el barco, buscando la riqueza de la que su padre hablaba, pero su padre no hablaba de oro ni de joyas, hablaba de un  buen consejo que servía para toda la vida. El capitán había pasado la mitad de su vida en la mar, sin amor de una mujer y sin el amor de un buen amigo. El barco milagrosamente seguía allí pero tenía un gran agujero. El capitán lo reparó con cabos y leña que guardaba en la bodega del barco y llegó a puerto, y aprendió esta moraleja.
MORALEJA: "La verdaderas riquezas de la vida, no son el oro, ni las joyas, ni el dinero, sino el amor  y la amistad de amigos fieles"

                                               
                       

El hombre que quería ser una rosa


Hace muchos años, vivía en un pueblecito tranquilo un joven llamado Martín. Era un campesino que trabajaba de sol a sol en el campo. Todas las mañanas cuando el gallo cantaba y el sol conquistaba el cielo se levantaba a trabajar. Labraba la tierra, plantaba semillas, y hacía todo lo que el capataz de aquel campo le ordenaba.
Un día cuando eran las doce de la mañana, la princesa del pueblo paseaba por el río que había junto al campo. Iba acompañada de dos caballeros que la protegían de cualquier rufián. Martín quedó prendado de la belleza que deslumbraba el rostro de la princesa. Era tan bella,tan delicada. Pero era inalcanzable, pues él era solo un campesino y ella era de la clase alta de la sociedad, ¿Cómo podría enamorarla? no tenía ninguna posibilidad, pues si sus padres supiesen la intención del campesino lo apresarían y lo mandarían a la mazmorra.

El campesino la miraba con tesón,pues el amor había entrado en su pecho en ese momento. La princesa estaba cogiendo flores y las echaba en una cesta, al parecer le gustaban mucho y arrancó un buen racimo.
Cuando terminó, los guardias montaron a la princesa en la carroza tirada por un caballo y marcharon a palacio.

Martín estaba tan enamorado que no sabía lo que hacer para conquistar a la bella dama. -Tal vez, si me hiciera pasar por algún conde podría tener alguna oportunidad -pensó-, pero seguro que el rey investigaría mi descendencia , averiguaría toda la verdad y moriría en la horca. -¡A la princesa solo le gustan las flores!.
El hombre pensó que su amor era imposible y se dejó llevar por el llanto.

Salió a la calle y dijo con desesperación: -¡Ojalá fuera una rosa!. A la mañana siguiente, el joven ya no era un humano, sus manos eran tallos, sus ojos eran pétalos y sus piernas eran espinas. Se había convertido en una rosa y estaba en una rosaleda en el jardín de la princesa. La princesa salió al jardín y se paró a oler las rosas, y arrancó la rosa en la que Martín se había convertido. La puso en un jarrón con agua y la dejó en su habitación Todas las mañanas la princesa olía la flor que había cogido y la miraba con dulzura.. Martín creía que había conseguido lo que quería, pero seguía sin poder expresar lo que sentía, pues la flores no hablan. Un día en palacio había mucho alboroto, pues la princesa iba contraer matrimonio con el hijo de los reyes del pueblo vecino. Martín se enteró de la noticia y al fin comprendió que aun siendo rosa su amor era imposible. Poco a poco fue envejeciendo y secándose hasta que un día... se mustió. 

MORALEJA: "Sé tu mismo, y tal vez, algún día, puedas conseguir lo que te propones"