Cuando salí del mercado, la gente seguía en las calles. Pasaban y pasaban ignorando a aquel pobre hombre.
Yo me acerqué humildemente hacia él. Era un pobre hombre, con barba descuidad y con ropa pobre.
-Tenga compasión señora, deme algo para poder comer. Mañana es año nuevo y no tendré donde ir.
-No le daré ninguna moneda. Venga conmigo, pase la noche en mi casa. Mañana vendrá mi familia y cenará con nosotros.
-!Bendita sea señora! !Dios se lo pague!- contestó lleno de felicidad
-Pase por favor, no se quede ahí. Aunque soy muy humilde esta hoy será tu casa.
El hombre entró tímidamente, y se quedó de pie en la entrada.
-Pase al salón, póngase cómodo. De veras no sea tímido.
-Gracias de veras, señora. No se como se lo debo agradecer.
Pobre hombre, había pasado tanto tiempo en la calle, aunque no recordaba haberlo visto. Había muchos pobres pidiendo limosna. Le preparé la comida y se la llevé al salón.
-Últimamente yo no comía nada desde que mi marido falleció. le dije y me calló una tímida lágrima a la bata.
El hombre se acercó a mí y me secó las lágrimas.
-No llores, de veras. Seguro que está en un sitio mejor. Yo llevo toda mi vida, en la calle y muchas veces he deseado estar ahí.
Cuando terminamos de cenar. Le ofrecí la cama.
-Aquí podrá dormir. Si tiene algún problema llámeme, no lo dude.
-Señora, espere. He visto algo muy bonito en su mueble.
-¿Esto?, es el mayor tesoro que guardo- dije mientras lo cogía. Me acomodé en la cama y le expliqué la historia.
-Desde muy joven trabajé en el campo dónde trabajó mi padre. Un día, mi marido se acercó a mí. No nos conocíamos de nada, y me dijo que era la mujer más hermosa del mundo. Ahí le conocí. Y cuando llegó la navidad, me regaló esta caja de música. Tiene la melodía de "Dulce Navidad"- Terminé de explicarle mientras la hacía sonar. Y cuando estoy triste y me acuerdo de él. La hago sonar, cierro los ojos y me lleva a los sitios donde me divertía con el cuando era joven.
-Es muy bonito señora. Le doy las gracias de corazón por lo que ha echo hoy por mí. Todos me miraban con desprecio y usted ofreció su caridad a alguien que ni siquiera conoce.
-Las gracias no me des, me vale con que seas feliz.
Tras esas palabras, apagué la luz y me fui a dormir. A la mañana siguiente, aquel hombre ya no estaba. Fui hacia el salón y encontré una nota, encima estaba la cajita de navidad. Aquella nota decía así: "Querida Manuela, aún recuerdas nuestro amor, nuestros días, nuestras alegrías y toda nuestra felicidad. He podido bajar a verte, pero por muy poco tiempo, quería darte mi regalo de navidad. Gracias por no olvidarte de mí"
En ese momento la felicidad me invadió, no solo había hecho bien, si no, había venido a visitarme el hombre que siempre amé, y yo no supe que era él.
"Jamás te olvido Pedro"
MORALEJA: Las personas que amas con toda tu fuerza jamás se van de tu corazón, siempre quedan los recuerdos de aquellas personas que fueron especiales para tí y jamás se desvanecerán.
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