sábado, 21 de diciembre de 2013

"El Séptimo invitado" Capítulo 8: "Un descubrimiento, un intento de asesinato y un adiós inesperado"

Muerta. Estaba muerta. Todos miraban histéricos a Julia que yacía en aquella silla.
-Está muerta- comuniqué tras tomarla el pulso
¡Otra vez ha vuelto a actuar! ¡Ese maldito psicópata!-dijo histérico Francisco
-No debimos venir a esta casa nunca- dijo Maite entre sollozos
-Yo me voy ahora mismo- dijo Carlos mientras se dirigía hacia el jardín
Todos fuimos tras él y cuando este agarró la valla se quedó pegado a ella a causa de la electricidad. Cayó al suelo desplomado.
-¡Carlos!- grité y fui tras él
Los demás también me siguieron afuera.
-Tranquilos. ¡Respira! Sólo está incosciente-dije- llévenselo, túmbenlo en el sofá enseguida le atiendo.
-¡El asesino ha vuelto a matar!- se alteró Francisco- ¿Cómo quiere que nos tranquilicemos? ¡Podría ser el siguiente!
-¡Julia! ¡Julia! - sollozaba a gritos Rosa mientras intentaba reanimarla
-Tenemos que resolver el enigma antes de que Mr.Wood vuelva a actuar- dijo Maite
-Estoy con usted. Sólo quedamos cinco, ya ha habido dos muertos ¡Hay que acabar con esto!- dijo Julia
-Cierto, pero para ello, debemos aclarar nuestro nexo de unión ¿Qué nos relaciona?- pregunté- Ya sabemos que sólo Maite y Rosa parecían conocer a el hombre misterioso de la foto, alguien más tiene que conocerlo
-Entremos, vengan- dijo Francisco.
-¿Qué ha pasado?...- dijo Carlos que volvía en sí
-¡Carlos! Gracias a Dios que usted despierta- le dijo Maite- Tenemos que aclarar el enigma para salir de aquí antes de que ese tal Mr.Wood vuelva a matar.
-Como hemos podido comprobar, el asesino viene de fuera, ha roto la ventana y ha asesinado a Julia con una flecha- observó Rosa
-El asesino no puede venir de fuera- apuntó Maite- No hay forma de salir del hostal, tampoco de entrar, la verja está electrificada
-Por eso mismo puede entrar perfectamente, el generador se encuentra fuera del hostal y puede desactivarlo a su antojo- le respondió Carlos, que parecía que se encontraba mejor.
-¡Un momento!- dije- Acabo de encontrar que es lo que unía a Julia al hombre de la foto
-Miren todos- les dije- ¿Ven aquí esa esclava dorada que tiene en la muñeca?- me dirigí a Julia- es la misma esclava de Julia. ¡Miren! hasta tiene una inscripición "A ti Alfredo, para un amor imposible de alcanzar, de tu amor inalcanzable. Julia"
-¿Eran marido y mujer?- dijo Rosa
-No, si no llevarían un anillo en lugar de una alianza- respondió Francisco
-Se trata de un amor imposible- aclaré- eran amantes
-Así que por eso estaba tan rara Julia antes de su muerte- se sorprendió Maite
-¿Creen que el asesino lo descubrió y por eso la mató?- interrogó Carlos
-Es muy posible- dije
-Cierre la puerta anda, que luego me entra un costipado tremendo- dijo Francisco
-Ya no hace ese ruido espantoso, menos mal- dijo Carlos
-El hombre misterioso de la foto se llamaba Alfredo...- comentó Rosa
-Alfredo Arias Díaz, alcalde de Castillar de la Roja- nos dijo Maite tras coger el libro que estaba leyendo Julia
-¡Claro! ahora lo recuerdo trabajé para él un tiempo, pero fue hace tantos años ya que no recuerdo muy bien que es lo que me pidió-confesó Maite
-Yo también trabajé para él ¡Era su secretaria! Ya no lo recordaba, sólo trabajé unos meses para él.... después no volví a saber de él.- comentó Rosa
-¡Miren!- Señaló Francisco al libro "Memorias de un buen alcalde"-- y miren por quién está editado
-Julia, era su editora y amante -dije anonadado
-Entonces ya tenemos un nexo bastante sólido que une a tres personas ¿Pero y a nosotros qué nos une?- se preguntó Francisco
-Eso es lo que tenemos que averiguar- le dije
- ¿Y qué tiene que ver el alcalde en todo esto?- se preguntó Carlos inquieto
-Algo nos relaciona con él ¿Rosa porqué no supiste nada de él?- le pregunté
-Un día vino la policía al ayuntamiento. Me preguntó si había visto a Alfredo yo le dije que salió hacia unas horas y no había vuelto- me dijo- no me acordaba por eso no os lo dije antes
-Claro, ¡que excusa más barata! Es usted la asesina- le acusó Carlos
-No empiecen otra vez, no tenemos pruebas- les tranquilizó Maite
-Habló, la que mató a Miguel- le reprochó el padre Francisco
-¡Basta ya!- estallé-si queremos conseguir salir de aquí habrá que resolver el enigma
-Entonces se nos relaciona con la desaparición de el alcalde- dijo Maite
-Eso parece.
