El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo IX
Los pasos cada vez se oían más cerca. Estaba preparada, todo se acabaría. De entre los árboles resurgió una sombra, a lomos de un caballo negro, se encontraba una figura humana cubierto con una máscara hecha de barro con forma de lobo. Detrás de el estaba Isabel, con un saco en la cabeza. la figura cargaba un hacha en su costado.-Aquí estás, al fin maldito psicópata.- dije llena de furia
El señaló el manto he hizo un gesto para que le diese el manto. Era un momento de tensión. Cruzamos las miradas durante un momento, mi abuela miraba paralizada. Estaba delante de un asesino, el mismo asesino que había matado a tanta gente inocente, a mi madre.
Le dí el manto y se giró para desatar a Isabel. Cuando le quitó el saco de la cabeza vi su rostro asustado.
-Toma el manto, y ahora vete y déjanos en paz, maldito asesino ¿porque mataste a mi madre? ¿Porque?
En ese momento, me transporté a un recuerdo lejano, mi madre cosía en su vieja butaca hecha de madera mientras me mecía. Fue un acto reflejo, disparé. Disparé a ese monstruo, le dí en el brazo, el bajó junto con Isabel, y se me acercó. Se cubría su brazo con la otra mano, cuando la quitó estaba empapada en sangre. Desesperado buscó en su saco y sacó una pala yo huí. Huí, corrí como si no hubiera mañana mi abuela me intentaba seguir mientras decía: -Para, espera, Amapola, ven aquí. Yo seguí, corrí hacia los árboles, me escabullí tras los matorrales, un asesino me perseguía yo misma le había herido. Oía tras de mí el galopar de aquel caballo negro.Me escondí tras un robla alto con un tronco ancho cubierto con unos matorrales. Todo había pasado. Cuando fui a reposar la cabeza me sentí a salvo. De pronto oí unos pasos, y cuando giré la cabeza alguien me dio un fuerte golpe con algo.
Quedé inconsciente, en medio de aquel bosque. A la mañana desperté, se hizo de día. Me toqué la nuca y sentía un gran dolor, al principio no recordaba nada, pero luego recordé lo que había pasado esa horrible noche.
-Por fin estás despierta querida chiquilla- oí
-¿Quien eres?- pregunté aturdida
-Soy Francisco, vine aquí a noche y te encontré. Puedes estar tranquila tu abuela, está a salvo.- dijo mientras me ponía en pie
-Gracias le doy. En ese momento vi algo aterrador. El llevaba un tiro en el brazo. No podía creerlo, no podía creer que el fuese el lobo.
-¿Estás bien? Amapola, te veo algo pálida- me dijo
-¿Cómo te hiciste eso?, ese disparo quien te lo hizo.- le pregunté
-El lobo me atacó. Salí de mi casa porque quería dormir bajo las estrellas, oí unos gritos y fui tras el ruido, cuando de pronto vi como ese asesino te azotaba un buen golpe fui tras el y me hirió en el brazo.No pensarás que soy el lobo ¿verdad?.
-No pienso eso si no... ¿hacia donde huyó ese asesino cuando os enfrentasteis?
-Huyó por ahí- dijo señalándome a lo más profundo del bosque
-Amapola, juro por lo más sagrado que yo no soy el asesino que buscas.
-Bueno, he de irme. Imagino que mi padre estará preocupado.Gracias por todo
Él era el principal sospechoso, aunque... me daba la sensación, algo me decía que él no era capaz. Era pronto para saberlo. Cuando llegué a casa mi padre estaba a la mesa esperando a que llegase.
-!Amapola! Por Dios bendito, creí por un momento que te perdería a ti también- dijo mientras me abrazaba
-Lo siento padre, no lo volveré a hacer.
Cayó la tarde y estuvo durmiendo durante un buen rato. La noche había sido muy dura. Y ese hombre, ¿sería el lobo?, yo confiaba en él, es como sí le hubiera conocido antes... Pronto anocheció, no pude dormir, era otra noche de lluvia pero al final, pude cerrar el ojo.
-Ahora es mi turno, Amapola debo ir por el lobo. Iré ahora que está dormida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario