jueves, 7 de noviembre de 2013

Capítulo 6: "Buscando respuestas"

Bastante nerviosos estábamos todos ya. Los acontecimientos habían cambiado bastante, tampoco es que antes se pudiera tocar la normalidad, pero ahora las cosas habían cambiado radicalmente. Alguien que nos odiaba bastante nos había metido allí en ese hostal perdido de la mano de Dios. Y además... teníamos más cerca a un asesino de lo que creíamos. Un despiste más y uno de nosotros... le haría compañía a la misma muerte.
Pero había que ponerse serios y buscar respuestas. Algo teníamos que encontrar ¿Por qué a nosotros? ¿Quien? y sobre todo ¿qué relación existe entre todos nosotros?
Bajé hacia el salón ha hacer compañía a los demás. Entré sin decir palabra. Menudo cuadro había montado, Maite estaba más histérica aún. El padre Francisco caminaba indeciso de un lado para otro, el sonido de sus zapatos rompía el tenso silencio, Carlos posaba los dedos con especial delicadeza sobre el piano, también se le veía nervioso pero lo intentaba ocultar y lo disimulaba mejor que Julia que miraba hacia ambos lados con la mirada perdida y Rosa que no se despegaba de la ventana.
-Escúchenme todos, ya sé que estamos todos muy nerviosos, pero debemos avanzar, buscar respuestas. Sobre todo cuando hay un asesino...
-La única asesina que hay en este hostal es ella- me interrumpió Carlos apuntando a Maite con su dedo índice
-Yo... os lo juro- suspiró- no he hecho nada.... - gimoteó
-Claro, llegaste y te lo encontraste muerto ¿Quién se va a tragar semejante soez?- reprochó alzando la voz el padre Francisco.
-Mirad. Sé que es difícil creer a Maite, pero ¿Y si el asesino se esconde en algún lugar del hostal? ¿o quien nos dice que no venga desde fuera?- intervine
-Tal vez esté escondido... - me siguió Julia
-O tal vez sea Maite que es lo más sensato... - siguió repitiendo Carlos
-Por... favor -suspiró- tenéis que creerme... Si hubiera sido yo... no me quedaría con... el cadáver- sollozó y se derrumbó de nuevo.
-Tiene razón... puede a ver sido El Monje- apunté
-¿El Monje? eso es sólo una leyenda que se contaba para asustar a los niños- dijo Francisco
-Vamos padre, démosle una oportunidad. Antes busquemos si hay alguien más con nosotros- se convenció Carlos
-Estoy con vosotros-  dijo Rosa
-Entonces busquemos- dije levantándome
-Si mal no recuerdo, Miguel, que ya descansa en paz removió todo el Hostal y no encontró absolutamente nada.- dijo Carlos
-Entonces sabemos que no está en la casa, tiene que estar fuera por estos bosques- acompañó Francisco
-No podemos salir, las verjas están electrificadas- respondió con temor Julia
-Si el asesino viene de fuera debemos asegurarnos de que no entra nadie- aportó Rosa
-No tenemos  la llave ¿Cómo cerramos?- interrogué 
-Bueno podemos hacer guardias junto a la puerta- se atrevió a decir Maite
-O podemos confesar nuestros pecados- le respondió bruscamente Francisco
-Padre... - le dijo Julia
-Vale entonces, hagamos guardias.- aclaré
-Yo me ofrezco para vigilar la noche, además con lo que ha pasado no me puedo dormir- dijo Rosa
-No, déjeme a mí yo afrontaré el peligro- dijo Carlos
-¿Pero no se dan cuenta de que lo que tenemos que hacer es salir de aquí?- se alteró Francisco
-No podemos salir de ninguna forma de momento...- le respondí
Después de un largo silencio todos subieron en silencio hacia sus respectivas habitaciones, excepto Carlos que se quedó abajo para hacer la guardia. Estaba claro que ninguno de nosotros podía dormir, en la casa no había nadie pero, ¿quien te garantiza que pueda vencer a Carlos y matarnos a todos? Seguida de esa pregunta automáticamente me surgieron otras muchas más. Pero acabé por cerrar los ojos después de dos largas horas. La noche estaba serena, ya no llovía y la luna brillaba casi en lo alto del cielo. De pronto, escuché de nuevo unos pasos.Se dirigían hacia aquí. Hacia mi habitación. Luego alguien giró el pomo de la puerta. Lentamente. Muy lentamente. Al final la puerta se abrió. Era él. el monje. Me quedé inmóvil, todo un coro de voces acompañaban sus pasos. Tenía la cara cubierta por su capucha, llevaba algo en las manos. Intenté gritar pero no me salía la voz. Alzó la vista y vi su horrible rostro quemado y rasgado de heridas que habían tardado en cicatrizar, clavó la mirada en mí por unos segundos y alzó lo que llevaba en las manos, una almohada, la puso sobre mi cabeza y apretó con fuerza. Me estaba asfixiando. De pronto abría los ojos. No había nadie. Nada quedaba del monje. Era extraño aún notaba la presión sobre mi garganta. Era tan agobiante, ¿habría sido sueño o realidad? ¿habían intentado asfixiarme con una almohada, o simplemente era parte de la imaginación turbada por el miedo? Miré el reloj. Marcaba las 7:24. Decidí levantarme a desayunar. No podía seguir durmiendo, después de todo... Cuando llegué a la planta baja, me econtré con algo terrible. ¡Carlos se había dormido! 
-Despierte. No ha servido mucho su guardia... -le dije algo molesto
-Mmmm... ¡Me he dormido! ¡Maldición!- contestó
-No... maldición ahora..- dije
Había visto otra vez algo junto a la puerta, habían colado otra de las cartas lacradas.
-¿Qué sucede?- se levantó Carlos
-Esto es lo que sucede- dije enseñándole la carta
-No puede ser, ¡otra vez! ¡Ha estado aquí!- dijo con rabia