Pasó así la medianoche. Otra noche sin dormir. Hicimos lo mismo, le dimos sepultura a Julia.
-Otro entierro más- dijo Francisco apenado
-Es domingo- dijo Rosa mirando por la ventana-
-Mr.Wood dijo que pasaríamos aquí un fin de semana- se lamentó Maite
-Me parece que seguiremos encerrados como animales de circo hasta que resolvamos el enigma- dijo Carlos mientras fue a la cocina.
-Yo no pienso dormir más, no quiero ser el siguiente- se aterró Francisco
-¡Como pille a ese malnacido se va a enterar!- dije irritado
-Son las cuatro de la mañana- bostezó Maite
-Duérmanse si quieren yo mismo continuaré la guardia- dije con tono de valentía
-¿Está loco? ¿No ve que acaba de cometerse otro asesinato?- dijo el padre Francisco mientras me zarandeaba como intentando reanimarme
-Les aseguro que no me dormiré, se lo juro- afirmé
-Yo me quedaré contigo- me dijo Maite
-¡No! No me perdonaría jamás que te pasase algo- le respondí
-Por favor Diego- me miraba
-Duerme tranquila Maite, no pasará nada, además seré el primero en despertarte
Después de mis palabras todos subieron a dormir.
Empecé a leerme el libro que había dejado Julia, era el libro del alcalde de Castillar de la Roja, narraba todo sobre su vida. Llegué a la mitad del libro y me aburrí de tanto politiqueo. Leí una frase que citó en uno de sus capítulos que me resultaba familiar, se la había oído decir a alguno de los anfitriones pero no recordaba a quién.
Saqué mi móvil del bolsillo, eran las seis y cuarenta y tres.
-A las siete despertaré a Maite- me dije
De pronto mis ojos empezaron a cerrarse, pero enseguida me espabilé. Me preparé un café y seguí observando el libro. Me quedé ensimismado mirando el agujero descomunal de la ventana. Fui hacia la cocina para ver si había algo con que taparlo. Y en efecto encontré un trozo de madera raído y viejo de una de las baldas de una despensa ancha y antigua. Probé a ver si cabía en la ventana y encajaba perfectamente. Salí a buscar un martillo y cuatro clavos al jardín, recordaba que había visto una vieja caseta junto al cubo metálico.Entré y busqué un interruptor. No había ninguno. Alumbré con el móvil en aquella caseta solo había una estantería más raída aún que la de la cocina.
Una caja de herramientas se escondía en la cuarta balda y rebusqué. No había ningún martillo, cogí una llave inglesa y cuatro clavos que encontré, uno de ellos oxidado por el tiempo.
Pero de pronto la puerta de la caseta se cerró. Al principio creía que había sido el viento pero, mis opiniones cambiaron de parecer cuando alguien me atizó en la nuca y caí inconsciente en el suelo, todo se volvió oscuro.
-¡Diego!- oí a lo lejos
-¡Diego! ¿Puede oirme?- volví a oir
-Mmmm...- murmuré
-Está volviendo en sí- escuché
Mis ojos se abrieron poco a poco, al principio borrosos y luego empezaron a clarear.
-Por poco le perdemos- pude ver esta vez a Rosa
-Incorpórese venga yo le ayudo- me dijo Francisco
-¡Menudo susto nos has dado! Sobre todo a la pobre Maite... - me dijo Carlos
-¡Maite!- salí corriendo para la casa.
Allí estaba Maite, entre sollozos en el sofá con las manos sobre la cara.
-¡Diego! ¡Estás vivo!- me abrazó
-¡Maite! ¡Creía que no iba a volverte a ver!- reí
-No vuelvas a salir ahí de noche Diego- me aconsejó Carlos
-Sí y menos con el perturbado de Wood fuera acechando- acompañó Rosa
-Venga que le vendo la herida, sé algo de medicina, de joven estuve en un convento por muy poco tiempo, fui el boticario y al hermano Constantino le pasó algo igual cuando un cirio le cayó encima en plena misa, acompáñeme.
