viernes, 28 de junio de 2013

Lágrimas del destino, Desenlace Parte II

-Es esta calle dijo mi hermano.
-llama a la puerta
Llamamos a la puerta y salió el hombre, era mi abuelo.
-Hola ¿Gregorio?
-Sí soy yo ¿Quiénes son?
-Bueno somos sus nietos…
-¿Mis nietos?, ¿cómo?, ¡Por fin! Alguien ¡que me llevará con mis hijas!
-¿Podemos pasar?
-Claro
Su casa era muy pequeña, constaba de un comedor, una cocina, un baño, una habitación y una pequeña terraza.

-Abuelo, ¿Porqué no regresaste con nosotros?

-Bueno, es que sufrí un accidente. La última pesca de la temporada resultó ser peligrosa, del cielo resurgió una gran tormenta y me golpeé la cabeza con uno de los mástiles del barco. Cuando desperté no recordaba nada, ni quién era, ni que estaba haciendo aquí, un médico logró curarme, pero no había conseguido recordar hasta hoy a mis hijas.

-Pobre. Bueno pues vente con nosotros.

-Está bien, le diré al dueño del alquiler que me voy.

Tras la llamada al dueño, partimos de nuevo a nuestra casa.

Cuando llegamos nos bajamos los dos del coche y le dijimos:

-Quédate aquí un momento.

-Clara, mamá hay una sorpresa que os espera en el coche.

Cuando Clara y mi madre vieron a mi abuelo, saltaron de alegría. Habíamos cumplido todos nuestros sueños estábamos felices.
Llegó el día de la boda, y cuando nos dijimos el sí quiero, empezó nuestro mágico amor.

La vida se había portado al principio muy mal conmigo. Me había engañado y me había dado una vida que no me merecía. Al final descubrí lo que la vida me reservaba, una familia feliz, lo que yo siempre soñaba. Eran lágrimas del destino que me cegaban la posibilidad de seguir volando alto intentando alcanzar la felicidad. Al fin y al cabo la vida es un laberinto donde hay que escoger bien los caminos.

-Y esta hijos, es mi vida.- terminé de contarles mi vida a mis hijos.

~fin~




sábado, 22 de junio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo V

EL MISTERIO DEL CRIMEN DEL LOBO,CAPÍTULO V

Nos adentramos en el bosque. Sabía que era una auténtica locura, que era imposible que saliésemos de allí con vida. Pero aun era de día, el lobo saldría cuando oscureciera para no ser visto. Todo estaba tranquilo, el ambiente estaba cargado como si alguien más estuviera allí. Era un ambiente de horror y misterio.
-Vámonos Amapola- dijo Isabel
-Dame un minuto, tan solo un momento que encontremos al cazador.
Avanzamos más adentro y fuimos dejando marcas en los árboles para no perdernos, estábamos cansadas llevaríamos como dos horas caminando en aquel bosque. De repente, algo se movió entre unos matorrales. Cargué la escopeta y nos escondimos detrás de un alto roble.
-¿Quién anda ahí? Soy un hombre amado ¿me oís?- dijo el hombre que había salido del arbusto
-¿Es usted Francisco?- pregunté
-El mismo, ¿Qué hacéis por aquí? ¿Habéis perdido el juicio? Este bosque está lleno de peligros. Pero, un momento. ¿de qué me conocéis?
-Soy Amapola, hija de Mercedes. Descubrí las cartas que usted mandaba, eran amantes ¿no es así?
Quedó un momento pensativo, paralizado y luego respondió:
-Así es.
-¿Por qué mi madre se enamoró de usted?
-Verás, tu madre y yo nos conocimos en este mismo bosque. Antes de que el lobo, apareciese. Yo la enseñé a disparar para que se protegiese de cualquier peligro. Nos enamoramos, ella me confesó que estaba embarazada y esto no podía seguir así y…
-Y la mató ¿verdad?- dije
-¿Yo?, no… yo no la maté. Fue el lobo, ¿de verdad crees que lo soy?- me contestó
-No lo sé, pero juro que encontraré al asesino de mi madre.
-Si no es el lobo, podrá decirnos donde estuvo ese día ¿verdad señor?- le dijo Isabel
-Estuve… en el mercado vendiendo mis presas. Esperen enseguida regreso.- marchó tras algo, cargó su pistola y disparó. El sonido retumbo todo el bosque.
-Ya tengo cena- dijo mientras cogía de las orejas a un pequeño conejo. Ahora, os acompañaré a casa está oscureciendo y a vuestros padres no les gustará encontraros aquí.
Regresamos a casa y acompañé a Isabel  hasta su puerta. No sospecharon nada. El cazador era un hombre bastante rudo, sin duda sabia cazar de buena manera. Y motivos también tenía para ser el lobo. Pudo ser que al confesarle mi madre que estaba embarazada de mí no quisiera que se fuese y le hundió una bala en su pecho. Dudas horribles y miles de teorías aturullaban mi cabeza. ¿Quién sería el lobo?, ¿lo encontraría?, ¿faltaría algún sospechoso? Padre me contó que alguien había ayudado a presentar pruebas falsas contra mi madre para acusarla de ser hereje, ¿pero quién sería?.
Llegué a casa y encontré a mi padre comiendo un trozo de pan.
-¿Dónde estabas Amapola?- me dijo
-Estuve en casa de la abuela, merendando
-Bueno, ya pensaba que habías ido al bosque.
-¿Yo? Ni loca padre- le mentí+
-Espero que no vayas, por tu bien, no soportaría perder al único apoyo que me queda

