jueves, 25 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, El desenlace

El Misterio del Crimen del Lobo, El desenlace

Ahora que ya sabía todo, era la hora por fin donde todo este juego macabro acabaría. El asesino se encontraría en la boda y estaba dispuesta a todo. Mi padre seguía sin aparecer, pero intuía que pronto sabría el motivo. La boda se celebraría a las doce, faltaba tan solo una hora. Había estado tan ciega, y tenía la verdad justo delante de mis ojos. Pero era hora de hacer justicia, acabaría con ese asesino allí mismo.
Antes me conciencié de lo que iba a hacer pero, aunque era horrible aquel asesino se lo merecía. Muy pronto sonaron las doce. Aquellas campanadas firmaban la sentencia de muerte de aquel asesino, entró un escalofrío a mi cuerpo y tardó varios segundos en salir de él estaba preparada. Salí de camino a la iglesia. Cuando llegué estaban todos sentados, todos allí, el Padre Alfonso, Vicenta, Francisco y demás invitados que traían los novios. Mi momento llegaría cuando estuvieran a punto de decir aquel sello de amor "si quiero" esa sería mi señal. Cuando sonaron las últimas campanas, el Padre Bernardo cerró las puertas de la iglesia. Y comenzó la ceremonia. Iban tan elegantes, el vestido de mi abuela lo había cosido ella misma. Ocultaba la escopeta bajo mi vestido y cuando oyese las palabras de amor diría ante todos la horrible verdad.
Todos se pusieron en pie, minutos antes de las palabras, y entonces, el Padre Alfonso, dijo lo que tanto estaba esperando.
-¿Manuel Aceptas contraer matrimonio con Ana y respetarla y amarla en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?
-Si...
-!Quietos todos! !Esta boda no puede celebrarse!- interrumpí
Todos los invitados se giraron hacia mí al instante.
-¿Pero que dices Amapola?- dijo mi abuela extrañada
-Abuela, no puedes casarte con un asesino. Si señores él, él es el lobo. Y ahora mismo acabas de firmar tu sentencia de muerte, tu mataste a mi madre, tú fuiste el culpable de todos los crímenes. Ayer fui a vuestra casa, la puerta estaba abierta y vi el disparo que yo misma te di en la camisa. Despídete de todo- dije apuntándolo con la escopeta.
-!No! !Espera Amapola! !Él no es el culpable!. Disculpad todos esta boda se tiene que cancelar. Ha llegado el día de contar la verdad...
Todos los invitados se fueron marchando menos las tres personas sospechosas.
-¿Quieres explicarnos que hacemos aquí?, yo no he matado a nadie- dijo Vicenta
-Yo no soy un asesino Dios sea testigo- dijo el Padre Alfonso
-Es cierto, ninguno de ustedes es un asesino. Verás Amapola. Temía que llegase este día pero sabía que muy pronto llegarías a él. Escucha atentamente. Tus padres vivían muy felices, se amaban tanto que se prometieron que nunca dejarían de sentir amor uno por el otro. Un día, tu madre salió, supuestamente al taller de costura. Tu padre sospechaba de que ocultaba algo y... decidió seguirla. Efectivamente como el sospechaba, tu madre se veía con un hombre. Pero tu padre no le dijo nada porque iban a tener un bebé, tú Amapola. Ese amante era Francisco.
-¿Y que quiere decir, que yo maté a su madre?- le interrumpió el cazador
-Como dije antes ninguno de ustedes es culpable. Bueno por donde iba.. !Ah sí!... No dijo nada hasta el momento que tu madre confesó a tu padre que... bueno, esto es muy complicado... el bebé no era suyo.
-!¿Qué?!- se sobresaltaron todos incluida yo
-¿Y entonces quién es?-  pregunté
-Tu padre... es él- dijo señalando a Francisco
-!Qué escándalo!- dijo el Padre Alfonso
-!No me interrumpan!. Hecho un manojo de celos él acabó con tu madre, en una discusión. Tú lo viste Amapola, aunque eras muy pequeña con sólo siete años lo viste. Asustada saliste corriendo hacia el bosque porque creías que tu él te haría lo mismo. Víctima del pánico hiciste la vista atrás un segundo, y te golpeaste contra un árbol. Perdiste la memoria, no recordabas nada, ni quién mató a tu madre. Tu padre vino aquella noche y nos contó lo ocurrido, el era mi hijo y como una buena madre, tejí un macabro plan. Cuando recobraras la memoria, te haríamos creer que tu madre había sido asesinada por un macabro asesino, llamado "El lobo". Te hicimos creer que hubo tantas muertes que te llegaste a creer que un asesino andaba suelto, pero no había ningún asesino, todo estaba aquí, en tu cabeza. Por eso, buscaste pruebas, que no te llevarían a ningún lugar.
-No puedo creer.... pero... si... yo.. yo... yo vi al asesino- dije asombrada
-Para hacerte creer aún más que existía, Manuel rondaba por los bosques para hacer creer a la gente que había un asesino y no contaran absolutamente nada. Fue por eso porque lo viste.
-Pero... pero ¿Qué me decís de Isabel? A ella le secuestró el lobo !ella lo vio!
-Cariño. Isabel... solo existe en tu cabeza. Cuando eras pequeña estabas tan afectada que creíste tener una amiga llamada Isabel, y aún la sigues teniendo.
-No... no puede ser... - dije
-¿Y quién puso el manto en mi casa tú Ana?- dijo el cazador
-Así es... yo también te mandaba las cartas... !Tu fuiste el culpable de todo! ¿No entiendes? Maldito Francisco tú dejaste embarazada a su madre y por tu culpa tuvimos que engañar a mi pobre nieta. Así que intentamos incriminarte, también Manuel te disparó en el brazo, para que las sospechas recayesen sobre tí. !Tú eres el único culpable!.
-!Silencio!- dije a gritos haciendo que todo el mundo callase. Si eso es verdad, ¿qué puede demostrármelo?
-Lo único que puede hacerte recordar es el objeto que quería conseguir, el manto de tu madre, aquel largo manto donde tu padre la envolvió. Toma, recuerda Amapola !recuerda!- dijo mi abuela
En ese momento lo recordaba todo. Todo este maldito juego macabro había sido un teatro un señuelo para incriminar al único asesino que hubo aquí.
-!Fui víctima de tu maldito macabro plan!!Eres despreciable abuela! !y sobre todo tú Manuel!
Salí corriendo de aquella iglesia. Toda mi vida había sido una mentira un juego, un maldito juego. Tras de mí salió mi verdadero padre. Tropecé en el suelo y comencé a llorar, histérica.
-Tranquila mi niña, todo ha pasado- dijo abrazándome. No volverás a verlos ¿vale?  Ahora ven, vamos a casa. Debes conocer a tu hermano.
-Gracias Francisco, quería decir papá.
Estaba mejor, aunque había sido un duro golpe. Al fin podría estar entre la verdad, la verdad de mi vida.
Cuenta la leyenda de que nunca más se supo del falso padre de Amapola, cuentan que el mismo diablo, lo transformó en un lobo.
                              FIN