-"Buenos días mis queridos anfitriones:
imagino que habrán pasado una buena noche. Les he venido a visitar, para advertirles de lo que viene ahora.  Habrá muchas sorpresas por mi parte. Miren el muñeco de Miguel y obsérvenlo con delicadeza, ha cambiado bastante. Vigilen sus espaldas, no pierdan de vista ningún detalle, y por supuesto no intenten salir del hostal, a parte de que no se puede salir de ninguna de las formas. Antes tendrán que desvelar el misterio. El misterio que les relaciona a cada uno de ustedes. A los siete invitados. Busquen... busquen antes de que sea demasiado tarde.
Mr.Wood"- terminé de leer
-¿Qué misterio?- preguntó Carlos
-¿Qué nos une a todos?- pregunté
Enseguida bajaron los demás, les reunimos en el salón y tras contarles todo estalló la gran revolución, comparada la francesa fue solo un cuento para niños. Todos empezaron a armar un barullo tremendo.
-¡Callensé! Si de verdad quieren salir de aquí como yo debemos hacer caso de la carta. Ya sabemos que hay un misterio que nos une a todos. y hay alguna relación entre todos nosotros. Mr. Wood nos ha dicho que no podremos salir hasta que el misterio esté resuelto- dije 
-¿Y qué es lo que nos une? Yo no conozco a nadie- dijo Carlos
-Bueno tal vez no sea esa la relación- dijo Maite
-¿Quién de todos conocía el pueblo?- preguntó Rosa
-Yo- contestó Maite
-Yo también- dijo Rosa
-¿Nadie más?- dije Julia
-Mi padre nació aquí pero no entiendo que tiene que ver eso con todo esto.- dijo Carlos
-Algo tendrá que ver. Yo no conozco el pueblo, Maite trabajó de abogada para un cliente ¿y tú Rosa?
-Yo trabajé de secretaria para otro cliente, pero no por mucho tiempo me contrató sólo tres meses antes de que dejara el trabajo- dijo 
- Bueno, algo de relación tienen ustedes. Tenemos que buscar más. La respuesta puede estar ante nuestros ojos.- dije 
-Voy a subir un momento a mi habitación, voy a coger mi chaqueta que hace algo de frío, enseguida bajo. les dije
Subí las escaleras a toda prisa. El hedor del cadáver de Miguel se hacía insoportable de un momento a otro. Llegué a mi habitación y cogí la chaqueta de mi maleta. Al salir recordé lo que había dicho la carta "Miren el muñeco de Miguel". Estaba claro que no le estaba llamando muñeco, se refería a la réplica de cada uno de nosotros. Fui hacia su habitación, y allí estaba. Pero ahora estaba reproducida en él la muerte de Miguel. Tenía un puñal clavado en el costado. Un escalofrío me recorrió cuerpo arriba. Salí de su habitación pero sin querer tropecé con algo. Era su carpeta, todos los papeles se esparcieron por la habitación. De entre ellos salió un libro. Al verlo descubrí que era el libro de visitas del Hostal. Lo ojeé por encima y descubrí que faltaba una hoja. Alguien había arrancado. Y estaba convencido de que algo había descubierto alguien en esa hoja, algo que no convenía que se descubriese.
Estaba seguro de que la había arrancado el asesino. Eran las visitas que tuvo el hotel el día 17 de Mayo. habían arrancado justo la parte que las recogía.
Bajé por las escaleras era bastante extraño... le daba mil vueltas en mi interior.
Cuando bajé vi a Francisco rebuscando en la recepción.
-Aquí no hay nada, ni rastro de quien es el dueño del hotel... - dijo en voz alta
-¿No encuentra nada padre?- le respondí
-Por suerte hemos encontrado la llave que cierra la casa, esta noche dormiremos bastante tranquilos- me contestó.
-!Vaya! que tranquilidad- contestó Julia
-Tampoco es algo que nos tranquilice, si erremos el hostal y se comete algún crimen... no habrá duda de que el asesino es uno de nosotros- temió Carlos
-A veces hay que tomar decisiones difíciles para conseguir nuestros objetivos- añadió Rosa
Así pasó la mañana entre desayunos y respuestas. De una cosa estábamos seguros. Si se cometía otro crimen más, ya no nos podríamos fiar ni de nuestra sombra.


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