Reposé sobre el colchón de paja. Desconectando de todas mis teorías. Mañana visitaría a la abuela, haber si pudiese ayudarme en mi búsqueda del asesino.


viernes, 21 de junio de 2013

Lágrimas del destino, el desenlace Parte I

Estaba nervioso, Clara iba a decirme quien era mi verdadero padre, pero aun no estaba seguro, ¿y si Clara solo lo que quería es que de una vez por todas tuviese una familia feliz?, habría que esperar. De repente, surgió lo inesperado. Clara, iba a subir al ascensor. Antes de llamar, me dijo:

-Antes de que entres, debo hablar con él, no quiero decírselo de golpe.
-Vale

¿Quién sería mi padre?, ¿le conocía yo de antes? Dudas que llenaban mi cabeza.

Pasaron diez minutos y Clara bajó.
-Ya podemos subir.
Nervioso, miles de nervios tenían dentro. De pronto Clara me tapó los ojos para que no viese a que habitación entraba.
Y me encontré con Pedro.

-Pedro, ¿eres el compañero de habitación de mi padre?
-Es tu padre- dijo Clara
-¡Cómo! ¿Pedro? Pero si… ¡No es posible!
-Sí lo es- dijo Eva

Eva trabajaba en el laboratorio, al parecer había hecho la prueba de paternidad.

-Es tu padre- sonrió Clara
-Santiago, hijo mío al fin puedo abrazarte
-Papá- estuvimos abrazados los dos llorando de alegría
-Pero un momento, Papá tiene familia, ¿Quiénes son?
-Son tu madre y tu hermano Pablo
-¡Quiero conocerlos!
-Los conocerás vienen de camino.

Al fin pude abrazar a mi verdadera madre, y a mi hermano. Al fin mi familia, me querida familia, era normal, la que siempre soñé y deseé.
-Clara, gracias te doy por salvarme, si no hubiera sido por ti no hubiera conocido a mi familia.- y la abracé.

Fueron momentos muy agradables para todos. Fui a conocer mi casa, era muy bonita. Cenamos todos juntos, incluso les enseñé mi refugio, aquel a donde iba cuando las lágrimas del destino me invadían. Me quedé a dormir bajo las estrellas con mi hermano Pablo, que me confesó que estaba deseando que llegase.

Estaba en deuda con Clara, debía hacerle un favor. Debía encontrar a su padre seguro que sí. Entonces hablé con mi madre, que era su hermana.

-Mamá, Clara me contó que el abuelo partió a la mar y nunca volvió, ¿sabes de algún amigo suyo?
-Sí partió  a la mar, nunca regresó. No sé nada. Solo sé que partió al mar Mediterráneo.
-¿Utilizaba algún uniforme?
-No lo sé nunca lo vimos.

