viernes, 4 de julio de 2014

Capítulo 10: Cuando la verdad salió a la luz

En ese mismo instante estábamos los dos en el suelo. El subido a mi pecho propinándome un puñetazo detrás de otro. Rápidamente conseguí volcarle e intercambiar las posiciones. Me llevé la mano a la nariz y estaba sangrando. Con rabia le asesté un golpe con el puño cerrado en el pómulo.
-¡Déjelo ya por Dios! ¡Se van a matar!- gritaba con la voz cortada
-¡¿Ya has aprendido?!-le gritaba a Carlos
El padre Francisco consiguió separarnos. Pero Carlos calló fulminado al suelo. Rápidamente fui hacia
él para ver lo que le había pasado.
-¿Lo has matado?-preguntó nervioso el padre Francisco
-No... se ha... se ha desmayado aún respira- le informé
La lluvia caía acompañada de truenos. Las campanas a lo lejos marcaban cada momento, cada segundo y cada instante. El padre Francisco miraba nervioso el cuerpo de Carlos que yacía en el suelo.
-Déjele. Necesita reposo padre
Francisco se derrumbó abatido en el sofá de aquel salón.
-¡No aguanto más en este lugar!-gritó con todas sus fuerzas
-Le he jurado que vamos a salir de aquí hoy
-Yo no creo en su palabra. Las puertas están cerradas no conseguiremos salir de aquí nunca. ¿Sabe qué?, prefiero encontrarme con el señor ahora mismo.
-Confíe en mí padre-le cogí la mano- Hoy, saldrá usted de aquí. Voy a preparar unas tilas, enseguida regreso.
Fui a la cocina. Yo tampoco soportaba esta situación.
Tenía que escapar.
Preparé agua en la cazuela y la puse a hervir. Vertí el agua en dos vasos y les puse a cada uno una bolsita de tila.
-Ya traigo la tila padre.- le dije con una sonrisa
-No creo que consiga calmarme...
Me senté enfrente de él. Dejé la bandeja encima de la mesita.
-Bueno padre... ¿trabajó muchos años al servicio del señor?
-Se puede decir que desde que era un niño. Me crié con unas monjas, nací sin padres, uno murió en la guerra y mi madre falleció tras darme a luz.-confesó
-Y dígame una cosa padre, ¿Cómo expían los pecados?
-Pues... nosotros confesamos nuestros males actos al señor
-¿Y los pecados...mortales?
-¿A qué se refiere?
-Asesinatos concretamente
-¿Insinúa que yo...?
-No insinúo nada, yo solo digo la verdad padre
-Yo no sé...- empezó a ponerse nervioso
Saqué de mi bolsillo mi cartera. La abrí por uno de sus recovecos y saqué una foto.
-¿Lo reconoce?- le dije enseñándole la foto
Su mano temblante hizo derramar parte de la infusión al suelo.
-Vamos, seguro que sabe quién es, hemos hablado mucho de él mientras hemos estado aquí
-Es... el... alcalde ¿no?
-Exacto, pero usted sabe más
-Yo le... juro que no... que no... he visto a ese hombre en mi vida
- Seguro estoy de que al señor no le gusta que mienta
Permaneció callado sin decir nada.
-Iba bien Francisco, es el alcalde de Castillar de la Roja, pero, ¿Se ha olvidado de que Alfredo era mi hermano?
Su tembleque consiguió hacer que la taza se le resbalase de las manos.
-Mi hermano, desapareció hace quince años, de hecho, hoy se cumplen esos quince años. Pero mi hermano no desapareció, fue asesinado ¿sabe? Mi hermano fue asesinado por alguien de los que aquí el señor Mr Wood ha invitado.
-Es... us... usted el señor...
-¿El señor Mr.Wood? Efectivamente, ¡Por fin se ha dado cuenta! Pero eso no es lo importante ahora-reí-Usted asesinó a mi hermano ¿verdad? Pero no lo hizo usted solo... Mi hermano quería derribar la abadía pero usted no lo podía permitir, pero no era el único que no podía permitir que mi hermano hiciese eso. Carlos, le ayudó a matar a mi hermano. Lo asesinaron y lo escondieron fingiendo así que... había desaparecido. ¡Eso es!
-¡Es usted un demente!- me gritó
-Un demente... al que le arrebataron a un hermano
-¡Yo no hice nada de eso! ¡Es usted un loco!
-Shhh callesé padre... no esta bien mentir
En ese instante cogí una cuerda y le ahogé.
-Hoy saldrá de aquí padre. Hoy se acaba todo. Hoy usted paga por sus pecados.
Pronto dejó de respirar. Sí era un asesino, pero mereció la pena. Ahora solo me quedaba un invitado más que iba a despertarse ya por lo que calculaba que terminaría el efecto del sedante que le había puesto en la comida.
Tumbé al padre Francisco en el sillón.
Enseguida Carlos despertó.
-Mmm ¿qué ha pasado?
-¡Carlos! ¡Ayúdeme rápido! ¡Mr.Wood ha entrado en la casa y ha asesinado al padre Francisco!-mentí
-Al final lo has conseguido ¿no? te has salido con la tuya...
-Creemé lo mejor aún está por llegar Carlos-reí
-¿Qué me has hecho?- preguntó desorientado
-Es un sedante. Pero ya se le está acabando el efecto tranquilo.
-¡Estás loco!
-Shh así no vas a disfrutar del momento
Cogí unas cuerdas y le até a una silla. Coloqué una silla enfrente de él.
-Mr.Wood va a terminar lo que empezó. Pero antes quiero enseñarte algo.
Abrí una carpeta azul claro que reposaba encima de la mesita de las tilas.
-¿Sabes quién es ella?
-No tengo ni idea
-¿Porqué mientes? Sales con ella en la foto. Contraté a un detective para que os siguiera, pero tras entregarme las fotos misteriosamente rechazó mi misión. Tu mataste a mi esposa ¿verdad?. Os siguó la noche en que se enteró que planeabais matar a mi hermano, el alcalde de Castillar de la Roja.
-¡Yo no la maté!
-¡¡Mentira!!-dije mientras le di un puñetazo-¿Tampoco mataste a mi hermano no? ¡¡¿NO?!!
Saqué una jeringuilla y un botecito con un líquido.
-¿Sabes que es esto?- le dije mientras sonreía - Es veneno de viuda negra
-Estás loco...
-Ya lo sé, pero no puedo escapar, nunca he podido
Le inyecté el veneno y luego le dije:
-No sufras, pronto saldrás de aquí Carlos...
Subí a mi habitación y rebusqué en mi maleta las latas de gasolina que había traido.
-¡Maldita sea! ¿Dónde están?
Rápidamente di con ellas.
Impregné todas las habitaciones y todos los lugares de aquel mugriento hotel donde fue asesinada mi mujer, en su hotel, ¡En el hotel de mi Susana! Bajé y también impregné el comedor, la cocina, el recibidor... Todo.
Carlos ya estaba dormido. También impregné el jardín. Luego entré y fui tirando cerillas encendidas de fuego por todos los rincones.
-¡Hasta pronto!- dije mientras salía de allí y  veía como todo ardía.
Me monté en mi coche y salí de allí, la misma canción que cuando llegué sonaba en la radio. Cuando llegué a mi casa aparqué el coche en la calle y subí por las escaleras. Abrí la puerta y me dejé caer en la butaca mugrienta. Había acabado con todo... con todos los culpables de la muerte de mi hermano. Elaboré una lista con todos los sospechosos que podrían haber matado a mi hermano y les cité para averiguar la verdad eso fue todo.
En ese instante sonó el timbre. Miré por la mirilla, era el vecino.
-¿Qué quieres?
-Han echado esta carta por error en mi buzón y...
-¡Traiga!- dije arrebatandosela de las manos
Cerré la puerta de un portazo.
Era un sobre cerrado. Me acordé de cuando dejé en los buzones las invitaciones incluso en el mio propio. Me senté de nuevo en la butaca, y me masajeé la sien. Después de un largo rato abrí la carta sin remitente que decía lo siguiente:
Querido Diego:
Han pasado quince años. Quince años desde que tuve que hacer lo que hice para salvar a tu mujer de tus garras, de su infierno, de su mal. En realidad no estoy muerto, ni desaparecido. Tampoco lo está tu mujer Susana. Todo fue un plan perfecto para sacarla de su vida. Tu hermana se enamoró de mi cuando la saqué de tu casa aquel día en que tu... la echaste así que fingimos con ayuda de la policía mi desaparición y su muerte en el hotel. Gracias también al detective que contrataste creyendo que tu mujer tenía un amante. Carlos también participó en el plan, espero que ahora no la pagues con él. Sé que tal vez esta carta te extrañará pero era justo confesarte esto, al menos decirte que estamos bien.

Att: Alfredo y Susana.

No dije ni una palabra. Me levanté y encendí la radio. Una canción de mi cantante favorito sonaba. Saqué de mi bolsillo aquel frasco con la jeringuilla. Aún quedaba un poco. Lo terminé. Al principio todo se veía borroso, luego me quedé sin oir la canción. En un rato todo se oscureció. Todo había terminado.