-Nosotros prepararemos el desayuno- dijeron Maite y Rosa al unísono
-Yo voy a clavar estas tablas a la ventana- dijo Carlos
Subimos a su habitación y me sentó en su cama.
-A ver... ¡Aquí están! la venda y las tijeras- rió- últimamente estoy que nos estoy
-He tenido suerte, un poco más y hubiera acabado enterrado en el jardín
-Pero el señor no lo ha querido así- dijo mientras cortaba el trozo de venta
-¡Que crucifijo más bonito! me da la sensación de que lo he visto en otra parte
-Seguramente lo haya visto en me lo regalaron en el convento. Una vez salió en el periódico un reportaje
-¿Que tiene escrito?- le pregunté
-"Deum meum,lucem" es latín "Dios ilumina mi camino" significa. Esto ya está- dijo cortando el pedazo de venda.
-Voy a coger un cuaderno de mi habitación y bajo padre- le dije
Fui a mi habitación y cogí un cuaderno de notas que había traído en el bolsillo. Guardaba algunas recetas en él y no sería mala idea hacer el pastel de hojaldre y miel que solía hacer mi madre. Pero mi mirada se detuvo. Había una raja en la nuca del muñeco que me representaba. El corazón se me detuvo un momento luego reaccioné y bajé.
Un olor a café me invadió la nariz.
-¡Hay que ver que bien huele!- dije
-Siéntate Diego un café caliente te reconfortará- me dijo Maite
-¡Por cierto tengo que coger mi inyección antes de empezar! El bolso está en la recepción- dijo mientras se dirigía hacia allá
Un pequeño resbalón la derribó. El padre Francisco corrió a ayudarla
-¿Está bien?
-Sí solo ha sido...- se quedó mirando fijamente al suelo y luego dijo- una caída tonta
Tras rebuscar en su bolso dijo: -Aquí no está mi inyección, voy a subir arriba están en la maleta.
-¡Qué buen desayuno!- exclamó Carlos
-El café es una vieja receta de la familia- le respondió Rosa
-¿Y estos bollos? ¿También?- le dije
-No, estos los saqué de la despensa
-Ya estoy aquí- dijo Maite- estaba más pálida de lo normal
-¿Se encuentra bien?- preguntó Francisco
-Sí estoy bien, ya encontré mi inyección- dijo con la voz entrecortada- pero... terminen de desayunar- hay algo que quiero comunicarles.
Terminamos de desayunar a toda prisa y Maite comenzó a exponer su idea
-Ha bastado con una caída tonta para descubrir una pista que aclara muchas cosas..
-¿El qué?- la interrumpió Carlos
-Pues que el asesino de el monje, no existe.
-¡¿Cómo dice?!- se alteró Francisco
-No existe, nos ha hecho creer a todos que viene de fuera, cuando en realidad, el asesino está aquí, con nosotros sentados a la mesa.
-¿Qué dice?- dijo Rosa y después se desmayó
Fuimos a atenderla y Maite siguió.
-Unas manchas de aceite me hicieron descubrirlo, el asesino descubrió que las bisagras de la puerta rechinaban al abrirse y las engrasó para poder salir de la puerta, así nos hizo creer que...- empezó a toser
-¿Qué?- se apresuró Francisco
-Que... - siguió tosiendo esta vez se ahogaba
-¡Maite!- le dije y fui hacia ella
-Soco... ayuda...- decía
Se desplomó en el suelo. Comprobé su pulso. Estaba muerta.




miércoles, 20 de noviembre de 2013

El Séptimo Invitado Capítulo 7: "Nuevas Pistas"

Y así se tornaba la tarde. Por una parte estaba tranquilo porque el asesino no podría entrar, si es que venía desde fuera claro. La parte que me trastornaba era pensar que el asesino estuviese dentro, con nosotros. Entonces si que no nos podríamos fiar de nadie y habría que encontrarlo pronto antes de que volviese a actuar.
-Por lo menos hoy dormiremos tranquilos- respiró Maite
-O no tan tranquilos- le respondió Rosa
-Esperemos que esta noche no haya ningún crimen más- añadió Francisco
-Volveremos a las guardias nocturnas- insistió Carlos
-Hoy me toca a mí vigilar junto a la puerta- dijo Julia
-No se preocupe ya vigilo yo-  insistió de nuevo Carlos
-No, ayer le tocó a usted. Además ya no podré dormir tranquila... me llevaré un libro... sí un libro.- respondió mientras se incorporaba del sofá.