Tenían un baúl donde guardaban las cosas de su padre, allí solo encontré una gorra, era de publicidad. Estaba escrito: R&H Calle Garcilaso de la Vega nº23 (Cádiz). Al parecer era una gorra de publicidad de algún sitio, era Cádiz, casualmente en el Mar Mediterráneo, seguí buscando y encontré un diario, un diario que tenía llave, lo abrí con un cuchillo, en las últimas hojas decía:

“Hoy hemos obtenido una buena mercancía volveremos a puerto mañana al alba, y cenaremos para celebrarlo en el restaurante de Ricardo e Hilario. No obstante tenemos que seguir trabajando en la mar unas semanas más”

No tenía mucho sentido la última hoja escrita pero era la última. Debía ir a Cádiz, seguro que allí sabía dónde estaba. ¡Claro! Miré el papel de nuevo, decía claramente “Ricardo e Hilario” R&H. Seguro que allí sabían dónde estaba. Pero no podía ir aún a Cádiz porque pronto operarían a mi padre.

El día pasó en cuestión de horas superápidas. Y el día antes  de la operación se presentó volando.
Me llevé a mi padre a mi refugio, para que viese la fantástica puesta de Sol.
-Estamos tan felices de haberte conocido Santiago-dijo mi padre
-Y yo de tener la familia que siempre deseé
-¿Qué hora es?- dijo mi padre
-El cinco menos cuarto
-El Sol se pondrá más tarde entonces-me dijo.
El día de la operación llegó, estuvo siete horas en el quirófano y todos estábamos nerviosos, yo ya había vivido esa experiencia antes y la verdad es que no me gustaba nada. Al fin salió esta vez una doctora.
-La operación se a logrado con éxito, el paciente está bien.

Al cabo de un rato pudimos ver a mi padre. En unos años se recuperó. El cáncer le había huido. El destino fue justo con nosotros.

Eva y yo nos enamoramos, y la pedí matrimonio. La boda se celebraría el tres de mayo.

Antes de esa fecha debería encontrar a el padre de Clara, quería que fuese una sorpresa a si que le dije a mi madre que le dijese a todos que me había ido a un congreso
Le dije a mi hermano que me acompañara. Al llegar allí, fuimos al  restaurante R&H, y preguntamos por él.
-Hola discúlpenos, ¿conoce usted a Gregorio? Dije enseñándole una foto
-Claro que le conozco era mi gran amigo
-¿Sabes dónde está?- dijo mi hermano
-Estará en su casa, tomad la dirección-dijo apuntando en un papelito
-De acuerdo muchas Gracias





viernes, 14 de junio de 2013

Lágrimas del Destino ,Capitulo X

 Lágrimas del Destino ,Capitulo X


Al hospital llegó una chica, era maravillosa. Tenía la sensación de que la conocía de algo. Y claro que la conocía. ¡Era Eva!, mi gran amor. Cuando le conté que la conocía me reconoció, fuimos grandes amigos y compañeros. Me tocó atender esta vez a un hombre, era mayor, de ojos azules y pelo blanco al parecer tenía cáncer de páncreas.


-¿Cómo se encuentra hoy Pedro?- le dije
-Bueno, un poco mejor.
-Bueno relájese, recuerde que a las doce tiene el escáner.
-Sí lo sé. Esta tarde vendrá mi familia, mi hijo y mi mujer, ¿A qué hora podrán venir a verme?
-Pues el horario de visitas es de cuatro a siete
-Vale luego se lo diré.


Era un hombre bastante agradable, valiente para su enfermedad. Con mucha fuerza.
-Ahora tienes que venir a poner una vía a un accidentado.- me dijo Eva

Pasamos toda la mañana de trajín como todas.

Cuando Pedro vino del escáner me sorprendió con:
-Van a operarme. Me operan dentro de tres días.
-Bueno, no se preocupe todo saldrá bien.
-Eso espero.

Pasó la tarde con su familia y yo volví a casa.

-Santiago, siéntate tenemos que hablar- me dijo Clara

-Dime ¿Es algo muy importante?- dije yo asustado

-Bueno, a lo mejor después de contarte esto, no me vuelves a hablar más en la vida pero debes saberlo antes de que me llegue la hora.
Naciste en la clínica de Santa María del Arroyo. Eres… un niño robado.

-¿Cómo? Esto es una broma, ¿me estás diciendo que mis padres no son mis padres?

-Exacto, cuando naciste, fuiste robado de los brazos de tu madre, en tu lugar le enseñaron un bebe muerto. Yo estaba allí lo pude ver. Vi como engañaron a tus padres. Tengo pruebas para demostrártelo.

-Clara, no puede ser posible.

-Mira, aquí está tu registro de nacimiento, firmado por mí. Y a su lado el registro de defunción, firmado por mi superiora.

-No me lo puedo creer, y si esto es cierto, ¿por qué no lo evitaste?

-Temía que me despidiesen, así que llevé a cabo un plan

-¿Qué plan?
-No podía dejar que se llevasen el bebé de mi hermana y…

-Un momento… tú… ¿eres mi tía?

-Sí… No podía dejar que escaparas. Te seguí la pista, intenté cancelar tu venta a otra familia pero no pude, finalmente te compró tu padre por 180.000 pesetas. Aquí el informe. Entonces tuve que decirles a tus padres que tendríamos que llevar a cabo el plan que se me había ocurrido. Estaría contigo desde cerca, y no te perdería la pista. No podía secuestrarte y llevarte de vuelta con tus auténticos padres, porque sería una locura.

-Esto es alucinante.

-Fui la asistenta de tus padres, con el fin de cuando no estuvieran más contigo pudiese llevarte. Se que no puedes creerlo, pero te llevaré a un sitio donde podrás darle crédito a toda esta locura.

Fuimos al cementerio antiguo de aquella ciudad, y allí estaba. Una tumba, con mi nombre, justamente en la fecha que yo nací.
No podía darle crédito, mi vida, toda ella había sido una gran mentira, pero a la vez me sentía feliz al poder vivir de una vez con mi verdadera familia.
-Clara, ¿Quiénes son mis padres?
-Tu padre está ingresado en el hospital de donde tú trabajas
-¿Cómo?
-Sí
-Si mañana te llevo.
-Está bien





