sábado, 6 de abril de 2013

Los amantes del mar

Sola, en la  playa,  mirando hacia el fondo del mar, viendo como se ponía el Sol y esperando de nuevo a la noche,sintiendo la brisa marina soplar, a las gaviotas retomar su vuelo, viendo como el destino había sido injusto conmigo. Así pasé durante un tiempo,esperando a mi amado, que me había dejado sola,una tarde al partir con su velero, sin avisarme, sin un adiós.

Yo le amaba, le amaba tanto como la Luna ama a las estrellas, como el sol ama el cielo, como los pájaros aman a la libertad de volar, como el escritor que ama a sus sentimientos. Tantas tardes junto a él, esas puestas de Sol que contemplábamos en el mar, esas bellas rosas que me regalaba.
Pero se había ido, sin decirme adiós, sin un amable gesto y sin una explicación. Y mi esperanza se volvió ciega, y mi corazón se marchitó. Todas las tardes me sentaba a contemplar la puesta de Sol, hasta que la Luna conquistaba el cielo estrellado, preguntándole a la Luna si volvería pronto, por la playa gritaba su nombre, pero solo respondían las olas del mar.

Pensaba que ya no me amaba,que no volvería jamás y entregaría toda su vida a navegar por el mar. Miraba a las gaviotas, y pensaba en que ellas tenían la libertad de volar, por el cielo y así ser felices. Dos años pasaban y yo volvía todas las tardes a esperar su regreso pero no volvía. Una noche desesperada deseé ser una gaviota, para poder viajar por el cielo e ir en busca de mi amado y se lo rogué a la Luna. Me quedé dormida en la arena blanca, fue la primera noche que dormí bajo el cielo estrellado. Soñé que mi amado regresaba y contemplábamos una puesta de Sol juntos, pasábamos la noche de Luna llena regalándonos sonrisas, y dedicándonos miradas de amor. Cuando desperté, ya no era una mujer, tenía alas en ved de brazos, y pico en vez de boca.El destino me había escuchado. Al principio me sentí extraña pero enseguida dominé la técnica de vuelo. Volé alto, y durante mucho tiempo, descansando en rocas. Al fin divisé a mi amado. Era una gaviota y no podía hablarle pero llevaba el collar que el me regaló. Al parecer mi mirada no cambió y él me recordaba aún con esa forma. Me explicó que se retiró al mar porque su padre había muerto y necesitaba reflexionar. No pudo decirme adiós porque se fue cuando se enteró.Navegué con él y le expliqué como me sentía al ser una gaviota, lo bello que era volar. Y una noche cuando estábamos en su barco, pareció que el destino comprendía nuestro amor tan fuerte y no podía separarlo  Cuando desperté ví a mi amado se había convertido en otra gaviota. Era fantástico podíamos estar juntos para siempre. Volamos por el cielo estrellado y contemplamos la Luna, resplandecía. El había deseado convertirse en una gaviota porque me amaba de verdad. Y así pudimos vivir nuestra historia de amor.Los dos eramos, amantes del mar.

Moraleja: "En el amor, la espera desespera. Pero puede que algún día el destino se dé cuenta de que el amor es verdadero. Si no se da cuenta, podemos conseguirlo nosotros mismos con mucho empeño. Cuando dos almas de dos enamorados se unen, eso se llama amor."


No hay comentarios:

Publicar un comentario