-Son las cinco de la tarde, ¿Os apetece un café?- dijo Rosa
-Bueno, pero bien cargado si no le importa- dijo Carlos. Acto seguido se dirigió hacia la cocina.
-Yo voy a por mi inyección, quiero tenerla a mano para no tener que subir una y otra vez- me dijo Maite
-Voy a traer unas pastas que tengo, las hacen las Hermanas de Santa Luisa, las compré de camino.- añadió Francisco.
Quedamos solos Julia y yo en aquel sombrío salón. Estaba bastante preocupada por algo, pero no sabía muy bien por qué.
-¿Le ocurre algo?- le pregunté
-Pues que echo de menos a mi familia. Les dije que les llamaría. La verdad es que salí bastante enfadada. Habíamos discutido, mi marido y yo, y bueno le dije que necesitaba un respiro y me iría de fin de semana.- me confesó
-¿Y no sabe entonces donde estás?- le pregunté preocupado
-No. No les dije nada. Solo le dije a mi marido que le llamaría al llegar. Tampoco le di muchas explicaciones, habíamos discutido y... bueno, no se por que le atosigo con mis problemas.- dijo y acto seguido se levantó y añadió
-Voy a salir un rato a tomar el aire, necesito respirar
-Te acompaño no quiero que  vayas sola puede ser peligroso- le dije antes de que saliese
Al abrir la puerta un enorme crujido salió de las bisagras de la puerta que me encogió el alma de arriba abajo.
Nos sentamos en el porche. Y después de un sordo silencio entablamos una conversación.
-¿Usted cree que saldremos de aquí con vida Diego?- mi miró preocupada
-No se nada Julia... si le soy sincero yo también estoy asustado. Sólo de pensar que hay.... un criminal suelto... se me hiela la sangre.- le dije mientras me frotaba los brazos a causa del frío.
-No se... yo creo que estamos dando palos de ciego con nuestra investigación, aunque yo tengo varias teorías...
De pronto un sonido nos interrumpió, ella salió despavorida  y yo salí de mi desconcierto y la seguí. Procedía de la parte de atrás de la casa. Al parecer algo se había caído en el cubo metálico de basura donde había unas hojas podridas.
-Habrá sido el viento-añadí
En ese momento sonaron las campanas. Daban las ocho. El cielo se oscurecía y un relámpago volvió a anunciar la lluvia.
-Será mejor que entremos...- me dijo
Cuando nos dirigimos a entrar al hostal, el horror volvió a invadirnos. Otra carta lacrada se encontraba en la ranura de la puerta.
-Otra vez... No es posible ¡Estábamos aquí los dos!- le dije
-En un minuto que nos hemos despistado... el viento nos ha echo perder al asesino- me respondió- o tal vez el mismo asesino.
-Entremos tenemos que informar a los demás- dije con desesperación
La puerta volvió a crujir y cerré con la llave. Estaban todos tomando café.
-Oigan, el asesino viene de fuera- les dijo Julia
-¿Cómo dicen?- se sobresaltó Carlos
-¿Lo han visto?- añadió Maite
-No.Un ruido nos ha distraído y cuando hemos vuelto la carta estaba metida en la ranura de la puerta.
-Bueno a que esperan ¡Léanla!- gritó histérico Francisco.
Abrí de nuevo el sobre lacrado. Y vi lo que había dentro. Esta vez no era una carta. Era una fotografía de un hombre de mediana edad, vestía de traje y corbata. Sus ojos eran marrones como el castaño, tenía un rostro robusto, y una tímida barba le crecía.Pero tenía una cruz a rotulador rojo en la cara. Un escalofrío se adueñó de mi cuerpo. Por suerte no éramos ninguno de nosotros.
-¿Le conocen?- pregunté
-Yo no he visto a ese hombre nunca- contestó Francisco
-Yo creo recordar que no le conozco- añadió Carlos
-Yo tampoco. Pero no se me da la impresión de que tal vez le haya visto- dijo Maite
-A mí no me suena, a lo mejor le conozco. Se parece a uno de mis jefes. Pero no sé que tiene que ver con...
-Yo... tengo que buscar, una cosa esperen.- dijo Julia más nerviosa que antes
-¿Y usted no le conoce?- me interrogó Francisco
-No. Pero puede ser que esta sea nuestra conexión. Este hombre puede ser lo que nos une a todos o a algunos cuantos.- dije- Puede ser que algunos no le recuerden, pero hay dos personas, o mejor dicho tres. Ya tenemos una conexión tal vez encontremos otra entre los que no tengamos ninguna relación con este hombre.