El Misterio del crimen del Lobo,Capítulo IV

El Misterio del crimen del Lobo,Capítulo IV

Un amante. Madre engañaba a padre. No puedo entender porqué, pero bueno nada puedo reprocharle. El Padre Bernardo me dijo que el Padre Alfonso juró vengarse de mi madre tras su tardío rechazo de instalarse toda la vida en el convento. Algo duro tuvo que haber pasado para que mi madre tuviese esas intenciones.
Me dirigí a mi padre que descansaba en un asiento que el mismo talló.
-Padre, ¿Madre y tu erais felices?- le pregunté intrigada
-Bueno, teníamos nuestras disputas de vez en cuando pero, no iba demasiado mal- me contestó melancólico
-Esta mañana he visitado al Padre Alfonso, y me ha dicho que madre iba a entrar en el convento, ¿Sabías de sus intenciones padre?
-Claro que lo sabía. Tu madre estaba muy rara, y bueno, me dijo que iba a entrar en el convento, respeté su decisión pero estaba muy confuso.
-El Padre Bernardo, me ha contado que el Padre Alfonso enfureció mucho cuando madre no confirmaba su clausura, y juró que se vengaría, ¿tú crees que…?- no me atreví a terminar la frase
-Ese maldito demonio vestido de ángel se vengó de otra forma, ya cobró su rechazo. Acusó a tu madre de ser hereje, con la ayuda de alguien cercano a ella colocó pruebas falsas en nuestra casa y tuvo que enfrentarse a un auto de fe. Al  final todo salió bien. Pero fue difícil, tu madre descubrió algún secreto oscuro del Padre Alfonso, pero no lo quiso contar.- me confesó
Me retiré, a la pequeña silla que había frente a la única ventana. Reorganicé mis ideas. De momento tenemos dos sospechosos, el Padre Alfonso, tal vez mi madre descubriera su secreto y juraría que lo contaría y la hizo callar para siempre, y el otro hombre era su amante. Era hora de saber de su identidad.
En la única sala de nuestra casa se encontraban entre unos harapos viejos y unas mantas descosidas, unos cuantos manuscritos. Mi padre dormía, los desenrollé muy despacio, eran cartas, avisos del señor del feudo. Levanté los harapos y descubrí algo, una trampilla. Estaba muy bien escondida pero pude abrirla, dentro había unas cartas, estaban lacradas, pero abiertas. Abrí una y me di cuenta de que eran cartas de amor, de ese señor tan misterioso, decían cosas como “Reúnete conmigo en el bosque a media noche”, o “No te olvides de que mi corazón es tuyo”. Una misma firma acababa las cartas, Francisco Olmedo. Por lo que pude leer en las otras cartas, se dedicaba a cazar animales y luego los vendía en el mercado. Lo encontraría en el bosque, pero el asesino Lobo podría estar merodeando por allí. Debía ir, porque era uno de los sospechosos de la muerte de mi madre, pudo ser que mi madre no quisiese huir con ese hombre y enfureció y… pero bueno debía aclararlo.
Abría la puerta muy despacito, y fui a visitar a mi amiga Isabel. Siempre había estado conmigo en todo momento en la infancia, pero desde que mi madre murió no la había vuelto a ver, quise estar sola, pero ahora que me había decidido a salir. Llamé a la puerta y salió su madre, era una casa por el estilo de la nuestra, su padre era un maestro artesano especialista en zapatos, muchos de sus trabajadores también habían muerto por los crímenes del Lobo.
-¡Amapola! ¿Qué haces por aquí? ¿Ya estas mejor?- dijo alegre al veme
-Bueno estoy mejor, ahora ya no somos unas niñas como antes, hay que ver cómo has cambiado- dije orgullosa
Le conté mis teorías, sobre de que hombres sospechaba, y llegó el momento de pedirle el favor más grande del mundo.
-Escucha Isabel, debes hacerme un gran favor para ayudarme.- le dije sujetándole las manos
-Lo que sea por ti- me contestó
-Verás, el amante del que te hablo es un cazador rudo, la única forma de que pueda ir a sacar más pistas es ir a conocerle.
-¿Qué quieres decir?- me dijo asustada
-Debemos ir en su busca al bosque- le confesé
-¿Estás loca Amapola? El lobo merodea por ahí, podríamos ser más víctimas.- dijo en un tono asustadizo
-Es la única forma, no nos adentraremos mucho al bosque, es pronto aún, antes de que obscurezca regresaremos, ¿Harías eso por mí? Desenmascaremos a este asesino
-Está bien, pero no deben enterarse nuestros padres.
-Les diremos que hemos ido a merendar a casa de mi abuela

-Bueno, es una locura pero vayamos cuanto antes, antes de que se oscurezca.