miércoles, 24 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo XI

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo XI


No lo podía creer, pero ya había anochecido y mi padre seguía sin aparecer. Era preocupante, ¿Y si el Lobo lo había atrapado?. Mi padre era fuerte y tenía mucha valentía, aunque fuese imposible que saliese vivo de esta, yo confiaba en él. Así que me tocó dormir sola esa noche. Noche de lluvia, como la anterior. Quise dormir tranquila sin darle muchas vueltas. Tarde o temprano mi padre aparecería, él no haría eso de irse y no volver nunca. A la mañana siguiente, me levante muy temprano, lo supe por el gallo de el vecino de al lado, cuando cantaba mi padre se iba a trabajar, de modo que cuando me levanté justo después cantó el gallo. Mañana era la boda, estaba feliz por fin mi abuela había encontrado la felicidad, después de mucho tiempo. Manuel era un buen hombre y quería mucho a mi abuela, me hacía feliz que por fin estuvieran juntos.

Decidí dar un paseo por el pueblo. De camino me encontré de frente con Vicenta.
-Amapola, que alegría, me acabo de enterar de que tu abuela se casa mañana
-¿No pensará usted venir verdad?- le repliqué
-No entiendo
-Lo que no entendí  yo es por que odiaba tanto a mi madre ¿cree que no me dí cuenta de que usted la acusó de herejía?
-Yo... tu madre siempre andaba dándome envidia con su amante, sí yo lo sabía era su amiga íntima. Todo el rato estaba contándome sus idílicas aventuras amorosas con aquel hombre.
-No tengo nada más que decirle señora. Sólo que no se digne en venir mañana.
Marché por la calle de los artesanos y una mano tocó mi hombro por detrás.
-Amapola, ¿estás bien de aquella noche?- oí
-Sí mejor- Era Francisco, venía con su hijo.
-¿Y que haces por aquí?- me dijo
-Bueno salí a tomar el aire por el pueblo
-¿Te apetece venir a mi casa? he de contarte algo- me dijo en tono serio
-Bueno, está bien.
Su casa era más grande que la nuestra, solo que tenía un pequeño patio trasero donde despellejaba y deshuesaba a las presas. Allí en una mesa se encontraban las montoneras de desperdicios de la caza anterior.
-Toma asiento,Amapola. Verás, ayer fui a por la cena al bosque. Cacé unas cuantas liebres y otras cuantas perdices pero no sólo me llevé la cena. No te lo vas a creer pero, vi como tu padre huía. No huía del lobo, porque si no vendría tras él. Yo creo que huía de algo mucho más gordo- me confesó.
-Y ¿sabes lo que era?
-No lo sé, pero no tiene intenciones de regresar, además...
-¿Qué es eso? -le interrumpí
-¿Qué?
Me levanté y fui hacia ello. Efectivamente no me equivocaba, era el manto de mi madre estaba doblado de una forma que ya había visto antes pero ahora no conseguía recordar.
-Tú eres el lobo ¿no? !¿Tu mataste a mi madre?! !¿No es cierto?!- dije llena de ira
-Amapola te juro que yo no he sido, ni siquiera sabía que ese pañuelo estaba ahí, alguien quiere incirminarlo.
Salí de allí a todo correr el miedo me había invadido el cuerpo. Salí dirección a la casa de mi abuela, tenía razón ese hombre era peligroso, !Era el asesino!. Pero, había una cosa que no me cuadraba. Si tan bien lo tenía montado, ¿cómo es que dejó el pañuelo tan doblado y colocado para que yo me diese cuenta?. Tal vez alguien quiera incriminarlo. Cuando llegué la puerta estaba abierta, era extraño. Pero decidí entrar. Me acomodé en la butaca donde solía tejer mi abuela. Y cuando posé la mirada en otro lugar vi algo. La inspiración vino a mí. Ya había juntado todas las piezas de este complicado puzzle. Ya sabía la verdad. Pero dejaría todo reservado para mañana.


martes, 23 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo X

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo X


Me levanté. Ya había recuperado un poco el sentido sobre lo que había sucedido aquella noche en el bosque. Mi padre habría salido a trabajar. Necesitaba saber como estaban Isabel y mi abuela así que me puse mi vestido, almorcé y salí por la puerta. Fui a buscar a Isabel, cuando llegué a su casa llamé a su puerta y salió a abrazarme.
-Amapola, gracias a Dios que estás viva. Pensé que no saldrías viva de allí. !Gracias por haberme salvado!
-No hay de que, solo quería saber que estabas bien. Y quería pedirte perdón, por mi culpa ese asesino te secuestró.
-No tienes porqué pedirme perdón gracias a ti sigo viva.
-¿Recuerdas algo cuando el lobo te atrapó? ¿viste algo o a alguien?- le pregunté intrigada
-Recuerdo que iba por el bosque, salí a por agua y alguien me golpeó por detrás. Cuando desperté estaba en un lugar muy oscuro apenas veía nada. Notaba unas cuerdas que me amarraban el cuerpo a una silla. Pero no vi en ningún momento a nadie.
-Vaya  tuvo que ser horrible. Bueno Isabel, debo irme. Me alegro mucho de que estés bien. Y prometo que nunca más iremos al bosque, intuyo que la verdad está cerca.
-Ten cuidado. Ese asesino quiere jugar.- me dijo
-Lo tendré.
Fui de camino a casa de mi abuela. También necesitaba saber si ella estaba bien. En el camino me encontré a Vicenta.
-Amapola, ¿que tal estas?- me dijo
-bueno, he de decir que no muy bien. Ya sabes que esto es muy confuso.
-Claro que lo sé, bueno ella está en un lugar mejor.
-He de seguir, adiós Vicenta. -me despedí
Cuando al fin llegué a casa de mi abuela, llamé a la puerta.
-!Amapola! !Estas viva! !Dios te bendiga!- me dijo mi abuela
-Me alegra saber que estás bien abuela, he venido para saberlo
-Sí. Tengo que decirte algo. No te acerques a ese Francisco, parece que oculta algo. Quién sabe si no es el asesino.
-No me acercaré lo prometo. Bueno ahora he de irme, voy camino de la iglesia.
-Antes de que te vayas. Quiero que sepas algo. Manuel y yo vamos a casarnos dentro de dos días. Es muy precipitado pero el Padre Alfonso nos ha conseguido la boda pronto.
-!Que alegría abuela! ¿Lo sabe ya padre?
-No, por eso quiero que le des tu la noticia en persona, y ahora ve, que la mañana avanza.
La mañana avanzaba era un día soleado. Iba a hacerle una visita al padre Alfonso. Cuando llegué la iglesia estaba casi vacía solo tres señoras rezaban arrodilladas. Fui a su salita y esperé a que viniese.
Su mesa estaba muy desordenada, tantos papeles en montonera, regalaban el aspecto desastroso a la mesa de trabajo. Cuando fui a sentarme, sin querer tiré unos papeles al suelo. Cuando fui a recogerlos, vi algo que me hizo palidecer. Un papel, él y otra persona presentaban una acusación de herejía contra mi madre. Ya sabía que el lo hizo pero, la otra persona acababa de ser descubierta. Era nada más y nada menos que Vicenta. Era todo lo que necesitaba saber, así que recogí los papeles y salí de allí.
Salí despavorida, para no ser descubierta.
Me apetecía descansar. Esa maldita señora, que aparentaba ser amiga de mi madre en el fondo la odiaba. Así que había pasado de ser amiga a sospechosa.Cuando entré en mi casa, la puerta estaba abierta. Y enmudecí de terror al ver otra carta. Sin mas dilación la abrí y me preparé para lo peor.