Y así pasó la tarde. Entre cafés y recuerdos. Pero nadie salvo Rosa y Maite parecían conocerle. Julia no bajó en toda la tarde así que subía  a ver si le sucedía algo.
-Enseguida bajo, voy a ver que tal se encuentra Julia.- les informé
Subí por las escaleras, su habitación estaba en el ala derecha. El hedor del cadáver de Miguel era insoportable, tenía que enterrarle lo antes posible.
Cuando llegué vi a Julia tumbada en la cama, leyendo su libro y con un montón de papeles.
-¿Se encuentra bien?- le pregunté
-Sí, estoy un poco revuelta, eso es todo. Intento relajarme en la cama  en un rato bajaré no se preocupe- dijo con un aire de nerviosismo
Cuando bajé les dije a todos que teníamos que dar sepultura al pobre Miguel. Y así se la dimos y el padre Francisco ofició la ceremonia. Su último adiós. Cómo iba a imaginar que acabaría su vida así de esa manera tan horrible.
Se tornaron las diez y Francisco se encargó de la cena con la ayuda de Maite. Todo fue delicioso. Prepararon un excelente besugo con salsa marinera y patatas rellenas. Después Francisco nos presentó su postre.
-Son unas pastas, aprendí a hacerlas en mi seminario- dijo orgulloso.
Después de cenar charlaron un poco entre ellos, y Carlos nos ofreció otro concierto de piano. La verdad es que tenía gran maestría. Pero siempre tocaba canciones tristes.
-Creo que va siendo hora de que nos acostemos- dijo acompañado de bostezos Rosa
-Sí, además me acaba de dar la reuma y necesito descansar bastante- dijo Francisco
-¿Entonces seguro que se queda usted a la guardia nocturna?- preguntó Carlos a la temblorosa Julia
-Sí, tengo que comprobar algunas cosas de mis escritos- añadió nerviosamente
Después de sus palabras nerviosas nos fuimos a acostar. Había sido un día duro. Teníamos una nueva pista, una foto de un hombre que relacionaba a dos personas, bueno a tres, porque estaba convencido de que Julia también le conocía.
Abrí mi cama, y me tumbé. Mi móvil quedó sin batería y lo puse a cargar. Encendí la lampara de noche y me puse a leer un libro que había traído en mi maleta. Lo tenía en el coche, debajo del asiento, y me dispuse a leerlo.
-¿Que lee Diego?- oí
Era Maite estaba en mi habitación.
-¡Qué susto me has dado!
-Perdón no era mi intención- rió
-Es un libro sobre empresas. Pasa no te quedes ahí.- la dije
-¿Estás mejor Maite?
-Sí me encuentro algo mejor. Pero bueno sigo preocupada por que no se si saldré con vida de aquí- se derrumbó
Después de un rato la conseguí calmar. Entablamos una larga conversación que duró hasta las doce y tres.
-Eres un cielo- me dijo
-Tu también eres una bella persona
Algo hizo que me fijase en su mirada. En ese momento vi a Susana. Era igual que ella. Y el amor hizo de las suyas, y la besé. Pero enseguida me aparté.
-No, no puedo Maite.- la detuve
-No si ha sido culpa mía. Bueno, espero que me pueda perdonar- dijo triste
-Sí, es sólo que no puedo enamorarme.
Después de estas palabras se fue cabizbaja. Apagué la lámpara y el sueño me golpeó fuertemente.
Pero de pronto alguien me despertó.
-¡Despierte! ¡Vamos despierte Diego!- me gritaba una voz
-¿Que pasa?- dije aturdido por el sueño
Cuando abrí los ojos descubrí que era Rosa. Estaba llorando.
Me agarró del brazo y me llevó al recibidor del Hostal. Estaban todos asustados al rededor de Julia, inmóvil.
Cuando me acerqué pude ver mejor lo que había pasado. Habían roto la ventana, habían asesinado a Julia. Tenía una flecha clavada en el pecho.


jueves, 7 de noviembre de 2013

Capítulo 6: "Buscando respuestas"

Bastante nerviosos estábamos todos ya. Los acontecimientos habían cambiado bastante, tampoco es que antes se pudiera tocar la normalidad, pero ahora las cosas habían cambiado radicalmente. Alguien que nos odiaba bastante nos había metido allí en ese hostal perdido de la mano de Dios. Y además... teníamos más cerca a un asesino de lo que creíamos. Un despiste más y uno de nosotros... le haría compañía a la misma muerte.