martes, 11 de junio de 2013

Capítulo III, El Misterio del Crimen del Lobo

El Misterio del Crimen del lobo, Capítulo III

Me dispuse a abrir ese sobre tan extraño. Me detuve a observarlo. Estaba lacrado con un sello, un sello con una enorme “S” enroscada a dos barrotes. Y abrí la carta con delicado cuidado. Decía así:
Querida Caperucita:
El lobo que estás buscando, si quieres encontrar.
Con mucho cuidado tendrás que andar, pues si no miras bien por dónde vas, la muerte acechará
Se trata de un macabro juego, tú eres la protagonista, debes descubrir mi crimen, si ganas me delatarás
Y se acabarán mis crímenes. Si pierdes, no podrás contarle nunca a nadie de quien se trata el lobo.
Firmado: El Lobo
Asustada y de presa del pánico salí a la calle corriendo, abrí la puerta y me topé con mi padre que ya había vuelto. Le abracé y me puse a llorar.
-¡El lobo ha estado aquí padre!- le dije
-¡¿Cómo? Eso no es posible- me consolaba él
-Él me ha dejado esta carta cuando yo me fui a la iglesia
-¡¿Cómo?! Si el lobo es una fiera, ¡No sabe escribir!...
-El lobo no se trata de un fiera padre, ¡Es un hombre!, los guardias reales estaban en la puerta de la iglesia y me han confirmado que ¡el asesino es un hombre!- le confesé
-A si que el asesino se trata de un hombre, un hombre desde luego nada cuerdo- dijo En su día prometí que acabaría con él con mis propias manos, ya sí lo haré. Pienso remover lo que haga falta para encontrar al hombre que mató a mi esposa.- dijo acompañado de un puñetazo a la mesa de madera.
¿Quién podría ser el asesino?, ¿le conocía? Dudas que llenaban mi cabeza como el cielo gris se llenaba de nubes negras. Regresé después de comer hacia la iglesia, para poder hablar con el Padre Alfonso. Llegué a la iglesia y me encontré con el Padre Bernardo que sustituía a el Padre Alfonso en su ausencia.
-Hija mía, siento la pérdida de tu madre. Pero piensa que ahora estará con Dios –me dijo muy sosegadamente
-Sí, eso espero Padre. Recuerdo que mi madre tenía que venir a hablar con el Padre Alfonso, vengo por eso y porque me gustaría hablar con él ¿está por aquí?- le dije
-Sí está por la sacristía pasa por aquí, sígueme.- me dijo
Entré en el despacho y allí estaba el Padre Alfonso muy atareado escribiendo en una hoja.
-Bienvenida hija mía, ¿cómo estas Amapola?
-Bueno, más tranquila…
-Ya cesará tu dolor, ahora ten fe. ¿Qué te trae por aquí?
-Bueno, mi madre tenía pendiente hablar con usted
-Es cierto para firmar su anulación de entrada en el convento, ¿verdad?
-¿Anulación?- dije desconcertada
-Sí, tu madre me dijo que iba a entrar en el convento hace dos años, luego decidió no entrar y estuve esperando meses, sin su respuesta y ahora que ha…
-Eso no lo sabía, puede estar seguro ya de que no entrará.
Después de hablar con el Padre Alfonso, para que me absolviera de mis pecados me retiré del despacho y justo antes de salir una mano paro mi cuerpo, era el Padre Bernardo.
-¿Podemos hablar un momento hija? Me dijo entre susurros
-Claro
-Vayamos fuera, pueden oírnos
-¿Qué quiere?- le pregunté
-Verás como bien te ha dicho el Padre Alfonso, tu madre decidió entrar en el convento, ella se lo pensó dos veces y al padre Alfonso no le gustó nada… juró que se vengaría. Pero no se si se trata de el lobo
-¡¿Cómo dices?!dices que puede ser el el lobo?
-no es eso querida, no estoy seguro pero hay más. Escucha atentamente. Tu vino una noche de lluvia inmensa, solo yo estaba en la iglesia dormía esa noche allí. Alguien entró en la iglesia, era tu madre. Al parecer huía de algo. Luego me pidió confesión y aunque no puedo decirte nada me confesó algo muy extraño…
-¿El qué?
-No puedo decírtelo Dios, no me lo perdonaría
-Por favor Padre Bernardo ¡ayúdeme!
-Bien, señor lo hago por Amapola que su madre ya está en tu reino, espero que me perdones-dijo mirando al cielo

-Cielo… tu madre, tenía un amante.

domingo, 9 de junio de 2013

Lágrimas del destino, Capítulo IX

Admiradora secreta, algo que nunca había tenido. No podía explicármelo, no hablaba con casi nadie. Podría ser alguna broma de mal gusto. Pero, decía así:

Querido Santiago:
Conquistaste mi corazón desde el primer día que te vi, tu mirada me cegó el alma,
Tu risa me animó el corazón, espero que puedas también sentirlo y aceptar mi corazón.

Firmado: Sandy

No podía creerlo, estuve ensimismado un par de semanas. Preguntándome a cada hora ¿Quién sería? La respuesta llamó, Se trataba de Ángeles, una chica más o menos de mi edad, estaba en la clase de 2ºA. Sólo había hablado una vez con ella, y exactamente le dije: ¿Qué estudias?, a lo que ella respondió: - un examen de matemáticas. No podía entender, como esas tímidas palabras, le habían llegado tan profundos al corazón. Ella no me dijo directamente que era mi admiradora, simplemente vi que me metió la carta en la mochila, carta que escribió en la hora de inglés y cerró en la hora de lengua.

