Cuando abría la puerta, vi que no estaba solo. Como dije antes conté seis. Conmigo siete personas.
Todas se quedaron mirándome por un segundo fijamente. Yo quedé al principio un poco mudo, hasta que al fin las palabras me salieron.
-Buenas tardes, busco a un tal Mr.Wood.- dije bastante intrigado
-Esta claro que usted es el séptimo invitado- dijo uno que estaba sentado frente a un piano.
Aquel salón parecía de un mismísimo rico. Una alfombra granate abrigaba el suelo con su cálido y vivo color. Las paredes, parecía que iban a contar viejas historias de lo antiguas que eran, se tornaban en un color ocre. Había una gran ventana, por la que se veía un gran rosal del tenebroso patio. Los demás invitados se esparcían por aquel salón, uno miraba tras la ventana, una mujer se sentaba en el sillón de cuero granate y elegante. Otros simplemente exploraban aquella adornada sala, observaban los cuadros y los preciosos marcos con diseños barrocos y delicados que envolvían esas obras de arte.
-¿El Séptimo invitado?-dije dirigiéndome hacia él.
-Sí, cada uno tenemos un número. Yo soy el invitado número tres. Lo sé simplemente por el número de habitación que nos ha tocado a cada uno. Pero que mal educado soy, perdóneme, no me he presentado. Soy Carlos, ese tal Mr.Wood también me ofreció su relajante fin de semana y lo acepté.- me explicó
Era un hombre bastante elegante. Vestía traje gris y corbata azul oscura. Su tez se tornaba dura y su mirada adquiría un carácter misterioso, aquellos ojos verdes hipnotizaban a cualquiera, he de reconocerlo. Su peinado, compartía mi gusto aunque, el poseía un pelo más corto.
-¿Y usted quién es, no se ha presentado aún?- Dijo una de las mujeres que paseaba observando los cuadros.
-¿Es el tal Mr.Wood?- dijo el hombre de la ventana
-No, no soy el tal Mr.Wood. Me llamo Diego. Ese señor también me invitó a pasar un relajante fin de semana. ¿Ustedes también recibieron la invitación del fin de semana?-
-A mí no me dijo nada de un fin de semana. He de decir que la invitación me asustó bastante. Me dedico a la edición de libros y el me propuso un buen precio a cambio de que echase un vistazo a algunos escritos que tenía- dijo la tercera mujer que se encontraba sentada en aquel sofá.
Era rubia, con un moño recogido sujeto con una pinza en forma de mariposa que le hacía tener un peinado bastante elegante. Su rostro dejaba ver las secuelas de la edad, pero debía ser una mujer de unos cuarenta y seis. De media altura vestía una camisa de un color lila, adornada por una preciosa rebeca blanca de lana. Sus ojos azules lo decían todo de ella.
-Y me temo que si no aparece no podré cumplir con lo que me ha dicho. Soy Julia, encantada de conocerle.
-Puede tutearme, no hay problema-dije con un tono más relajado
-Pues en mis tiempos, cuando yo aún era un zagal, al que se le ocurría llamar de tú a una persona mayor, tendría buen castigo de sus padres- rió uno de los hombres que se sentaba frente a la mesita. Soy Francisco. Ese tal Mr.Wood del que yo también recibí invitación me dijo que necesitaba a alguien para, confesar antes de morir.- explicó
Era un hombre anciano, con varias arrugas en torno al rostro. Con ojos de un tono gris que me llamó tanto la atención que quedé embelesado por unos instantes. De pelo lacio, una mezcla entre tono castaño, que debió ser el que poseía en su juventud y el pelo blanco que poseería hasta el final de su vida. Vestido con un jersey negro, y un pantalón marrón oscuro.
-¿Confesar?, así que usted era su amigo. ¿Entonces le conoce?-preguntó una mujer que leía un libro.
-No, jejeje no me refiero a secretos. Buscaba el perdón de sus pecados, soy cura.-riño de buena gana
-¿Y usted? ¿Porqué no deja de leer y se presenta?- replicó el otro hombre sentado a la mesa
-Soy Maite. El tal Mr.Wood, tampoco me habló de ese fin de semana. Me explicó que necesitaba defensa ante un tribunal, cosas de herencias. Soy abogada, y ojalá que siga siéndolo durante mucho.
Era una mujer de pelo largo y castaño. Con carácter afable y simpático. De ojos marrones que se ocultaban bajo las gafas de pasta fina que le daban el toque de intelectual que bien se merecía. Era un poco rellenita y la blusa verde adornada con estampados rosados, le quedaba bastante corta.