"Que bien lo pasamos anoche. Aunque no cumpliste con el trato, sé que ese manto no era el que buscaba. Por eso me he tomado las molestias de cogerlo yo mismo. Tu padre a ido a por mí, cree que me va a encontrar. Pero bueno, nosotros seguiremos jugando, cada vez estás más cerca de la verdad

El lobo"

No lo podía creer mi padre no había salido a trabajar, había salido a por el lobo. Eso quiere decir que sabía quien era.


lunes, 22 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo IX


El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo IX

Los pasos cada vez se oían más cerca. Estaba preparada, todo se acabaría. De entre los árboles resurgió una sombra, a lomos de un caballo negro, se encontraba una figura humana cubierto con una máscara hecha de barro con forma de lobo. Detrás de el estaba Isabel, con un saco en la cabeza. la figura cargaba un hacha en su costado.
-Aquí estás, al fin maldito psicópata.- dije llena de furia
El señaló el manto he hizo un gesto para que le diese el manto. Era un momento de tensión. Cruzamos las miradas durante un momento, mi abuela miraba paralizada. Estaba delante de un asesino, el mismo asesino que había matado a tanta gente inocente, a mi madre.
Le dí el manto y se giró para desatar a Isabel. Cuando le quitó el saco de la cabeza vi su rostro asustado.
-Toma el manto, y ahora vete y déjanos en paz, maldito asesino ¿porque mataste a mi madre? ¿Porque?
En ese momento, me transporté a un recuerdo lejano, mi madre cosía en su vieja butaca hecha de madera mientras me mecía. Fue un acto reflejo, disparé. Disparé a ese monstruo, le dí en el brazo, el bajó junto con Isabel, y se me acercó. Se cubría su brazo con la otra mano, cuando la quitó estaba empapada en sangre. Desesperado buscó en su saco y sacó una pala yo huí. Huí, corrí como si no hubiera mañana mi abuela me intentaba seguir mientras decía: -Para, espera, Amapola, ven aquí. Yo seguí, corrí hacia los árboles, me escabullí tras los matorrales, un asesino me perseguía yo misma le había herido. Oía tras de mí el galopar de aquel caballo negro.Me escondí tras un robla alto con un tronco ancho cubierto con unos matorrales. Todo había pasado. Cuando fui a reposar la cabeza me sentí a salvo. De pronto oí unos pasos, y cuando giré la cabeza alguien me dio un fuerte golpe con algo.
Quedé inconsciente, en medio de aquel bosque. A la mañana desperté, se hizo de día. Me toqué la nuca y sentía un gran dolor, al principio no recordaba nada, pero luego recordé lo que había pasado esa horrible noche.
-Por fin estás despierta querida chiquilla- oí
-¿Quien eres?- pregunté aturdida
-Soy Francisco, vine aquí a noche y  te encontré. Puedes estar tranquila tu abuela, está a salvo.- dijo mientras me ponía en pie
-Gracias le doy. En ese momento vi algo aterrador. El llevaba un tiro en el brazo. No podía creerlo, no podía creer que el fuese el lobo.
-¿Estás bien? Amapola, te veo algo pálida- me dijo
-¿Cómo te hiciste eso?, ese disparo quien te lo hizo.- le pregunté
-El lobo me atacó. Salí de mi casa porque quería dormir bajo las estrellas, oí unos gritos y fui tras el ruido, cuando de pronto vi como ese asesino te azotaba un buen golpe fui tras el y me hirió en el brazo.No pensarás que soy el lobo ¿verdad?.
-No pienso eso si no... ¿hacia donde huyó ese asesino cuando os enfrentasteis?
-Huyó por ahí- dijo señalándome a lo más profundo del bosque
-Amapola, juro por lo más sagrado que yo no soy el asesino que buscas.
-Bueno, he de irme. Imagino que mi padre estará preocupado.Gracias por todo