Pero había que ponerse serios y buscar respuestas. Algo teníamos que encontrar ¿Por qué a nosotros? ¿Quien? y sobre todo ¿qué relación existe entre todos nosotros?
Bajé hacia el salón ha hacer compañía a los demás. Entré sin decir palabra. Menudo cuadro había montado, Maite estaba más histérica aún. El padre Francisco caminaba indeciso de un lado para otro, el sonido de sus zapatos rompía el tenso silencio, Carlos posaba los dedos con especial delicadeza sobre el piano, también se le veía nervioso pero lo intentaba ocultar y lo disimulaba mejor que Julia que miraba hacia ambos lados con la mirada perdida y Rosa que no se despegaba de la ventana.
-Escúchenme todos, ya sé que estamos todos muy nerviosos, pero debemos avanzar, buscar respuestas. Sobre todo cuando hay un asesino...
-La única asesina que hay en este hostal es ella- me interrumpió Carlos apuntando a Maite con su dedo índice
-Yo... os lo juro- suspiró- no he hecho nada.... - gimoteó
-Claro, llegaste y te lo encontraste muerto ¿Quién se va a tragar semejante soez?- reprochó alzando la voz el padre Francisco.
-Mirad. Sé que es difícil creer a Maite, pero ¿Y si el asesino se esconde en algún lugar del hostal? ¿o quien nos dice que no venga desde fuera?- intervine
-Tal vez esté escondido... - me siguió Julia
-O tal vez sea Maite que es lo más sensato... - siguió repitiendo Carlos
-Por... favor -suspiró- tenéis que creerme... Si hubiera sido yo... no me quedaría con... el cadáver- sollozó y se derrumbó de nuevo.
-Tiene razón... puede a ver sido El Monje- apunté
-¿El Monje? eso es sólo una leyenda que se contaba para asustar a los niños- dijo Francisco
-Vamos padre, démosle una oportunidad. Antes busquemos si hay alguien más con nosotros- se convenció Carlos
-Estoy con vosotros-  dijo Rosa
-Entonces busquemos- dije levantándome
-Si mal no recuerdo, Miguel, que ya descansa en paz removió todo el Hostal y no encontró absolutamente nada.- dijo Carlos
-Entonces sabemos que no está en la casa, tiene que estar fuera por estos bosques- acompañó Francisco
-No podemos salir, las verjas están electrificadas- respondió con temor Julia
-Si el asesino viene de fuera debemos asegurarnos de que no entra nadie- aportó Rosa
-No tenemos  la llave ¿Cómo cerramos?- interrogué 
-Bueno podemos hacer guardias junto a la puerta- se atrevió a decir Maite
-O podemos confesar nuestros pecados- le respondió bruscamente Francisco
-Padre... - le dijo Julia
-Vale entonces, hagamos guardias.- aclaré
-Yo me ofrezco para vigilar la noche, además con lo que ha pasado no me puedo dormir- dijo Rosa
-No, déjeme a mí yo afrontaré el peligro- dijo Carlos
-¿Pero no se dan cuenta de que lo que tenemos que hacer es salir de aquí?- se alteró Francisco
-No podemos salir de ninguna forma de momento...- le respondí
Después de un largo silencio todos subieron en silencio hacia sus respectivas habitaciones, excepto Carlos que se quedó abajo para hacer la guardia. Estaba claro que ninguno de nosotros podía dormir, en la casa no había nadie pero, ¿quien te garantiza que pueda vencer a Carlos y matarnos a todos? Seguida de esa pregunta automáticamente me surgieron otras muchas más. Pero acabé por cerrar los ojos después de dos largas horas. La noche estaba serena, ya no llovía y la luna brillaba casi en lo alto del cielo. De pronto, escuché de nuevo unos pasos.Se dirigían hacia aquí. Hacia mi habitación. Luego alguien giró el pomo de la puerta. Lentamente. Muy lentamente. Al final la puerta se abrió. Era él. el monje. Me quedé inmóvil, todo un coro de voces acompañaban sus pasos. Tenía la cara cubierta por su capucha, llevaba algo en las manos. Intenté gritar pero no me salía la voz. Alzó la vista y vi su horrible rostro quemado y rasgado de heridas que habían tardado en cicatrizar, clavó la mirada en mí por unos segundos y alzó lo que llevaba en las manos, una almohada, la puso sobre mi cabeza y apretó con fuerza. Me estaba asfixiando. De pronto abría los ojos. No había nadie. Nada quedaba del monje. Era extraño aún notaba la presión sobre mi garganta. Era tan agobiante, ¿habría sido sueño o realidad? ¿habían intentado asfixiarme con una almohada, o simplemente era parte de la imaginación turbada por el miedo? Miré el reloj. Marcaba las 7:24. Decidí levantarme a desayunar. No podía seguir durmiendo, después de todo... Cuando llegué a la planta baja, me econtré con algo terrible. ¡Carlos se había dormido! 
