lunes, 27 de mayo de 2013

Lágrimas del destino, Capítulo IV


Capítulo IV

Eva. Mi gran amor. La chica de mis sueños. Me había sido arrebatada. Además por mi gran a migo Rubén. El sabía que me gustaba, y ¿Cómo se ha podido atrever a hacer tal cosa? Ya se podía ir olvidando de mi amistad. ¿Acaso no había más chicas en el colegio?, no, tenía que quitarme a Eva.

El ambiente en casa seguía igual. Mi madre había llamado, dijo que  a las ocho de la tarde estaría en casa. ¿A dónde habría ido?, ¿Tenía previsto divorciarse de mi padre?, desde luego que si se había ido lo tendría previsto. Antes de la llegada de mi madre quería terminar los deberes. Afortunadamente solo tenía que hacer la entrevista, pero ¿A quién? Mi padre no se despegaba del teléfono. Clara me había dicho que cuando terminase las tareas me ayudaría pero, ¿sería antes de que mi madre volviera?
La comida había estado muy buena, Clara preparó macarrones. De postre hizo unos pastelitos, ¡Qué buenos!
Las cinco llegaron pronto, y Clara terminó.


-Haber Clara, voy a hacerte unas preguntas ¿vale?- le informé como si fuera un periodista
-Vale- dijo riendo
- A ver… primera pregunta. ¿Cuál es tu profesión?
-Pues soy una asistenta, trabajo ayudando a una familia
-Segunda pregunta, Cuándo eras pequeña, ¿Qué querías ser de mayor?
-Bueno, yo siempre soñé ser veterinaria, me apasionan los animales
-Vale, esto es muy divertido-reí
-Bien, es la última pregunta ¿vale?
-¿Cuál era tu juguete preferido?
-Era una muñeca, me la regaló mi padre antes de partir a la mar
-Oh, qué bonito. Gracias por haberme ayudado Clara.
-De nada Santiago, me he sentido toda una estrella de la televisión, jajaja.


Al cabo de un rato, dieron las siete y media. ¡Tan sólo media hora para que mi madre llegase! Por fin podría abrazarla y darle un millón de besos. Aunque, sólo se limitarían a discutir.
El tiempo avanzaba rápido, se me pasó el tiempo volando, con mi libro “Simbad el marino”. ¡Cinco minutos! ¡Qué emoción! Pero, antes de los cinco minutos, el sonido del timbre invadió la casa.
-Yo abro-dijo Clara

-¡Señora Carmela!- dijo Clara mientras le daba un abrazo enorme a mi madre
-¡Clara!
-¡Mamá!
-¡Santiago!

Fue un momento emotivo, feliz ¡Mi madre había vuelto! Pero la felicidad cesó cuando entró a hablar con mi padre. Yo subía mi habitación, no quería oírlo.


-Agustín. Esta situación empeora, ya no voy a permitirte el lujo de que me trates como un animal. Hoy pondremos fin a este infierno.
-¿Infierno dices? ¡Já! Deberías estar agradecida de tenerme como marido. Yo al menos no desaparezco, y dejo abandonado a mi hijo.
-¡Tan sólo fueron dos días! Si me fui, sólo fue por tu culpa. He traído los papeles del divorcio. Si te niegas a firmarlos, lo dejaré todo en manos de mi abogado.

-Está bien, ¡Trae aquí! Ya está ¿contenta? A la vete, ¡A ver si encuentras a un tipejo que te pueda mantener!
-No, si el que te vas eres tú, la casa es mía. Seré generosa, y dejaré que te quedes hoy para que puedas organizarte. Pero, claro, no dormirás conmigo.

-¿Generosa dices?... ¡Claro que no dormiré contigo!

Después de no oír más gritos, bajé al salón.

-Mamá. ¿Puedo hablar contigo?- le dije
-Claro Santiago
Subimos a  mi habitación y dejamos a mi padre en el salón, que había cogido otra vez el teléfono.



-Mamá, ¡te eché tanto de menos! Creí que no volverías nunca. Tuve mucho miedo
-Perdóname Santiago… Sé que estuvo mal, pero, yo ya no aguantaba más.
-Lo sé. Pero…
-¿Podrás perdonarme?
-Claro mamá- dije abrazándola
-¿Papá y tú ya no os queréis?
-No cariño, hemos decidido ir cada uno por nuestro lado, podrás ver a tu padre si quieres.
-Bueno…


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