Él era el principal sospechoso, aunque... me daba la sensación, algo me decía que él no era capaz. Era pronto para saberlo. Cuando llegué a casa mi padre estaba a la mesa esperando a que llegase.
-!Amapola! Por Dios bendito, creí por un momento que te perdería a ti también- dijo mientras me abrazaba
-Lo siento padre, no lo volveré a hacer.
Cayó la tarde y estuvo durmiendo durante un buen rato. La noche había sido muy dura. Y ese hombre, ¿sería el lobo?, yo confiaba en él, es como sí le hubiera conocido antes... Pronto anocheció, no pude dormir, era otra noche de lluvia pero al final, pude cerrar el ojo.

-Ahora es mi turno, Amapola debo ir por el lobo. Iré ahora que está dormida.

domingo, 21 de julio de 2013

Métete en la historia de "El Misterio del Crimen del Lobo"

¿Quieres disfrutar más al leer los capítulos de "El Misterio del Crimen del Lobo"?
Aquí te dejo unas canciones que te introducirán en la historia y te harán ser protagonista.
Pero ten cuidado, no sea que quedes atrapad@ y el lobo también vaya a por ti.






Métete en la historia, ¿te atreves? 

El Misterio del Crimen del Lobo,Capítulo VIII

El Misterio del Crimen del Lobo,Capítulo VIII


Allí estábamos. Era de locura pero ahí estábamos mi abuela y yo, en aquel bosque oscuro. Cerca de un asesino. Mi abuela había hecho una hoguera con yesca friccionando unas piedras que encontró, un viejo truco que le enseñó su madre.
Debíamos encontrar a Isabel. No me iría sin ella.
-Cariño,la luna alumbra pero si avanzamos ser hará más oscuro, es mejor irnos de aquí-dijo mi abuela mientras se arropaba con su manto.
-Lo que hay que hacer es encontrar de una vez a mi amiga, no lo entiendes, ahora la tiene ese loco. Si quieres irte a casa vete. Yo seguiré aunque el lobo me lleve a mi también.-le respondía.
Continuamos andando en silencio durante un buen rato. Mi abuela estaba asustada lo entendía. En ese instante comenzó a llover, una buena lluvia nos caía encima. Fuimos tras un nogal a refugiarnos. Sonaron las doce campanadas, eso indicaba que eran las doce de la noche. Fue un escalofrío lo que recorrió mi cuerpo cuando de pronto, en el nogal, ví una nota enganchada.
Seguro que era para mí. La cogí y la abrí:
"Entonces has aceptado, quieres jugar. Tu amiga se encuentra muy cerca de aquí. A la una de la madrugada pasaré junto al bosque quedaremos en este mismo nogal. Te entregaré a tu amiga a cambio del manto de tu madre. Solo quiero ese manto.Cuando me lo des podrás seguir jugando, o tal vez... te mate antes."
El Lobo
Me quedé en shock. El lobo vendría. Pero no podría huir Isabel estaba en peligro debía quedarme.
-¿Qué es eso cielo?- me dijo mi abuela
-Es él. Dice que a  la una pasará justo por este robusto nogal y nos entregará a Isabel, a cambio del manto de mi madre, no se para que lo quiere.
-¿Qué? ¿El lobo va a venir? ¿estás loca? !Hay huir de aquí como sea!- dijo mi abuela tirando de mí
-No, me quedaré aquí. Si quieres puedes irte lo entiendo.-le respondí
-No te dejaré sola, jamás.
La lluvia seguía cayendo acompañada por una orquesta de truenos. Aún no me creía donde estaba, por fin el lobo vendría. Me reposé sobre el nogal y cerré los ojos. Sería mejor dormirse durante unos minutos. Las campanas alertarían a mi abuela y me despertaría. No había traído el manto de mi madre, era el mío. Pero de todas formas no tenía ni idea para que lo quería el lobo. Le engañaría, le daría mi manto.
Durante un rato pensé que no saldría viva de aquel lugar, pero esta sería la última vez que el lobo atacaría. Cuando apareciese le pegaría un tiro de buena gana. Ya no pasarían mas miedo, ni habría mas crímenes. El tiempo veloz llegó. Sonaron las campanas de la iglesia marcando la una de la mañana y yo estaba preparada. Agarré la mano a a mi abuela y cargué la escopeta. A lo lejos se oían las pisadas de un caballo. Era la hora, la hora de acabar con todo.