Yo le contesté:
Querida Sandy:
No, puedo entregarte mi corazón, está  dolido,
De momento no quiero amores, estoy abatido

Firmado: Santiago

Aunque ya había olvidado a Eva, no quería amores de momento, era feliz solo. Segundo pasó volando, y a la vuelta de la esquina me encontré con tercero. Fue difícil porque casi repito.
Un día cuando estaba en tercero, pasó algo.

Se acercó a mí un chico de cuarto, tenía el mote de “el matón”, miedo me daba.
-Perdona, me han dicho que vas diciendo cosas de mí- me acusó
-¿yo? Yo no digo nada a nadie, ni si quiera te conozco.-contesté temeroso
-Pues ahora me conocerás bien. –y me dio un puñetazo.
Fue tan fuerte que perdí el conocimiento. “El matón” fue expulsado del centro.
Ese fue el día que me demostró, que la vida iba enserio conmigo.

Terminó tercero y pasé a cuarto. Estaba decidido iba a estudiar enfermería. Aprobé todo con buena nota, me dieron una beca para salir a estudiar al extranjero pero no fui porque mi madre empezó a enfermar. Al parecer, tenía cáncer. En bachillerato, las cosas se empezaron a complicar, debido al mal estado de mi madre, yo rendía menos cada vez. Terminé el primer año de bachillerato y me temía que tendría que dejarlo.

Un día, al llegar a casa, Clara me dijo algo que me encogió el cuerpo entero.
-Santiago, van a trasplantarle a tu madre el corazón.
-¿Qué?, ¿ya han encontrado un donante?
-Al parecer sí, aunque la operación solo le alargará unos dos años de vida.
-¡No puede ser! ¡No! – caí derrumbado entre lágrimas en los brazos de Clara
-Los médicos no pueden hacer nada más Santiago, la operación, es el único remedio
Estuve varias horas en shock, mirando por la ventana, empapado de lágrimas. Pero luego, me dije a mi mismo que debería ser optimista..
-¿Cuándo la operan?
-Mañana
-¡¿Qué?!
-Sí, he ido a visitarla esta misma mañana, los médicos han recibido un nuevo donante, hoy mismo.
-Bueno esperemos que salga bien la operación, mi madre es lo único que me queda.

A la mañana siguiente, sonó el reloj. Me levanté como un rayo. Era viernes, y en dos horas operaban a mi madre. Iba a estar con Clara allí mismo.

En una hora nos presentamos en el hospital.
-¿Puedo ver a mi madre?- le dije a un médico que estaba hablando con Clara
-Bueno, pero… sal pronto de ahí hijo, no es agradable.

Entré en la habitación, estaba mi madre, leyendo un libro. La abracé con fuerza.
-Mamá
-¡Santiago! Qué alegría verte
-y yo a ti mamá. Quiero que seas fuerte porque va a salir todo muy bien, ¿vale?
-Vale hijo, si me pasa algo, quiero que sepas que te quiero más que a nada. Sólo hombres valientes como tú llegarán lejos.- dijo mientras lloraba
-Tú sí que eres especial mamá.
-Lo siento hijo, tenemos que llevárnosla. – dijo el médico.
-Mamá, te quiero
-y yo hijo, y yo.

Seis horas estuvieron ahí dentro. Tenía la esperanza de que mi madre saliera. Al cabo de unas horas, el médico salió.
-Han surgido unas complicaciones, lo siento, la paciente… ha fallecido.
En ese momento, caí al suelo. Me golpeé con una de las sillas de espera. Al despertar, tan solo estaba en una habitación como la de mi madre.
-¿Qué ha pasado Clara?
-¡Gracias a dios que despertaste!, creía que el señor también te llevaría a ti…

-¿Y a quien se ha llevado?-Santiago… tu madre… ha fallecido.

