Capítulo III
Aún no lo podía creer. Mi madre, había huido. ¿Dónde
estaría ahora mismo?, ¿volvería algún día? Yo soñaba con una familia feliz,
como la de Rubén o la de Daniel. Deseaba tener unos padres que no discutiesen
todos los días. Ojalá. Siempre gritando, siempre con llantos, yo también lo
pasaba mal, no era nada agradable verlos así. Por eso me hice este refugio,
alejado de mi casa. Era un sitio fantástico, en lo alto de una montaña baja.
Estaba debajo de un árbol, y desde ahí se veía una fantástica puesta de Sol.
Aún recuerdo el primer día que vine, cuando mi abuelo murió. Mis padres me
habían dejado con mi tía y mi primo, hace tres meses. No era consciente de
nada. Solo me enteré cuando mi madre habló conmigo y me lo intentó explicar, y
yo le dije: -No me he despedido de él, yo quería abrazarle por última vez. Eso
llenó de amargura a mi madre.
Recuerdos amargos que me llenaban de tristeza, la puesta
de Sol intentaba calmarme. Nunca me había quedado allí a dormir, me daba miedo,
pero seguro que sería fantástico dormir bajo ese manto de estrellas. No cesaba
mi llanto, mi madre, la que tanto me quería, había huido, pero seguro que lo
habría hecho por algo muy grave. Seguro que volvería cuando estuviese más
calmada. Lo que estaba claro, es que mis padres no estarían más juntos.
De repente, oí unos pasos acelerados que se acercaban.
-Al fin te encuentro Santiago- dijo Clara con la voz
entrecortada
-¡Clara! ¿Qué haces aquí?, quiero estar solo-dije mirando
hacia el suelo
Ella se sentó a mi lado. Al principio estuvimos callados
mirando al horizonte durante un largo rato,luego Clara me dijo:
-¿Así que este es tu refugio?, es genial. Sobre todo las
vistas.
-¿Sabes si mi madre volverá Clara?-dije yo mirándola a
los ojos
-Claro que volverá Santiago, tu madre, necesitaba ir a
tranquilizarse durante un tiempo.
-Me ha abandonado. ¿Qué clase de madre hace eso?
-Tu madre te quiere Santiago, se que volverá, solo
necesitaba, despejarse de la situación.
-¡Qué más da si tu no me comprendes! ¡No sabes nada!-
dije enfadado
-Tranquilo Santiago. Sé que es difícil… Cuando tenía
nueve años, mi padre que era pescador, partió al mar en busca de una buena
pesca. Se fue en su barco con su tripulación, el mismo decidió hacerse
pescador, no paraba de discutir con mi madre. Durante tres años mi padre no
apareció por casa, mi madre desesperaba cada vez más, y pensamos que no
volvería. Y así fue, no volvió. Cuando tuve veintiséis años mi madre murió, y
mi padre seguía sin aparecer, creí que tal vez la mar se le había tragado, y
siempre soñaba que volvería. Y así ha sido hasta hoy, aun espero que vuelva.
Al oír la dramática historia de Clara, la abracé con
mucha fuerza. Clara era una mujer bondadosa y cariñosa, siempre quería hacerme
feliz.
-¿Crees que tu padre volverá, Clara?
-No lo sé, solo tengo la esperanza de que algún día
vuelva, y pueda verle.
- Ten la esperanza Clara-dije yo intentando animarla.
-No perderé nunca la esperanza. ¿Estás mejor Santiago?
-Bueno, estoy más tranquilo. Aunque, sigo preocupado por
mi madre.
-Encontré una carta que ella misma escribió, me dijo que
necesitaba un tiempo para pensar, que volvería al cabo de dos días, puedes
estar tranquilo-dijo Clara
-Bueno, entonces… ¿Volverá pronto?
-Sí
-Clara, mis padres se van a separar ¿verdad?-dije con la
mirada perdida
-Eso me temo Santiago, pero no te preocupes, mis padres
también se separaron
-Bueno, si no son felices es mejor, aunque a mí no me
gusta nada
-Lo sé es difícil.
-Mira Clara, la maravillosa puesta de Sol.
-Es realmente mágico.
Después de la puesta de Sol regresamos a casa, estaba más
calmado. Sabía que mi madre volvería, son cosas de mayores, supongo que mamá lo
habría hecho porque lo necesitaba. Clara me estaba ayudando mucho, y yo la
quería con locura. En esta situación tan
difícil que estaba pasando ella me consolaba para que no estuviera triste, la
amargura que me amargaba el alma. Destino caprichoso que me trataba como un
títere. Lo que estaba claro es que, no
cumpliría nunca el sueño de tener, una familia feliz.
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