domingo, 14 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo VII

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo VII

Cuando llegué a casa, mi padre estaba preocupado. Se le notaba en la cara.
-Siéntate, Amapola. Hay algo que debo decirte-dijo con un tono de preocupación
-¿Está muy raro padre?, ¿Se encuentra bien?
-Sí, mi preocupación se debe a que llegó otra carta de este maldito asesino.
-!¿Otra carta?!- dije con miedo
-Sí
-¿Y que dice?
-Lee tu misma-dijo mi padre entregándome la carta
-"¿Porqué no vienes a jugar?", !Que extraño! ¿A que se refiere?
-A eso quería llegar. Amapola... es difícil pero he de decírtelo. Tu amiga Isabel....
-!¿Qué?! ¿Qué ocurre?
-Ha sido secuestrada por el lobo
-!¿Qué?! No puede ser.
-Su madre llegó a casa hace un rato. El lobo le había dejado otra igual a su madre.

Después de tal aterradora noticia. No quise salir de la cama. Lloré en silencio. Mi amiga, mi mejor amiga Isabel había desaparecido. Al caer la noche, decidí ir a buscarla. Era un acto de locura, lo sé pero decidí ir. Mi amiga había sido secuestrada por ese maldito asesino. Cogí la escopeta de mi padre, una pequeña bolsa donde metí una vela, y unos trozos de pan con un pedazo de queso de cabra. Cuando toqué la escopeta sucedió algo extraño, me resultaba tan familiar, cuando la rozaba aunque fuese con un meñique, me daba escalofríos. Algo raro, algún recuerdo oculto que no se dejaba ver, era lo que sucedía.
Cogí la chaqueta y me escapé. Iba a por mi amiga. No saldría de allí si ella. No podía ir sola a aquel lugar debía pedir ayuda a alguien, ¿Pero a quién?. Pensé en mi abuela. Ella era valiente, pero debía guardarme el secreto si no... se enteraría mi padre y... bueno, ya sabemos que sucedería.

Fui de camino a la casa de mi abuela. Llamé y salió rápido a recibirme.
-¡Amapola! ¿Que haces por aquí a estas horas? Menudo susto me has dado.
-Lo siento abuela, pero debes ayudarme. Mi amiga Isabel, ha sido secuestrada por el lobo.
-Y que quieres decir, ¿que te acompañe a ese oscuro bosque lleno de peligros?
-Exacto
-Ni loca. Parece que aun no sabes lo que le sucedió a tu abuelo, ¿quieres que me pase lo mismo?
-No te sucederá nada-dije enseñándole la escopeta
-¿Que haces con eso?
-Es por si recibimos algo inesperado.Abuela, te lo pido de rodillas, acompáñame.
-Está bien... aunque esto es de locos, te ayudaré.
Nos adentramos en aquel bosque oscuro. Una lechuza amenizaba el ambiente, acompañada por un coro de grillos.
-¿Lo  has pensado bien? ¿Aún podemos regresar?
-Se bien lo que hago confía en mí abuela. Nada sucederá. Si alguien nos persigue, le dispararemos.
-He traído unas vela-me dijo mi abuela mientras se agachaba en el suelo intentando hacer fuego con dos piedras.
-¿Qué haces? -le pregunté intrigada
-Es un viejo truco que me enseñó mi madre, se hace fricción y.... - le interrumpió la llama.
Prendiendo el candelabro de mi abuela, nos adentramos al corazón oscuro del bosque. Las tímidas estrellas, daban una pizca de luz, junto a la gran luna llena que relucía en lo alto del cielo.


domingo, 7 de julio de 2013

La visita

Recuerdo tiempo atrás, una extraña  historia que me ocurrió.Debía comprar toda la comida para mañana, que era fin de año. Vendría toda mi familia, y todos mis hijos con mis nietos. Era el único día donde estábamos más felices que unos niños en una tienda de caramelos.

Cuando salí del mercado, la gente seguía en las calles. Pasaban y pasaban ignorando a aquel pobre hombre.
Yo me acerqué humildemente hacia él. Era un pobre hombre, con barba descuidad y con ropa pobre.

-Tenga compasión señora, deme algo para poder comer. Mañana es año nuevo y no tendré donde ir.
-No le daré ninguna moneda. Venga conmigo, pase la noche en mi casa. Mañana vendrá mi familia y cenará con nosotros.
-!Bendita sea señora! !Dios se lo pague!- contestó lleno de felicidad
-Pase por favor, no se quede ahí. Aunque soy muy humilde esta hoy será tu casa.
El hombre entró tímidamente, y se quedó de pie en la entrada.
-Pase al salón, póngase cómodo. De veras no sea tímido.
-Gracias de veras, señora. No se como se lo debo agradecer.
Pobre hombre, había pasado tanto tiempo en la calle, aunque no recordaba haberlo visto. Había muchos pobres pidiendo limosna. Le preparé la comida y se la llevé al salón.
-Últimamente yo no comía nada desde que mi marido falleció. le dije y me calló una tímida lágrima a la bata.
El hombre se acercó a mí y me secó las lágrimas.
-No llores, de veras. Seguro que está en un sitio mejor. Yo llevo toda mi vida, en la calle y muchas veces he deseado estar ahí.
Cuando terminamos de cenar. Le ofrecí la cama.
-Aquí podrá dormir. Si tiene algún problema llámeme, no lo dude.

-Señora, espere. He visto algo muy bonito en su mueble.
-¿Esto?, es el mayor tesoro que guardo- dije mientras lo cogía. Me acomodé en la cama y le expliqué la historia.
-Desde muy joven trabajé en el campo dónde trabajó mi padre. Un día, mi marido se acercó a mí. No nos conocíamos de nada, y me dijo que era la mujer más hermosa del mundo. Ahí le conocí. Y cuando llegó la navidad, me regaló esta caja de música. Tiene la melodía de "Dulce Navidad"- Terminé de explicarle mientras la hacía sonar. Y cuando estoy triste y me acuerdo de él. La hago sonar, cierro los ojos y me lleva a los sitios donde me divertía con el cuando era joven.

-Es muy bonito señora. Le doy las gracias de corazón por lo que ha echo hoy por mí. Todos me miraban con desprecio y usted ofreció su caridad a alguien que ni siquiera conoce. 
-Las gracias no me des, me vale con que seas feliz.
Tras esas palabras, apagué la luz y me fui a dormir. A la mañana siguiente, aquel hombre ya no estaba. Fui hacia el salón y encontré una nota, encima estaba la cajita de navidad. Aquella nota decía así: "Querida Manuela, aún recuerdas nuestro amor, nuestros días, nuestras alegrías y toda nuestra felicidad. He podido bajar a verte, pero por muy poco tiempo, quería darte mi regalo de navidad. Gracias por no olvidarte de mí"
En ese momento la felicidad me invadió, no solo había hecho bien, si no, había venido a visitarme el  hombre que siempre amé, y yo no supe que era él.
"Jamás te olvido Pedro"
MORALEJA: Las personas que amas con toda tu fuerza jamás se van de tu corazón, siempre quedan los recuerdos de aquellas personas que fueron especiales para tí y jamás se desvanecerán.


