viernes, 31 de mayo de 2013

Lágrimas del Destino, Capítulo VI


Capítulo  VI


Todo había terminado entre mis padres. Ya no volverían a estar juntos. Todo ese amor… había desaparecido. Aún recuerdo, nuestras últimas vacaciones en la casa del tío Emilio. Era todo tan normal, éramos tan felices. Mis padres no discutían, y reían juntos. Paseábamos por la playa, cogíamos conchas, pescábamos pequeños peces en la orilla. Mi padre y yo construíamos figuras de arena y mi madre tomaba el sol. Clara también había venido, y daba paseos en la orilla o se sentaba al pie del mar. Algunas veces, mi padre y yo íbamos a pescar cangrejos en unas rocas que había en esa playa, mi padre les ataba las pinzas con un diminuto cordel para que no pudieran picarme, los observaba durante un tiempo, los dibujaba y luego los soltaba en su casa. Mi madre dibujaba el paisaje marino y Clara inmortalizaba todos los bellos recuerdos en su cámara fotográfica.

Pero todos esos recuerdos, seguirían siendo recuerdos. No volverían a estar vivos de nuevo… ¿Quién era el culpable de esto?
De nuevo se les oyeron discutir, esta vez quería observar de cerca, estaban en la cocina y la puerta estaba medio cerrada. Observé durante un tiempo. Y cuando estuve a punto de irme. Lo que vi me hizo volver. No lo podía creer, ¿serían imaginaciones mías? Mi padre le había pegado en la cara a mi madre. En ese momento, hecho una fiera, entré con toda mi valentía en la cocina.
-¡Que has hecho! ¿Estás loco?, ¡deja a mi madre en paz!, ¿me oyes?, ¡déjala!-¡Te odio!, ¡olvídate de mí!

Salí corriendo a la calle, iba a mi refugio. Esta vez nadie me siguió, escapé con mi bicicleta.
No volvería. Me quedaría allí, en mi refugio para siempre.

Era el colmo. Mis padres no se querían, mi padre se volvía loco. ¡Y yo tenía que soportar esto!.
-¿Me merezco yo esto?- dije gritando al cielo nublado
Caí con mi llanto al suelo, desesperadamente llorando, con el corazón partido. ¿Por qué no escapar?, Sería libre por fin, se acabarían las penas y por fin sería feliz de una vez. Me buscarían por todos lados, darían conmigo al final, ¿pero por qué debo huir yo, y dejar mi vida atrás para ser feliz?, Gente como mi padre, que se dedicaba a robar felicidad.

Comenzó a llover, y yo me refugié dentro del árbol.

(MIENTRAS EN CASA)

-¿Dónde está mi hijo? Por tu comportamiento de animal, nuestro hijo a huido ¿sabes?
-Tranquilícese señorita Carmela, creo que se dónde ha ido.
-La culpa es tuya, si no te hubieras ido seguiríamos igual
-Si no me hubiera casado contigo por lo menos Santiago sería feliz
En ese momento sonó la puerta
-Abro yo señores.
-Buenas tardes, somos los agentes Martínez y García. Venimos de la guardia civil buscamos a Agustín Mora del Río ¿Vive aquí?
-Sí esta es su casa. Yo soy Clara Martínez del Olmo, ahora mismo se está produciendo una disputa doméstica entre ellos, ayúdenme se lo ruego.
- ¡Alto! ¡Policía!
-Por fin señores.
-Señora venga conmigo ¿Qué ha sucedido? Tranquilícese
-Verá, mi marido y yo no éramos felices. Estaba cansada de que me tratase como un animal, por eso tuve que abandonar mi hogar durante dos días, necesitaba aclararme la cabeza. Fui a la casa de mi madre, que ya murió hace tiempo. Me instalé ahí, tramité con mi abogado el tema del divorcio y me dio los papeles. Entonces llamé a mi casa e informé de que volvería a las ocho de esta misma tarde. Mi ex marido, firmó el divorcio, pero cuando continuábamos hablando en la cocina, se levantó y me agredió, mi hijo estaba mirando, entró y le dijo que por que lo hacía. Mi hijo se ha escapado por esa puerta, tiene siete años.

-Bien, tranquilícese. Nosotros veníamos por otro asunto pero esto le ampliará la condena
-¿Ampliar la condena?
-Sí, nosotros veníamos con una orden de registro. Al parecer su marido es el principal sospechoso del asesinato de Joaquín Balbuena Gutiérrez.
-¡¿Cómo?!
-Así es. Mi compañero está registrando la casa.
-Yo… yo… no puedo más- cayó desmayada al suelo
-Señora, Señora vuelva,
-Agente, he encontrado esta pistola, al parecer tiene sus huellas. También encontré esta pala, contiene sangre de la víctima.
-¡Claro por eso hablaba tanto por teléfono!. Esto es… es totalmente…- cayó también desmayada
-Atiéndala, voy a por el señor Agustín
-Señora, señora… vuelva
-Agustín Mora del Río, queda usted detenido por el asesinato de Joaquín Balbuena Gutiérrez.
- ¡Soy inocente! ¡No podrán demostrar nada!
-Llévatelo al coche, vigílale
-Señoras, tranquilícense, ya ha pasado todo. ¿Saben dónde está su hijo?
-Me parece que yo sé dónde puede estar.
-Agente Martínez, acompañe a estas dos mujeres. Siga la dirección de esta señorita, sabe dónde está el niño
-De acuerdo
-Tiene que subir toda esta cuesta, y girar a la derecha. Ahora en este campo, ahí en esa pequeña montaña.
-¡Ahí está!
-Mamá, ¿Qué ha pasado?
-Nada, tu padre ya no volverá a molestarnos.
-Tranquilo chico, puedes venir con nosotros.

Tras ese día. Mi mundo cambió. Mi madre y yo tuvimos que ir a la consulta del psicólogo durante unos años. Pasaron cinco años. Mi padre no volvió a aparecer. Mi madre me dijo que mi padre había huido. Estuve en shock durante ese tiempo. Luego, en el instituto pude comenzar una nueva vida. Pero aquel día. Me marcó para siempre.




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