lunes, 22 de abril de 2013

Lágrimas del destino Capítulo I





CÁPITULO I


Otra vez discutiendo. Encerrado en mi habitación, intentando seguir jugando sin prestar mucha atención a lo que decían mis padres. Vivimos en una casa bastante grande, tiene dos plantas. Mi habitación está arriba y por suerte los gritos de mis padres no llegaban a oírse mucho. También vive con nosotros, Clara, una mujer que mis padres han contratado para que les ayude a las tareas de la casa, dicen que es una asistenta es muy simpática y alegre.
Bajé las escaleras poco a poco, para intentar oír porque discutían esta vez. De repente, alguien tocó mi espalda.

-¡Santiago! Era Clara.
-¡Clara! Que susto me has dado. ¿Sabes porque discuten esta vez Clara?
- Cosas de mayores Santiago, tienes siete años eres muy pequeño, debes preocuparte por jugar. Los mayores discutimos muchas veces.
-Ya pero, cuando discuten se enfadan… y están muy tristes.
-Pero luego se perdonan, sabes que se quieren en el fondo. Dijo acariciándome la cabeza
- ¿Quieres merendar Santiago?
-Vale. Contesté
Bajamos sin prestarles mucha atención, estaban más calmados, sentados en el sofá. Entramos en la cocina y Clara me puso la merienda.
-Toma. Dijo dándome el bocadillo
-Gracias Clara
De nuevo comenzaron a alzar la voz y pude distinguir la frase que dijo mi padre en alto. “No tengo ninguna culpa de que me hayan despedido”.
Clara se sentó en la mesa, con su café.
-No te preocupes Santiago, tu padre encontrará pronto un trabajo.
- Entonces, si le han despedido, ¿ya no podré verte más?- dije yo temeroso
- Claro que seguirás viéndome Santiago, puedes estar tranquilo.
Cuando me acabé el bocadillo, fui hacia las escaleras para subir a mi habitación. Pero fui interrumpido por mi padre.
-Santiago, hijo ¿Has terminado los deberes?- dijo mi padre
Al parecer ya habían parado de discutir. No me gustaba nada verlos así.
-Aún no, pero los acabaré pronto, ¿ya os habéis perdonado?-dije yo mirando a mi madre
- Solo estábamos…hablando…son…cosas de mayores.- dijo mi madre en tono triste
-Odio las cosas de mayores-dije yo serio
-Enseguida regreso, voy a por tabaco.-dijo mi padre
Y salió por la puerta. Yo subí a acabar mi tarea.

-Señora Carmela, no es que sean mis asuntos pero, ¿Por qué han despedido al seño Agustín?
- Pues porque, iban a cerrar la fábrica
- ¿Y sabe dónde buscar trabajo?
-Sí, me ha dicho que intentará buscar trabajo en otras fábricas de la ciudad. Aunque ese no es el mayor problema…
-¿Qué le preocupa señora?
-Pues… es complicado, no lo aguanto más, yo no me merezco una vida así… mi marido no tiene derecho a levantarme la voz, ni mucho menos a tratarme así… estoy cansada, no lo aguanto más, y encima me engaña con otra, creo que voy a cometer una locura.
-Me imagino que no debe ser fácil… pero…
-No me apetece seguir hablando de este tema, es muy complicado para mí
-De acuerdo señora Carmela.
-Sabe señora, he estado al servicio de muchos señores en mis diez años de trabajo, ¿y sabe qué? Esta sin duda es la familia que mejor me trató.
-Me alegro, nosotros también estamos orgullosos de tenerla a nuestro servicio, ¿está a gusto viviendo aquí?
-Sí estoy a gusto.
Fueron interrumpidas por Agustín que ya había llegado del estanco.
-Yo… seguiré con mis labores-dijo Clara
-Yo, tengo que hacer la cena-dijo Carmela.

Cenamos tranquilamente en el salón, al parecer el ambiente estaba tenso entre mis padres, nadie hablaba, mi madre tenía la mirada perdida, soñaba despierta, mi padre intentaba disimular su ira. Clara bajaba la mirada hacia la mesa, y yo observaba aquello. Las cosas estaban muy mal entre ellos y temía que se separasen. Pronto terminamos de cenar y nos fuimos a acostar. Al principio no podía dormir, no quería soportar más discusiones. Luego me empecé a quedar dormido. Mañana era Lunes, el peor día de la semana, y había que empezarlo con fuerza. ¿Dónde estaba la familia feliz que éramos hace unos años? ¿Volveríamos a serla?. Eran mil preguntas que atravesaban mi mente como espadas.



domingo, 21 de abril de 2013

Solo la Luna será testigo.

Solo la Luna será testigo,
testigo de mi pesar,
quien en esa oscura noche,
solo ella, me consolará.

Ahogaré mis penas,
y los pedazos de mi corazón volveré a juntar.
Fui yo quien quise acabar con el sufrimiento,
pero en este juego solo arriesgando podía avanzar.