-Despierte. No ha servido mucho su guardia... -le dije algo molesto
-Mmmm... ¡Me he dormido! ¡Maldición!- contestó
-No... maldición ahora..- dije
Había visto otra vez algo junto a la puerta, habían colado otra de las cartas lacradas.
-¿Qué sucede?- se levantó Carlos
-Esto es lo que sucede- dije enseñándole la carta
-No puede ser, ¡otra vez! ¡Ha estado aquí!- dijo con rabia

-"Buenos días mis queridos anfitriones:
imagino que habrán pasado una buena noche. Les he venido a visitar, para advertirles de lo que viene ahora.  Habrá muchas sorpresas por mi parte. Miren el muñeco de Miguel y obsérvenlo con delicadeza, ha cambiado bastante. Vigilen sus espaldas, no pierdan de vista ningún detalle, y por supuesto no intenten salir del hostal, a parte de que no se puede salir de ninguna de las formas. Antes tendrán que desvelar el misterio. El misterio que les relaciona a cada uno de ustedes. A los siete invitados. Busquen... busquen antes de que sea demasiado tarde.
Mr.Wood"- terminé de leer
-¿Qué misterio?- preguntó Carlos
-¿Qué nos une a todos?- pregunté
Enseguida bajaron los demás, les reunimos en el salón y tras contarles todo estalló la gran revolución, comparada la francesa fue solo un cuento para niños. Todos empezaron a armar un barullo tremendo.
-¡Callensé! Si de verdad quieren salir de aquí como yo debemos hacer caso de la carta. Ya sabemos que hay un misterio que nos une a todos. y hay alguna relación entre todos nosotros. Mr. Wood nos ha dicho que no podremos salir hasta que el misterio esté resuelto- dije 
-¿Y qué es lo que nos une? Yo no conozco a nadie- dijo Carlos
-Bueno tal vez no sea esa la relación- dijo Maite
-¿Quién de todos conocía el pueblo?- preguntó Rosa
-Yo- contestó Maite
-Yo también- dijo Rosa
-¿Nadie más?- dije Julia
-Mi padre nació aquí pero no entiendo que tiene que ver eso con todo esto.- dijo Carlos
-Algo tendrá que ver. Yo no conozco el pueblo, Maite trabajó de abogada para un cliente ¿y tú Rosa?
-Yo trabajé de secretaria para otro cliente, pero no por mucho tiempo me contrató sólo tres meses antes de que dejara el trabajo- dijo 
- Bueno, algo de relación tienen ustedes. Tenemos que buscar más. La respuesta puede estar ante nuestros ojos.- dije 
-Voy a subir un momento a mi habitación, voy a coger mi chaqueta que hace algo de frío, enseguida bajo. les dije
Subí las escaleras a toda prisa. El hedor del cadáver de Miguel se hacía insoportable de un momento a otro. Llegué a mi habitación y cogí la chaqueta de mi maleta. Al salir recordé lo que había dicho la carta "Miren el muñeco de Miguel". Estaba claro que no le estaba llamando muñeco, se refería a la réplica de cada uno de nosotros. Fui hacia su habitación, y allí estaba. Pero ahora estaba reproducida en él la muerte de Miguel. Tenía un puñal clavado en el costado. Un escalofrío me recorrió cuerpo arriba. Salí de su habitación pero sin querer tropecé con algo. Era su carpeta, todos los papeles se esparcieron por la habitación. De entre ellos salió un libro. Al verlo descubrí que era el libro de visitas del Hostal. Lo ojeé por encima y descubrí que faltaba una hoja. Alguien había arrancado. Y estaba convencido de que algo había descubierto alguien en esa hoja, algo que no convenía que se descubriese.
Estaba seguro de que la había arrancado el asesino. Eran las visitas que tuvo el hotel el día 17 de Mayo. habían arrancado justo la parte que las recogía.
Bajé por las escaleras era bastante extraño... le daba mil vueltas en mi interior.
Cuando bajé vi a Francisco rebuscando en la recepción.
-Aquí no hay nada, ni rastro de quien es el dueño del hotel... - dijo en voz alta
-¿No encuentra nada padre?- le respondí
-Por suerte hemos encontrado la llave que cierra la casa, esta noche dormiremos bastante tranquilos- me contestó.
