sábado, 21 de diciembre de 2013

"El Séptimo invitado" Capítulo 8: "Un descubrimiento, un intento de asesinato y un adiós inesperado"

Muerta. Estaba muerta. Todos miraban histéricos a Julia que yacía en aquella silla.
-Está muerta- comuniqué tras tomarla el pulso
¡Otra vez ha vuelto a actuar! ¡Ese maldito psicópata!-dijo histérico Francisco
-No debimos venir a esta casa nunca- dijo Maite entre sollozos
-Yo me voy ahora mismo- dijo Carlos mientras se dirigía hacia el jardín
Todos fuimos tras él y cuando este agarró la valla se quedó pegado a ella a causa de la electricidad. Cayó al suelo desplomado.
-¡Carlos!- grité y fui tras él
Los demás también me siguieron afuera.
-Tranquilos. ¡Respira! Sólo está incosciente-dije- llévenselo, túmbenlo en el sofá enseguida le atiendo.
-¡El asesino ha vuelto a matar!- se alteró Francisco- ¿Cómo quiere que nos tranquilicemos? ¡Podría ser el siguiente!
-¡Julia! ¡Julia! - sollozaba a gritos Rosa mientras intentaba reanimarla
-Tenemos que resolver el enigma antes de que Mr.Wood vuelva a actuar- dijo Maite
-Estoy con usted. Sólo quedamos cinco, ya ha habido dos muertos ¡Hay que acabar con esto!- dijo Julia
-Cierto, pero para ello, debemos aclarar nuestro nexo de unión ¿Qué nos relaciona?- pregunté- Ya sabemos que sólo Maite y Rosa parecían conocer a el hombre misterioso de la foto, alguien más tiene que conocerlo
-Entremos, vengan- dijo Francisco.
-¿Qué ha pasado?...- dijo Carlos que volvía en sí
-¡Carlos! Gracias a Dios que usted despierta- le dijo Maite- Tenemos que aclarar el enigma para salir de aquí antes de que ese tal Mr.Wood vuelva a matar.
-Como hemos podido comprobar, el asesino viene de fuera, ha roto la ventana y ha asesinado a Julia con una flecha- observó Rosa
-El asesino no puede venir de fuera- apuntó Maite- No hay forma de salir del hostal, tampoco de entrar, la verja está electrificada
-Por eso mismo puede entrar perfectamente, el generador se encuentra fuera del hostal y puede desactivarlo a su antojo- le respondió Carlos, que parecía que se encontraba mejor.
-¡Un momento!- dije- Acabo de encontrar que es lo que unía a Julia al hombre de la foto
-Miren todos- les dije- ¿Ven aquí esa esclava dorada que tiene en la muñeca?- me dirigí a Julia- es la misma esclava de Julia. ¡Miren! hasta tiene una inscripición "A ti Alfredo, para un amor imposible de alcanzar, de tu amor inalcanzable. Julia"
-¿Eran marido y mujer?- dijo Rosa
-No, si no llevarían un anillo en lugar de una alianza- respondió Francisco
-Se trata de un amor imposible- aclaré- eran amantes
-Así que por eso estaba tan rara Julia antes de su muerte- se sorprendió Maite
-¿Creen que el asesino lo descubrió y por eso la mató?- interrogó Carlos
-Es muy posible- dije
-Cierre la puerta anda, que luego me entra un costipado tremendo- dijo Francisco
-Ya no hace ese ruido espantoso, menos mal- dijo Carlos
-El hombre misterioso de la foto se llamaba Alfredo...- comentó Rosa
-Alfredo Arias Díaz, alcalde de Castillar de la Roja- nos dijo Maite tras coger el libro que estaba leyendo Julia
-¡Claro! ahora lo recuerdo trabajé para él un tiempo, pero fue hace tantos años ya que no recuerdo muy bien que es lo que me pidió-confesó Maite
-Yo también trabajé para él ¡Era su secretaria! Ya no lo recordaba, sólo trabajé unos meses para él.... después no volví a saber de él.- comentó Rosa
-¡Miren!- Señaló Francisco al libro "Memorias de un buen alcalde"-- y miren por quién está editado
-Julia, era su editora y amante -dije anonadado
-Entonces ya tenemos un nexo bastante sólido que une a tres personas ¿Pero y a nosotros qué nos une?- se preguntó Francisco
-Eso es lo que tenemos que averiguar- le dije
- ¿Y qué tiene que ver el alcalde en todo esto?- se preguntó Carlos inquieto
-Algo nos relaciona con él ¿Rosa porqué no supiste nada de él?- le pregunté
-Un día vino la policía al ayuntamiento. Me preguntó si había visto a Alfredo yo le dije que salió hacia unas horas y no había vuelto- me dijo- no me acordaba por eso no os lo dije antes
-Claro, ¡que excusa más barata! Es usted la asesina- le acusó Carlos
-No empiecen otra vez, no tenemos pruebas- les tranquilizó Maite
-Habló, la que mató a Miguel- le reprochó el padre Francisco
-¡Basta ya!- estallé-si queremos conseguir salir de aquí habrá que resolver el enigma
-Entonces se nos relaciona con la desaparición de el alcalde- dijo Maite
-Eso parece.