sábado, 1 de junio de 2013

El Misterio del Crimen del lobo, Capítulo II



 El Misterio del Crimen del lobo Capítulo II


Me desperté de golpe. El llanto de la anterior noche me había dejado dormir. Estaba muy deprimida, el destino me la había jugado. Me levanté del colchón relleno de paja y calenté un poco de leche, abrí un saco que nos dio mi abuela y saqué un pequeño mendrugo de pan para desayunar. Mi padre había salido temprano a trabajar como cada mañana. Me sentía con ganas de ir a misa, pera rezar unos cuantos Padres nuestros y Ave Marías por mi madre, para que Dios la acogiese en su seno. Me vestí y antes de salir por la puerta cogí la chaqueta de mi madre, era de lana roja como la que me cosió a mí cuando era niña, olí su fragancia y el recuerdo me transportó a una época donde estábamos todos, donde yo solo era una niña inocente, y mi única preocupación era cuidar unos cerdos, cuando tenía siete años. Ahora me dedicaría a la costura, y reemplazaría el puesto de mi madre. Dos lágrimas tímidas humedecieron mi rostro pálido y frío, me las sequé con la manga y salí hacia la iglesia.
Me encontré a Vicenta en la puerta.
-Hola Amapola, siento mucho lo de tu madre. No pude ir al entierro porque, tenía un dolor de muelas horrible. Hoy precisamente venía a rezar por ella.- me dijo
-No se preocupe señora, ahora parece que todo está más tranquilo sin crímenes.- le contesté
-Eso parece, mientras recemos por nuestras vidas y para que Dios se lleve a esta fiera que habita en los alrededores del feudo.- dijo
Entramos en la iglesia y estaba vacía, tan sólo un hombre que lloraba sin compasión, arrodillado con la cabeza metido entre los brazos, nos acompañaba sentado en el banco de la última fila.
Vicenta comenzó a rezar, pasamos allí toda la mañana.
-Vicenta, ¿sabes si el padre Alfonso, está aquí?- le dije
-No, viene a la tarde… ¡Ah por cierto! Se me olvidaba, esto es para ti- dijo entres susurros entregándome un rosario
-Oh, mil gracias señora Vicenta lo guardaré siempre.- le contesté
El hombre que estaba allí atrás huyó escandalosamente de la iglesia. Al salir de la iglesia encontré a dos guardias reales de la corte. No me extrañó después del incidente ocurrido el rey le había echado a la calle. Agudicé el oído y escuché su extraña conversación.
-¿Cómo se te ha ocurrido contarle a nuestra majestad, que el asesino de nuestro príncipe, el heredero del trono del feudo era un hombre?- dijo el alto
-Debíamos decir la verdad. Ya no podemos hacer nada- dijo el bajito
-No podías mantener la boca cerrada, somos unos cobardes ¡Cobardes!...
Terminé de oírlos. Al parecer, la bestia de la que tanto hablaban. No era un lobo ni un licántropo, sino un hombre normal. También la bestia que había matado a mi madre, a la hija de Vicenta, a tanto clérigos y mozos artesanos y al mismísimo heredero del trono. Fui tras ellos que habían  comenzado a echar cuesta arriba.
-Paren por favor- les dije yo
-¿Qué quieres?-me contestó el alto
-Verán, mi madre también fue víctima de los crímenes del lobo…
-¿Qué quieres decirnos?-dijo el bajo
-Pues que cuando el heredero del trono murió a manos de ese asesino, ¿ustedes pudieron verlo verdad?
-No pudimos ver nada. Cortó el bajo
-Entonces si no pudieron ver nada, ¿Cómo es que huyeron despavoridos?
-Pues porqué el príncipe estaba en el lago y nosotros estábamos en la carroza charlando. Justamente en ese momento  oímos unas voces, eran gritos de auxilio, el príncipe había sido herido por el asesino, era de noche y no pudimos ver nada, Juan me dio un candelabro cuando lo vimos mejor, parecía muerto, y así era, se escucharon ruidos entre unos  matorrales- dijo el bajo
-Entonces vimos a un hombre a caballo, él era el asesino del príncipe, no nos había visto aún, entonces nos escondimos, pero el tonto de Bernardo, tropezó con un árbol y alcanzó a vernos. Salimos corriendo en la carroza y pudimos huir. Entonces al llegar a palacio, dijimos a nuestra majestad que una fiera había matado a su hijo, si no hubiéramos perdido nuestro empleo. Hasta que hoy Bernardo lo ha contado todo y estamos condenados a prisión.


Asombrada fui hacia mi casa. No tenía palabras.Entré y ví algo realmente extraño, en el suelo. Un sobre.