Solo la luna será testigo,
el canto marchito, de mi corazón, podrá escuchar
El frío de mi desamor, podrá sentir.
pero solo yo, podré notar como, mi corazón.... se rompe en dos.

Solo la Luna será testigo,
y cuando vuelva a enamorarme, me advertirá,
de que tenga cuidado en mi camino.
Pues yo, que creía en el destino,
en vano, me volvía a enamorar.

Solo la Luna será testigo,
testigo, de mi pesar.


lunes, 15 de abril de 2013

Perdido en el laberinto de la vida

Perdido estaba en el laberinto de la vida.
En la oscuridad, pensando si encontraría la salida.
Mísero de mí,¡Aquí encerrado! acompañado únicamente de mis sentimientos,
con el corazón atrapado.

Como una fiera en jaula de circo,
como el Sol tras una tormenta,
como la Luna en las noches que mengua.

Aquel cruel destino, me había encerrado.
!Sin poder salir, apresado!.
Eligiendo bien los caminos, para no perderme,
Llenando mi corazón con tus sonrisas,para no morirme.

Con los dulces momentos solo me quedé,
Los amargos, los olvidé,
¿Tu corazón?, lo guardé.
Aquellas tardes juntos, aquellas miradas, que decían, siempre.
Las cosas pequeñas,de gran valor, me hacía fuerte.

Amistades verdaderas atesoré,
de envidias y enemigos me liberé.
Luchando por mis sueños, volando alto sin miedo
noches estrelladas,brisa marina y todos esos bonitos recuerdos,me quedé.

Muchos momentos amargos me llevé,
pero sin perder la esperanza los superé.
Lágrimas tímidas del destino, que caían de mis ojos,
llamemos le tristeza, llamemos le pesar,
pero de todos esos recuerdos, me prefiero yo olvidar.




 

sábado, 6 de abril de 2013

Los amantes del mar

Sola, en la  playa,  mirando hacia el fondo del mar, viendo como se ponía el Sol y esperando de nuevo a la noche,sintiendo la brisa marina soplar, a las gaviotas retomar su vuelo, viendo como el destino había sido injusto conmigo. Así pasé durante un tiempo,esperando a mi amado, que me había dejado sola,una tarde al partir con su velero, sin avisarme, sin un adiós.

Yo le amaba, le amaba tanto como la Luna ama a las estrellas, como el sol ama el cielo, como los pájaros aman a la libertad de volar, como el escritor que ama a sus sentimientos. Tantas tardes junto a él, esas puestas de Sol que contemplábamos en el mar, esas bellas rosas que me regalaba.
Pero se había ido, sin decirme adiós, sin un amable gesto y sin una explicación. Y mi esperanza se volvió ciega, y mi corazón se marchitó. Todas las tardes me sentaba a contemplar la puesta de Sol, hasta que la Luna conquistaba el cielo estrellado, preguntándole a la Luna si volvería pronto, por la playa gritaba su nombre, pero solo respondían las olas del mar.

Pensaba que ya no me amaba,que no volvería jamás y entregaría toda su vida a navegar por el mar. Miraba a las gaviotas, y pensaba en que ellas tenían la libertad de volar, por el cielo y así ser felices. Dos años pasaban y yo volvía todas las tardes a esperar su regreso pero no volvía. Una noche desesperada deseé ser una gaviota, para poder viajar por el cielo e ir en busca de mi amado y se lo rogué a la Luna. Me quedé dormida en la arena blanca, fue la primera noche que dormí bajo el cielo estrellado. Soñé que mi amado regresaba y contemplábamos una puesta de Sol juntos, pasábamos la noche de Luna llena regalándonos sonrisas, y dedicándonos miradas de amor. Cuando desperté, ya no era una mujer, tenía alas en ved de brazos, y pico en vez de boca.El destino me había escuchado. Al principio me sentí extraña pero enseguida dominé la técnica de vuelo. Volé alto, y durante mucho tiempo, descansando en rocas. Al fin divisé a mi amado. Era una gaviota y no podía hablarle pero llevaba el collar que el me regaló. Al parecer mi mirada no cambió y él me recordaba aún con esa forma. Me explicó que se retiró al mar porque su padre había muerto y necesitaba reflexionar. No pudo decirme adiós porque se fue cuando se enteró.Navegué con él y le expliqué como me sentía al ser una gaviota, lo bello que era volar. Y una noche cuando estábamos en su barco, pareció que el destino comprendía nuestro amor tan fuerte y no podía separarlo  Cuando desperté ví a mi amado se había convertido en otra gaviota. Era fantástico podíamos estar juntos para siempre. Volamos por el cielo estrellado y contemplamos la Luna, resplandecía. El había deseado convertirse en una gaviota porque me amaba de verdad. Y así pudimos vivir nuestra historia de amor.Los dos eramos, amantes del mar.

Moraleja: "En el amor, la espera desespera. Pero puede que algún día el destino se dé cuenta de que el amor es verdadero. Si no se da cuenta, podemos conseguirlo nosotros mismos con mucho empeño. Cuando dos almas de dos enamorados se unen, eso se llama amor."