-Osea que Mr.Wood nos ha tomado el pelo a todos. ¿Y para eso cancelo mi reunión?. Menuda soez.- dijo el hombre de la mesita
-Bueno, ya que se ha decidido por fin a abrir la boca, ¿porqué no nos dice su nombre?-le interrogó la una mujer que fumaba un cigarro al lado de la ventana.
-Usted tampoco a abierto la boca, está demasiado ocupada con sus cigarros.- le replicó el hombre levantándose de la mesita. Pero bueno, debo presentarme. Soy Miguel. Mi vida es bastante aburrida, también decidí venir por visitar un ámbito rural. Mr.Wood, me llamó para firmar un contrato, soy asesor financiero y cuando me enteré no pude rechazarlo.- comentó mientras paseaba a ritmo intermitente por el salón.
Parecía un hombre con bastante carácter a simple vista. De un tono ocre claro, así se representaba su pelo. Rizado pero corto, este vestía con chaleco azul eléctrico y camisa blanca con cuadros negros, que le asomaban del cuello. Su barba amenazaba con irritar a cualquiera que le saludase, pero estaba bastante bien colocada. Tampoco era excesiva. Sus cejas se arqueaban cada vez que se enfurecía.
-Pues vaya. Ha sido todo una tremenda estafa, por que no creo que haya ninguno que venga por el trabajo de recepcionista y secretaria ¿verdad?. Bueno, que más da. Me llamo Rosa. Y todo esto parece una cámara oculta de verdad si esto es una broma que alguien lo diga y terminemos con el juego.- dijo con carácter burlón
-No creo que lo sea- afirmó Francisco.
Me parecía una mujer bastante desagradable. Lo decía también su cara. Con un peinado tirante, del que se escapaban algunos pelos pelirrojos y le colgaban por ambos lados de la cabeza. No me gustaría nada enfadarme con tal mujer. Vestía con chaqueta verde y camisa blanca de manga larga. Sus ojos lanzaban mirada desafiante a quien los mirase o se parase a observarlos.
-¿Alguno a conseguido resolver el acertijo que viene al final de la carta?- Pregunté intentando aclarar un poco la situación.
-Es evidente la solución.- apuntó Miguel- No se trata nada más y nada menos que de un ladrón.
-Está usted en un error, pues el acertijo aclara que no es ladrón. La respuesta es claramente un monje.- explicó Francisco
-!Claro!- exclamé yo.- Estaba tan nervioso que ni me detuve a pensar que podía ser.
-Pero no se que querrá decir con un monje...- se intrigó Rosa
-Puede ser que el tal Mr.Wood sea un monje- sospechó Julia
-Un monje... no se si tendrá algo que ver pero... Yo trabajé en este sitio durante algunos años. Y según una leyenda muy famosa en este pueblo, un monje de una abadía fue asesinado en el bosque. Era una noche fría con una niebla espesa que envolvía a cualquiera que la viese. La abadía de los monjes de la que os hablo, se enteró de que uno de los monjes practicaba magia negra y que el mismo Satán pronto habitaría en su abadía si seguía rindiéndole culto. Así que tuvieron que tomar una difícil decisión, aun que su alma quedara condenada de por vida. Toda la abadía se reunió mientras este monje se encerraba en su habitación practicando aquellos sacrilegios oscuros. Tras tomar la dura decisión, esa misma noche salieron al bosque. Y allí lo mataron. Cuenta la leyenda que el mismo aliado con Satán planeo la venganza eterna. Pues aquel que se atreviese a entrar en el bosque... sería asesinado. - Nos contó Maite
-Menuda chorrada ¿Enserio me estás diciendo que me lo crea? Jajajaja- rió sarcásticamente Miguel
-Puede ser que tengamos alguna relación con la leyenda- Apoyó Francisco
-Es cierto. Esa leyenda se cuenta por estos lares.¿Mucha casualidad es que la respuesta al acertijo sea un monje no?- Comenté yo
-¿Os vais a tragar lo que esta rellenita dice?- Atacó Miguel
-Tenga un respeto, yo no he osado a insultarle- le gritó Maite
-Tampoco a dicho nada que no sea cierto- dijo con un tono burlesco Rosa
-No nos amargues más el fin de semana- le reprochó Julia a esta
-Amargado ya está por todos ustedes- Se enfureció Carlos
-Bueno cálmense, no hay por que dicutir- Intentó calmar Francisco.
-Venga abuelo, no me venga con tonterías- comentó Miguel dándole una palmadita en la espalda
-¿Abuelo? como te atreves....
Y todos comenzaron a gritar, y a tirarse trapos sucios. Hasta que me cansé de orilos.
-!Basta ya! !Diablos!- grité con todas mis fuerzas-¿No ven que insultándose no van a llegar a ninguna parte?
-Tiene razón, nos hemos pasado- admitió Rosa
-Debemos, armarnos de paciencia....- dijo Julia tras un largo suspiro
-Debemos averiguar cuál es la razón por la cual nos encontramos aquí- les exliqué yo-Tal vez si lo averiguamos sepamos....- me interrumpieron
-Lo que debemos hacer es buscar a ese tal Mr.Wood. No hemos visitado todo el hotel, tal vez se encuentre esperándonos en alguna habitación.- indicó Carlos
Cuando quise mirar por la ventana había anochecido. Estaba todo oscuro.
-Bueno, cuando se aclaren y terminen de contar historias de poca monta avísenme. Voy a salir a fumar.
-Me voy contigo- dijo Rosa dirigiéndose hacia la puerta.
-Yo voy a subir a dejar mi maleta, ya que he sido el último en llegar- les dije
-Te acompaño así te enseño donde está tu habitación- dijo Maite
-Pues nosotros nos quedamos aquí- resopló Francisco
-Yo seguiré al piano- informó Carlos
-Yo tengo que hacer una llamada. se levantó Julia
-Bueno sígueme Diego- me dijo Maite.
Subimos las largas escaleras de aquel recibidor abandonado. Se dividían en dos secciones
-Es por aquí- indicó Maite apuntando hacia la derecha
-Que mala espina me da Miguel. No es por que me haya insultado, si no por que creo que guarda algo. Oculta algo se le ve.- me susurró Maite mientras subíamos.
-¿Usted cree?- me intrigué
-Sí, además. Antes de que llegara usted no ha parado de subir y bajar todo el rato. Y cuando he subido por última vez a mi habitación mi collar de perlas no estaba, yo creo que me lo ha robado.- me confesó.
-Tranquilícese mujer seguro que aparece.
-Es esa puerta, donde aparece el siete-señaló
-Gracias- la miré. Y en ese momento me recordó a Susana, tenía sus mismos ojos y quedé embelesado.
-¿Se encuentra bien?
-Sí, no es nada. Espéreme aquí enseguida salgo.
Aquella habitación era inmensa, una cama de matrimonio ocupaba casi toda la habitación y un gran ventanal por donde entraban los últimos rayos de Sol de la tarde me cegaban. También tenía una mesita de noche. Sobre el cabecero de la cama enmarcado se encontraba la frase "Que valor inmenso posee la vida. Menos cuando es arrebatada, y deja una herida que ni el tiempo puede cerrar".
Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo.
-!Menudo psciópata!- me dije. Asustado retrocedí hacia la puerta y sin querer tiré una botella de vino. El cristal se partió en mil pedazos y el vino se esparramó por la habitación.
-¿Va todo bien?-llamó a la puerta Maite
Salí de la habitación y la expliqué que sí.
-He aprovechado para coger mi inyección, por eso tardé tanto.- Me confesó con media sonrisa mientras me mostraba su medicina.-Soy diabética
-Vaya, bueno, parece que lo lleva bastante bien- le devolví la mirada
-Sí, más me vale.
Al bajar oímos a Miguel enfurecido de nuevo y nos apresuramos.
-¿Qué sucede?- pregunté
-Pues que casi me dejo la vida ahí afuera- se me encaró
-La verja está electrificada- dijo con aire temeroso Rosa
-¿Y porqué motivo?- preguntó Francisco
-!Pues no lo sé!- pisoteó fuerte contra el suelo Miguel
-Pues yo he intentado llamar a mi familia para decirles que había llegado pero, no he podido porque no hay cobertura aquí.- confesó Julia
-Qué extraño, cuando yo salí afuera tampoco había...- se atemorizó Rosa
-Entonces quieren decir que. ¿estamos incomunicados?- se preocupó Miguel
-Eso me temo...-le siguió Francisco
La lluvia comenzó a precipitar fuertemente. Y mi miedo iba en crescendo. Estábamos incomunicados, en medio de un maldito bosque. Con un tal Mr.Wood al que tenía bastante afán en poner frases un tanto psicópatas en las habitaciones. La melodía del piano a manos de Carlos empezó a sonar de nuevo. Invadía la sala con el "Claro de Luna". Mientras se notaba el aire de sospecha y miedo entre los invitados. Todos se miraban y todos se hacían la misma pregunta ¿Porqué?.
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