El Misterio del Crimen del Lobo, El desenlace
Ahora que ya sabía todo, era la hora por fin donde todo este juego macabro acabaría. El asesino se encontraría en la boda y estaba dispuesta a todo. Mi padre seguía sin aparecer, pero intuía que pronto sabría el motivo. La boda se celebraría a las doce, faltaba tan solo una hora. Había estado tan ciega, y tenía la verdad justo delante de mis ojos. Pero era hora de hacer justicia, acabaría con ese asesino allí mismo.Antes me conciencié de lo que iba a hacer pero, aunque era horrible aquel asesino se lo merecía. Muy pronto sonaron las doce. Aquellas campanadas firmaban la sentencia de muerte de aquel asesino, entró un escalofrío a mi cuerpo y tardó varios segundos en salir de él estaba preparada. Salí de camino a la iglesia. Cuando llegué estaban todos sentados, todos allí, el Padre Alfonso, Vicenta, Francisco y demás invitados que traían los novios. Mi momento llegaría cuando estuvieran a punto de decir aquel sello de amor "si quiero" esa sería mi señal. Cuando sonaron las últimas campanas, el Padre Bernardo cerró las puertas de la iglesia. Y comenzó la ceremonia. Iban tan elegantes, el vestido de mi abuela lo había cosido ella misma. Ocultaba la escopeta bajo mi vestido y cuando oyese las palabras de amor diría ante todos la horrible verdad.
Todos se pusieron en pie, minutos antes de las palabras, y entonces, el Padre Alfonso, dijo lo que tanto estaba esperando.
-¿Manuel Aceptas contraer matrimonio con Ana y respetarla y amarla en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?
-Si...
-!Quietos todos! !Esta boda no puede celebrarse!- interrumpí
Todos los invitados se giraron hacia mí al instante.
-¿Pero que dices Amapola?- dijo mi abuela extrañada
-Abuela, no puedes casarte con un asesino. Si señores él, él es el lobo. Y ahora mismo acabas de firmar tu sentencia de muerte, tu mataste a mi madre, tú fuiste el culpable de todos los crímenes. Ayer fui a vuestra casa, la puerta estaba abierta y vi el disparo que yo misma te di en la camisa. Despídete de todo- dije apuntándolo con la escopeta.
-!No! !Espera Amapola! !Él no es el culpable!. Disculpad todos esta boda se tiene que cancelar. Ha llegado el día de contar la verdad...
Todos los invitados se fueron marchando menos las tres personas sospechosas.
-¿Quieres explicarnos que hacemos aquí?, yo no he matado a nadie- dijo Vicenta
-Yo no soy un asesino Dios sea testigo- dijo el Padre Alfonso
-Es cierto, ninguno de ustedes es un asesino. Verás Amapola. Temía que llegase este día pero sabía que muy pronto llegarías a él. Escucha atentamente. Tus padres vivían muy felices, se amaban tanto que se prometieron que nunca dejarían de sentir amor uno por el otro. Un día, tu madre salió, supuestamente al taller de costura. Tu padre sospechaba de que ocultaba algo y... decidió seguirla. Efectivamente como el sospechaba, tu madre se veía con un hombre. Pero tu padre no le dijo nada porque iban a tener un bebé, tú Amapola. Ese amante era Francisco.
-¿Y que quiere decir, que yo maté a su madre?- le interrumpió el cazador
-Como dije antes ninguno de ustedes es culpable. Bueno por donde iba.. !Ah sí!... No dijo nada hasta el momento que tu madre confesó a tu padre que... bueno, esto es muy complicado... el bebé no era suyo.
-!¿Qué?!- se sobresaltaron todos incluida yo
-¿Y entonces quién es?- pregunté
-Tu padre... es él- dijo señalando a Francisco
-!Qué escándalo!- dijo el Padre Alfonso
-!No me interrumpan!. Hecho un manojo de celos él acabó con tu madre, en una discusión. Tú lo viste Amapola, aunque eras muy pequeña con sólo siete años lo viste. Asustada saliste corriendo hacia el bosque porque creías que tu él te haría lo mismo. Víctima del pánico hiciste la vista atrás un segundo, y te golpeaste contra un árbol. Perdiste la memoria, no recordabas nada, ni quién mató a tu madre. Tu padre vino aquella noche y nos contó lo ocurrido, el era mi hijo y como una buena madre, tejí un macabro plan. Cuando recobraras la memoria, te haríamos creer que tu madre había sido asesinada por un macabro asesino, llamado "El lobo". Te hicimos creer que hubo tantas muertes que te llegaste a creer que un asesino andaba suelto, pero no había ningún asesino, todo estaba aquí, en tu cabeza. Por eso, buscaste pruebas, que no te llevarían a ningún lugar.
-No puedo creer.... pero... si... yo.. yo... yo vi al asesino- dije asombrada
-Para hacerte creer aún más que existía, Manuel rondaba por los bosques para hacer creer a la gente que había un asesino y no contaran absolutamente nada. Fue por eso porque lo viste.
-Pero... pero ¿Qué me decís de Isabel? A ella le secuestró el lobo !ella lo vio!
-Cariño. Isabel... solo existe en tu cabeza. Cuando eras pequeña estabas tan afectada que creíste tener una amiga llamada Isabel, y aún la sigues teniendo.
-No... no puede ser... - dije
-¿Y quién puso el manto en mi casa tú Ana?- dijo el cazador
-Así es... yo también te mandaba las cartas... !Tu fuiste el culpable de todo! ¿No entiendes? Maldito Francisco tú dejaste embarazada a su madre y por tu culpa tuvimos que engañar a mi pobre nieta. Así que intentamos incriminarte, también Manuel te disparó en el brazo, para que las sospechas recayesen sobre tí. !Tú eres el único culpable!.
-!Silencio!- dije a gritos haciendo que todo el mundo callase. Si eso es verdad, ¿qué puede demostrármelo?
-Lo único que puede hacerte recordar es el objeto que quería conseguir, el manto de tu madre, aquel largo manto donde tu padre la envolvió. Toma, recuerda Amapola !recuerda!- dijo mi abuela
En ese momento lo recordaba todo. Todo este maldito juego macabro había sido un teatro un señuelo para incriminar al único asesino que hubo aquí.
-!Fui víctima de tu maldito macabro plan!!Eres despreciable abuela! !y sobre todo tú Manuel!
Salí corriendo de aquella iglesia. Toda mi vida había sido una mentira un juego, un maldito juego. Tras de mí salió mi verdadero padre. Tropecé en el suelo y comencé a llorar, histérica.
-Tranquila mi niña, todo ha pasado- dijo abrazándome. No volverás a verlos ¿vale? Ahora ven, vamos a casa. Debes conocer a tu hermano.
-Gracias Francisco, quería decir papá.
Estaba mejor, aunque había sido un duro golpe. Al fin podría estar entre la verdad, la verdad de mi vida.
Cuenta la leyenda de que nunca más se supo del falso padre de Amapola, cuentan que el mismo diablo, lo transformó en un lobo.
FIN
Una interesante y curiosa visión del famoso cuento. Y la música perfecta para el relato.
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