Hubo una vez un Capitán de un barco llamado Ricardo que viajaba siempre sin descanso buscando el tesoro que su padre dejó escondido en una isla. Su padre fue el capitán de un barco que un día naufragó, solo consiguió salvar un cofre lleno de riquezas. Se agarró a él cofre y la marea lo llevó a una isla perdida en el mar. Allí lo enterró. Sobrevivió allí más de dos años, hasta que al fin construyó una balsa y se subió a un barco amigo que le llevó a puerto de nuevo. Antes de que su padre muriera le contó a su hijo que dejó un tesoro enterrado en una isla perdida en el mar y que prometiera que lo encontraría.
Y así lo decidió cumplir compró un barco a un Capitán y reunió una tripulación de cien hombres.
Después de llenar la despensa con abundantes víveres partío a la mar con las indicaciones que le había dado su padre. Los días se convertían en semanas, las semanas en meses y los meses en años. Un día los marineros, cansados decidieron abandonar el barco y regresaron a puerto, el capitán emocionado por cumplir la voluntad de su padre siguió adelante. Un día el capitán pensó mirando hacia el mar -He pasado tantos años viviendo en la mar, sin una mujer a mi lado que pueda darme amor, ¿y mis marinos? les he dejado marchar, el mar es muy bonito !Ellos saben lo que se pierden!. El capitán, se había enamorado del mar. -Pensarán que estoy loco, chalado tal vez, pero mi corazón lo a conquistado el mar, mi único amigo, mi fiel compañero. Así el Capitán se desposó con el mar aquella tarde y le prometió ser fiel. Una noche, una tormenta fuerte, revolvió el mar. El Capitán luchaba para que el barco no naufragase, -¿Porqué me haces esto?, yo que te he jurado amor, que me he entregado a tí,!Que te he regalado mi corazón!- decía el capitán.
La mañana siguiente el Capitán se encontraba en tierra, al pie de una orilla -!Es un milagro que esté vivo!. En el pañuelo que llevaba el Capitán había un trozo de papel mojado donde ponía la descripción de la isla de la que hablaba su padre: "Detrás de aquella palmera alta se eleva una alta roca, allí enterré el cofre con las riquezas que pude salvar" .
El capitán lleno de ilusión se dispuso a desenterrar el tesoro, cuando lo fue a desenterrar se llevó una gran sorpresa, el cofre... estaba vacío. En su lugar había un pergamino que decía "La verdadera riqueza de la vida, es el amor, ese que entra en tu pecho y te roba el alma como un bandido, no solo el amor para ser el amado de alguien sino, la amistad es un verdadero tesoro, un buen amigo puede sustituir cualquier riqueza que exista". El capitán había pasado toda su vida en el barco, buscando la riqueza de la que su padre hablaba, pero su padre no hablaba de oro ni de joyas, hablaba de un buen consejo que servía para toda la vida. El capitán había pasado la mitad de su vida en la mar, sin amor de una mujer y sin el amor de un buen amigo. El barco milagrosamente seguía allí pero tenía un gran agujero. El capitán lo reparó con cabos y leña que guardaba en la bodega del barco y llegó a puerto, y aprendió esta moraleja.
MORALEJA: "La verdaderas riquezas de la vida, no son el oro, ni las joyas, ni el dinero, sino el amor y la amistad de amigos fieles"
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