Hubo una vez un leñador que odiaba a los árboles del bosque. Talaba los árboles porque quería hacer desapracer a todos. Una mañana como siempre, se adentró al bosque y comenzó a talar árboles. Al principio taló solo tres, pero luego pensó -Si quiero terminar con todos, tendré que talar más-dijo y taló diez árboles más. Cuando se disponía a talar el siguiente árbol, se llevó una grán sorpresa, el árbol habló.
-!Basta ya de matar a mi familia!, nosotros intentamos vivir en este bosque como tú en tu casa. Los árboles también sentimos y lloramos como tú..-dijo el árbol.
El leñador se frotó los ojos porque no creía lo que estaba viendo.
-Los árboles no hablan, tampoco piensan, ni lloran, ni ríen. Solo eres mi imaginación-dijo
El leñador sin compasión hundió el hacha en el árbol y acabó con él.
-Ya está, ahora aprenderás a estar calladito. -dijo el leñador enfurecido.
El leñador no se esperaba lo que le iba a pasar. Intentó salir de aquel bosque pero no encontraba la salida por ningún lado. Siguió buscando desesperadamente la salida durante horas, pero no la encontraba. Cayó la noche y el leñador quedó atrapado en el bosque sin poder salir. Finalmente se echó a dormir bajo las estrellas a esperar a la mañana siguiente. Cuando despertó intentó hablar, pero no pudo. Su boca era una corteza gruesa, sus manos eran ramas, sus dedos eran hojas y sus pies estaban fijos al suelo por que eran raices.
De pronto vino un leñador. y le dijo: -Ahora sabrás lo que siente un árbol, por que lo serás toda tu vida, sabrás lo que es vivir clavado al suelo. Sufriendo el temor de los leñadores, viendo como cada uno de tus amigos, es talado.
El bosque estaba asolado, tan solo quedaba el arbol. El leñador acabó su trabajo
Muy bien Aaron me gusta tu blog.
ResponderEliminarGracias Sara :)
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