EL MISTERIO DEL CRIMEN DEL LOBO,CAPÍTULO V
Nos adentramos en el bosque. Sabía que era una auténtica
locura, que era imposible que saliésemos de allí con vida. Pero aun era de día,
el lobo saldría cuando oscureciera para no ser visto. Todo estaba tranquilo, el
ambiente estaba cargado como si alguien más estuviera allí. Era un ambiente de
horror y misterio.
-Vámonos Amapola- dijo Isabel
-Dame un minuto, tan solo un momento que encontremos al
cazador.
Avanzamos más adentro y fuimos dejando marcas en los
árboles para no perdernos, estábamos cansadas llevaríamos como dos horas
caminando en aquel bosque. De repente, algo se movió entre unos matorrales.
Cargué la escopeta y nos escondimos detrás de un alto roble.
-¿Quién anda ahí? Soy un hombre amado ¿me oís?- dijo el
hombre que había salido del arbusto
-¿Es usted Francisco?- pregunté
-El mismo, ¿Qué hacéis por aquí? ¿Habéis perdido el
juicio? Este bosque está lleno de peligros. Pero, un momento. ¿de qué me
conocéis?
-Soy Amapola, hija de Mercedes. Descubrí las cartas que
usted mandaba, eran amantes ¿no es así?
Quedó un momento pensativo, paralizado y luego respondió:
-Así es.
-¿Por qué mi madre se enamoró de usted?
-Verás, tu madre y yo nos conocimos en este mismo bosque.
Antes de que el lobo, apareciese. Yo la enseñé a disparar para que se
protegiese de cualquier peligro. Nos enamoramos, ella me confesó que estaba
embarazada y esto no podía seguir así y…
-Y la mató ¿verdad?- dije
-¿Yo?, no… yo no la maté. Fue el lobo, ¿de verdad crees que
lo soy?- me contestó
-No lo sé, pero juro que encontraré al asesino de mi
madre.
-Si no es el lobo, podrá decirnos donde estuvo ese día ¿verdad
señor?- le dijo Isabel
-Estuve… en el mercado vendiendo mis presas. Esperen
enseguida regreso.- marchó tras algo, cargó su pistola y disparó. El sonido
retumbo todo el bosque.
-Ya tengo cena- dijo mientras cogía de las orejas a un
pequeño conejo. Ahora, os acompañaré a casa está oscureciendo y a vuestros
padres no les gustará encontraros aquí.
Regresamos a casa y acompañé a Isabel hasta su puerta. No sospecharon nada. El
cazador era un hombre bastante rudo, sin duda sabia cazar de buena manera. Y
motivos también tenía para ser el lobo. Pudo ser que al confesarle mi madre que
estaba embarazada de mí no quisiera que se fuese y le hundió una bala en su
pecho. Dudas horribles y miles de teorías aturullaban mi cabeza. ¿Quién sería
el lobo?, ¿lo encontraría?, ¿faltaría algún sospechoso? Padre me contó que
alguien había ayudado a presentar pruebas falsas contra mi madre para acusarla
de ser hereje, ¿pero quién sería?.
Llegué a casa y encontré a mi padre comiendo un trozo de
pan.
-¿Dónde estabas Amapola?- me dijo
-Estuve en casa de la abuela, merendando
-Bueno, ya pensaba que habías ido al bosque.
-¿Yo? Ni loca padre- le mentí+
-Espero que no vayas, por tu bien, no soportaría perder
al único apoyo que me queda
Reposé sobre el colchón de paja. Desconectando de todas
mis teorías. Mañana visitaría a la abuela, haber si pudiese ayudarme en mi
búsqueda del asesino.
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