Pasó así la medianoche. Otra noche sin dormir. Hicimos lo mismo, le dimos sepultura a Julia.
-Otro entierro más- dijo Francisco apenado
-Es domingo- dijo Rosa mirando por la ventana-
-Mr.Wood dijo que pasaríamos aquí un fin de semana- se lamentó Maite
-Me parece que seguiremos encerrados como animales de circo hasta que resolvamos el enigma- dijo Carlos mientras fue a la cocina.
-Yo no pienso dormir más, no quiero ser el siguiente- se aterró Francisco
-¡Como pille a ese malnacido se va a enterar!- dije irritado
-Son las cuatro de la mañana- bostezó Maite
-Duérmanse si quieren yo mismo continuaré la guardia- dije con tono de valentía
-¿Está loco? ¿No ve que acaba de cometerse otro asesinato?- dijo el padre Francisco mientras me zarandeaba como intentando reanimarme
-Les aseguro que no me dormiré, se lo juro- afirmé
-Yo me quedaré contigo- me dijo Maite
-¡No! No me perdonaría jamás que te pasase algo- le respondí
-Por favor Diego- me miraba
-Duerme tranquila Maite, no pasará nada, además seré el primero en despertarte
Después de mis palabras todos subieron a dormir.
Empecé a leerme el libro que había dejado Julia, era el libro del alcalde de Castillar de la Roja, narraba todo sobre su vida. Llegué a la mitad del libro y me aburrí de tanto politiqueo. Leí una frase que citó en uno de sus capítulos que me resultaba familiar, se la había oído decir a alguno de los anfitriones pero no recordaba a quién.
Saqué mi móvil del bolsillo, eran las seis y cuarenta y tres.
-A las siete despertaré a Maite- me dije
De pronto mis ojos empezaron a cerrarse, pero enseguida me espabilé. Me preparé un café y seguí observando el libro. Me quedé ensimismado mirando el agujero descomunal de la ventana. Fui hacia la cocina para ver si había algo con que taparlo. Y en efecto encontré un trozo de madera raído y viejo de una de las baldas de una despensa ancha y antigua. Probé a ver si cabía en la ventana y encajaba perfectamente. Salí a buscar un martillo y cuatro clavos al jardín, recordaba que había visto una vieja caseta junto al cubo metálico.Entré y busqué un interruptor. No había ninguno. Alumbré con el móvil en aquella caseta solo había una estantería más raída aún que la de la cocina.
Una caja de herramientas se escondía en la cuarta balda y rebusqué. No había ningún martillo, cogí una llave inglesa y cuatro clavos que encontré, uno de ellos oxidado por el tiempo.
Pero de pronto la puerta de la caseta se cerró. Al principio creía que había sido el viento pero, mis opiniones cambiaron de parecer cuando alguien me atizó en la nuca y caí inconsciente en el suelo, todo se volvió oscuro.
-¡Diego!- oí a lo lejos
-¡Diego! ¿Puede oirme?- volví a oir
-Mmmm...- murmuré
-Está volviendo en sí- escuché
Mis ojos se abrieron poco a poco, al principio borrosos y luego empezaron a clarear.