viernes, 5 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del lobo,Capítulo VI

El Misterio del Crimen del lobo,Capítulo VI


Ya estaba en casa. Había salido viva de aquel lugar oscuro y tenebroso. Aunque seguía corriendo por mi cuerpo esa sensación de miedo, y de horror. Qué hombre más rudo, había matado delante nuestra aquel indefenso conejo para comérselo, muy fácil para él acabar con un animal, imagínate, lo fácil que sería acabar con una persona. Sin duda era un principal sospechoso. Me habían contado que tenía un hijo más o menos de nuestra edad, tenía unos 16 años. Era bastante apuesto y siempre me había gustado. Nunca había estado con ningún chico ya que mi padre tenía un candidato para mí. Pero ya no habíamos vuelto a verle.
Cuando llegué a casa mi padre me había preguntado dónde había estado toda la tarde. Yo le mentí, y le dije que había estado en casa de mi abuela. Si mi padre se llegase a enterar de que merodeaba por el bosque sería él, el que se convertiría en una fiera conmigo.
 Reposé mi cuerpo en aquel colchón de paja. Miles de dudas y teorías llenaban mi cabeza, cuando terminaba una, se me ocurría otra, y cuando acababa una volvía a la anterior. Al fin acabé por dormirme. Cuando todo estaba tranquilo, de pronto la ventana quebró en mil pedazos y entró tras el golpe un hombre que llevaba en la mano un hacha yo intenté gritar, pero él puso su mano en mi boca antes de que pudiera hacerlo. Solo podía ver sus ojos, eran de un rojo sangre y daban bastante miedo. Mientras me tapaba la boca decía con su voz que parecía provenir del mismo infierno: -Caperucita, nunca descubrirás quien soy, antes te mataré. No llegarás a tiempo. Y justamente antes de clavarme el hacha hasta lo más profundo de mi cuerpo, desperté. Todo había sido un horrible sueño, el lobo no estaba ni había entrado en casa. Tal vez de tanto pensar en eso, había provocado la pesadilla.
Mi padre se había ido como cada mañana, y decidí salir. Aún pensaba en la pesadilla, el lobo me había llamado Caperucita, aunque fuese un sueño, era muy extraño ya que solo mi abuela y mis padres me llamaban así. Cogí la chaqueta roja de mi madre, y salí a la calle. Iba a ver a mi abuela, hacía mucho tiempo que no la veía. Desde que… mi abuelo había sido herido de muerte por el lobo, años atrás. Se enamoró de un hombre, llamado Manuel. Yo no le consideraba mi abuelo, aunque era un hombre muy agradable, era simplemente, un hombre que amaba a mi abuela.
Aún no se habían casado, pero pronto sonarían las campanas de boda. Cuando llegué me abrió Manuel.
-¿Qué haces por aquí Amapola?-  dijo
-Bueno, vine a visitaros un rato.
-Pasa, pasa. Verás que alegría se llevará tu abuela
Cuando entré vi la casa igual, solo que estaba más desordenada mi abuela tejía una bufanda para el invierno.
-¡Caperucita! ¡Dichosos los ojos! Ven aquí mi niña- dijo mientras me estrujaba. –Bueno, ¿qué tal estas?
-Me encuentro un poco mejor pero aún no estoy bien, abuela. La confesé
-Sé que es difícil Caperucita, pero tarde o temprano apresarán a ese malvado asesino
-Claro que lo encerrarán, ese maldito loco merece lo peor- completó Manuel
-Y yo lo descubriré sabéis
-No digas locuras cielo, es mejor que eso se lo dejes a…- dijo mi abuela
-no hay más que hablar. Yo misma descubriré y desenmascararé a ese maldito asesino y cuando lo encuentre… lo lamentará
-Sobre todo Amapola, Ten cuidado, y no te acerques al bosque ¿entendido?, no me gustaría perderte también a  ti.- Dijo Manuel
-Ni siquiera nosotros vamos, Manuel, va a instalar un pozo cerca de aquí, o si no compraremos el agua por la ciudad.
-Yo con esta cojera no puedo ir a ningún lugar, imagínate como para salir corriendo si me persigue ese asesino- confesó Manuel
-Bueno he de irme, mi padre está al llegar.
-Ve con cuidado- dijeron los dos a coro