domingo, 9 de junio de 2013

Lágrimas del destino, Capítulo IX

Admiradora secreta, algo que nunca había tenido. No podía explicármelo, no hablaba con casi nadie. Podría ser alguna broma de mal gusto. Pero, decía así:

Querido Santiago:
Conquistaste mi corazón desde el primer día que te vi, tu mirada me cegó el alma,
Tu risa me animó el corazón, espero que puedas también sentirlo y aceptar mi corazón.

Firmado: Sandy

No podía creerlo, estuve ensimismado un par de semanas. Preguntándome a cada hora ¿Quién sería? La respuesta llamó, Se trataba de Ángeles, una chica más o menos de mi edad, estaba en la clase de 2ºA. Sólo había hablado una vez con ella, y exactamente le dije: ¿Qué estudias?, a lo que ella respondió: - un examen de matemáticas. No podía entender, como esas tímidas palabras, le habían llegado tan profundos al corazón. Ella no me dijo directamente que era mi admiradora, simplemente vi que me metió la carta en la mochila, carta que escribió en la hora de inglés y cerró en la hora de lengua.

Yo le contesté:
Querida Sandy:
No, puedo entregarte mi corazón, está  dolido,
De momento no quiero amores, estoy abatido

Firmado: Santiago

Aunque ya había olvidado a Eva, no quería amores de momento, era feliz solo. Segundo pasó volando, y a la vuelta de la esquina me encontré con tercero. Fue difícil porque casi repito.
Un día cuando estaba en tercero, pasó algo.

Se acercó a mí un chico de cuarto, tenía el mote de “el matón”, miedo me daba.
-Perdona, me han dicho que vas diciendo cosas de mí- me acusó
-¿yo? Yo no digo nada a nadie, ni si quiera te conozco.-contesté temeroso
-Pues ahora me conocerás bien. –y me dio un puñetazo.
Fue tan fuerte que perdí el conocimiento. “El matón” fue expulsado del centro.
Ese fue el día que me demostró, que la vida iba enserio conmigo.

Terminó tercero y pasé a cuarto. Estaba decidido iba a estudiar enfermería. Aprobé todo con buena nota, me dieron una beca para salir a estudiar al extranjero pero no fui porque mi madre empezó a enfermar. Al parecer, tenía cáncer. En bachillerato, las cosas se empezaron a complicar, debido al mal estado de mi madre, yo rendía menos cada vez. Terminé el primer año de bachillerato y me temía que tendría que dejarlo.

Un día, al llegar a casa, Clara me dijo algo que me encogió el cuerpo entero.
-Santiago, van a trasplantarle a tu madre el corazón.
-¿Qué?, ¿ya han encontrado un donante?
-Al parecer sí, aunque la operación solo le alargará unos dos años de vida.
-¡No puede ser! ¡No! – caí derrumbado entre lágrimas en los brazos de Clara
-Los médicos no pueden hacer nada más Santiago, la operación, es el único remedio
Estuve varias horas en shock, mirando por la ventana, empapado de lágrimas. Pero luego, me dije a mi mismo que debería ser optimista..
-¿Cuándo la operan?
-Mañana
-¡¿Qué?!
-Sí, he ido a visitarla esta misma mañana, los médicos han recibido un nuevo donante, hoy mismo.
-Bueno esperemos que salga bien la operación, mi madre es lo único que me queda.

A la mañana siguiente, sonó el reloj. Me levanté como un rayo. Era viernes, y en dos horas operaban a mi madre. Iba a estar con Clara allí mismo.

En una hora nos presentamos en el hospital.
-¿Puedo ver a mi madre?- le dije a un médico que estaba hablando con Clara
-Bueno, pero… sal pronto de ahí hijo, no es agradable.

Entré en la habitación, estaba mi madre, leyendo un libro. La abracé con fuerza.
-Mamá
-¡Santiago! Qué alegría verte
-y yo a ti mamá. Quiero que seas fuerte porque va a salir todo muy bien, ¿vale?
-Vale hijo, si me pasa algo, quiero que sepas que te quiero más que a nada. Sólo hombres valientes como tú llegarán lejos.- dijo mientras lloraba
-Tú sí que eres especial mamá.
-Lo siento hijo, tenemos que llevárnosla. – dijo el médico.
-Mamá, te quiero
-y yo hijo, y yo.

Seis horas estuvieron ahí dentro. Tenía la esperanza de que mi madre saliera. Al cabo de unas horas, el médico salió.
-Han surgido unas complicaciones, lo siento, la paciente… ha fallecido.
En ese momento, caí al suelo. Me golpeé con una de las sillas de espera. Al despertar, tan solo estaba en una habitación como la de mi madre.
-¿Qué ha pasado Clara?
-¡Gracias a dios que despertaste!, creía que el señor también te llevaría a ti…

-¿Y a quien se ha llevado?-Santiago… tu madre… ha fallecido.

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