-Por poco le perdemos- pude ver esta vez a Rosa
-Incorpórese venga yo le ayudo- me dijo Francisco
-¡Menudo susto nos has dado! Sobre todo a la pobre Maite... - me dijo Carlos
-¡Maite!- salí corriendo para la casa.
Allí estaba Maite, entre sollozos en el sofá con las manos sobre la cara.
-¡Diego! ¡Estás vivo!- me abrazó
-¡Maite! ¡Creía que no iba a volverte a ver!- reí
-No vuelvas a salir ahí de noche Diego- me aconsejó Carlos
-Sí y menos con el perturbado de Wood fuera acechando- acompañó Rosa
-Venga que le vendo la herida, sé algo de medicina, de joven estuve en un convento por muy poco tiempo, fui el boticario y al hermano Constantino le pasó algo igual cuando un cirio le cayó encima en plena misa, acompáñeme.
-Nosotros prepararemos el desayuno- dijeron Maite y Rosa al unísono
-Yo voy a clavar estas tablas a la ventana- dijo Carlos
Subimos a su habitación y me sentó en su cama.
-A ver... ¡Aquí están! la venda y las tijeras- rió- últimamente estoy que nos estoy
-He tenido suerte, un poco más y hubiera acabado enterrado en el jardín
-Pero el señor no lo ha querido así- dijo mientras cortaba el trozo de venta
-¡Que crucifijo más bonito! me da la sensación de que lo he visto en otra parte
-Seguramente lo haya visto en me lo regalaron en el convento. Una vez salió en el periódico un reportaje
-¿Que tiene escrito?- le pregunté
-"Deum meum,lucem" es latín "Dios ilumina mi camino" significa. Esto ya está- dijo cortando el pedazo de venda.
-Voy a coger un cuaderno de mi habitación y bajo padre- le dije
Fui a mi habitación y cogí un cuaderno de notas que había traído en el bolsillo. Guardaba algunas recetas en él y no sería mala idea hacer el pastel de hojaldre y miel que solía hacer mi madre. Pero mi mirada se detuvo. Había una raja en la nuca del muñeco que me representaba. El corazón se me detuvo un momento luego reaccioné y bajé.
Un olor a café me invadió la nariz.
-¡Hay que ver que bien huele!- dije
-Siéntate Diego un café caliente te reconfortará- me dijo Maite
-¡Por cierto tengo que coger mi inyección antes de empezar! El bolso está en la recepción- dijo mientras se dirigía hacia allá
Un pequeño resbalón la derribó. El padre Francisco corrió a ayudarla
-¿Está bien?
-Sí solo ha sido...- se quedó mirando fijamente al suelo y luego dijo- una caída tonta
Tras rebuscar en su bolso dijo: -Aquí no está mi inyección, voy a subir arriba están en la maleta.
-¡Qué buen desayuno!- exclamó Carlos
-El café es una vieja receta de la familia- le respondió Rosa
-¿Y estos bollos? ¿También?- le dije
-No, estos los saqué de la despensa
-Ya estoy aquí- dijo Maite- estaba más pálida de lo normal
-¿Se encuentra bien?- preguntó Francisco
-Sí estoy bien, ya encontré mi inyección- dijo con la voz entrecortada- pero... terminen de desayunar- hay algo que quiero comunicarles.
Terminamos de desayunar a toda prisa y Maite comenzó a exponer su idea
-Ha bastado con una caída tonta para descubrir una pista que aclara muchas cosas..
-¿El qué?- la interrumpió Carlos
-Pues que el asesino de el monje, no existe.
-¡¿Cómo dice?!- se alteró Francisco
-No existe, nos ha hecho creer a todos que viene de fuera, cuando en realidad, el asesino está aquí, con nosotros sentados a la mesa.
-¿Qué dice?- dijo Rosa y después se desmayó
Fuimos a atenderla y Maite siguió.
-Unas manchas de aceite me hicieron descubrirlo, el asesino descubrió que las bisagras de la puerta rechinaban al abrirse y las engrasó para poder salir de la puerta, así nos hizo creer que...- empezó a toser
-¿Qué?- se apresuró Francisco
-Que... - siguió tosiendo esta vez se ahogaba
-¡Maite!- le dije y fui hacia ella
-Soco... ayuda...- decía
Se desplomó en el suelo. Comprobé su pulso. Estaba muerta.