El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo VII
Cuando llegué a casa, mi padre estaba preocupado. Se le notaba en la cara.-Siéntate, Amapola. Hay algo que debo decirte-dijo con un tono de preocupación
-¿Está muy raro padre?, ¿Se encuentra bien?
-Sí, mi preocupación se debe a que llegó otra carta de este maldito asesino.
-!¿Otra carta?!- dije con miedo
-Sí
-¿Y que dice?
-Lee tu misma-dijo mi padre entregándome la carta
-"¿Porqué no vienes a jugar?", !Que extraño! ¿A que se refiere?
-A eso quería llegar. Amapola... es difícil pero he de decírtelo. Tu amiga Isabel....
-!¿Qué?! ¿Qué ocurre?
-Ha sido secuestrada por el lobo
-!¿Qué?! No puede ser.
-Su madre llegó a casa hace un rato. El lobo le había dejado otra igual a su madre.
Después de tal aterradora noticia. No quise salir de la cama. Lloré en silencio. Mi amiga, mi mejor amiga Isabel había desaparecido. Al caer la noche, decidí ir a buscarla. Era un acto de locura, lo sé pero decidí ir. Mi amiga había sido secuestrada por ese maldito asesino. Cogí la escopeta de mi padre, una pequeña bolsa donde metí una vela, y unos trozos de pan con un pedazo de queso de cabra. Cuando toqué la escopeta sucedió algo extraño, me resultaba tan familiar, cuando la rozaba aunque fuese con un meñique, me daba escalofríos. Algo raro, algún recuerdo oculto que no se dejaba ver, era lo que sucedía.
Cogí la chaqueta y me escapé. Iba a por mi amiga. No saldría de allí si ella. No podía ir sola a aquel lugar debía pedir ayuda a alguien, ¿Pero a quién?. Pensé en mi abuela. Ella era valiente, pero debía guardarme el secreto si no... se enteraría mi padre y... bueno, ya sabemos que sucedería.
Fui de camino a la casa de mi abuela. Llamé y salió rápido a recibirme.
-¡Amapola! ¿Que haces por aquí a estas horas? Menudo susto me has dado.
-Lo siento abuela, pero debes ayudarme. Mi amiga Isabel, ha sido secuestrada por el lobo.
-Y que quieres decir, ¿que te acompañe a ese oscuro bosque lleno de peligros?
-Exacto
-Ni loca. Parece que aun no sabes lo que le sucedió a tu abuelo, ¿quieres que me pase lo mismo?
-No te sucederá nada-dije enseñándole la escopeta
-¿Que haces con eso?
-Es por si recibimos algo inesperado.Abuela, te lo pido de rodillas, acompáñame.
-Está bien... aunque esto es de locos, te ayudaré.
Nos adentramos en aquel bosque oscuro. Una lechuza amenizaba el ambiente, acompañada por un coro de grillos.
-¿Lo has pensado bien? ¿Aún podemos regresar?
-Se bien lo que hago confía en mí abuela. Nada sucederá. Si alguien nos persigue, le dispararemos.
-He traído unas vela-me dijo mi abuela mientras se agachaba en el suelo intentando hacer fuego con dos piedras.
-¿Qué haces? -le pregunté intrigada
-Es un viejo truco que me enseñó mi madre, se hace fricción y.... - le interrumpió la llama.
Prendiendo el candelabro de mi abuela, nos adentramos al corazón oscuro del bosque. Las tímidas estrellas, daban una pizca de luz, junto a la gran luna llena que relucía en lo alto del cielo.
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