-!Vaya! que tranquilidad- contestó Julia
-Tampoco es algo que nos tranquilice, si erremos el hostal y se comete algún crimen... no habrá duda de que el asesino es uno de nosotros- temió Carlos
-A veces hay que tomar decisiones difíciles para conseguir nuestros objetivos- añadió Rosa
Así pasó la mañana entre desayunos y respuestas. De una cosa estábamos seguros. Si se cometía otro crimen más, ya no nos podríamos fiar ni de nuestra sombra.


sábado, 12 de octubre de 2013

El Séptimo Invitado: Capítulo 5, "Cadáver en la oscuridad"

Bajamos al comedor. El ambiente estaba cargado de una mezcla entre miedo  y horror. Se podía notar en todos los rostros, con la mirada perdida, preocupados de aquí para allá. Cosas bastantes extrañas habían pasado ya en un día, y yo empezaba a preocuparme.
-Bien, ¿Puede explicarnos alguien que ha escrito Mr.Wood?- dijo Maite acompañado de unos suspiros y pausas
-Ese maldito psicópata dice: "Queridos invitados: Ya veo que han aceptado la magnífica invitación a mi fin de semana, espero que estén disfrutando de una velada espectacular... No teman, porque todo acaba de empezar. Son como marionetas en mi poder, ahora que están en mis manos. No pierdan detalle, de lo que pasa a su alrededor, puede ser que el mismo mal aceche tras la esquina"- terminó de leer Carlos.
-No puedo entender absolutamente nada- dijo Julia
-¿Que quiere de nosotros?- acompañó Francisco
-Seguramente se trate de una broma pesada... no le den importancia- dijo con un gesto despectivo Miguel
-No creo que sea una broma...- aporté
-Y si se trata de algo serio, ¿Porqué nosotros?- Temió Rosa
-Debemos mantener la calma o la locura se apoderará de nosotros... - intentó calmar Carlos
La lluvia no cesaba de caer, cada gota era un ápice más de terror. Un relámpago invadió la sala, unos andaban de aquí para allá, otros mantenían la mirada perdida, otros como yo se limitaban a mirar los rostros ajenos, y solo Miguel nos miraba como si fuera una chorrada. Las campanadas lejanas tocaron las once.
-Las once.- informó Francisco
-No puedo aguantar el sueño- bostezó Carlos
-Yo creo que también subiré a dormir, creo que debo... relajarme un rato- dijo Julia
-Lo mismo opino yo... debemos descansar, han sido bastantes cosas por hoy- le acompañó Rosa
-Yo no creo que pueda dormir... me quedaré un rato sentada necesito calmarme- suspiró Maite
-Hagan lo que quieran, voy a salir a fumar. Descansen, mañana pienso destapar a ese bromista- dijo Miguel
Después de esto todo el mundo se fue a sus respectivos sitios, yo me quedé acompañando a Maite. Se podía ver el rostro de preocupación y miedo.
-Debes estar tranquila Maite... yo te creo- la consolé
-Gracias Diego, pero yo lo paso muy mal con estas cosas ¿sabes?- me contestó
-No creo que aguantemos más así, en eso estoy contigo pero aguantaremos- la cogí la mano. Ella mantuvo la mirada y yo la sostuve, pero la conexión cesó por causa del clima de horror, rompió a llorar.
-Maite, confía en mí no pasará nada- la abracé.
Estuvimos hablando durante dos horas hasta que el sueño nos venció. Ya todos habían subido a sus habitaciones, incluso Miguel que tras entrar tres veces seguidas y volver a salir a fumar. Eso demostraba nerviosismo, ese nerviosismo que penetraba en su coraza de valiente.
-Bueno, yo creo que va siendo hora de irnos acostando- la dije
-Sí, estoy más calmada después de todo, de veras... Gracias- me sonrió.
Me recordaba tanto a Susana, que me llegó a tocar el corazón. Su pelo, sus ojos su risa y su manera de ser, llegaban a mi corazón como dagas incendiadas y despertaban en mí una sensación de amor oculto, dispuesto a quedarse aún encerrado por que estaba herido como una presa ante su cazador. Desde que murió Susana mi corazón se marchitó y no estaba para más amores.
Subimos las escaleras hasta nuestras habitaciones y le dije:
-Buenas noches Maite, que descanses
-Buenas noches Diego, que descanses también- contestó. Y otra vez mantuvimos la mirada, una mirada entre el amor y la preocupación, una tensión que no me dejaba vivir. Entré a mi habitación y me tumbé sobre la cama. Encendía la pequeña lámpara de la mesilla que iluminó la habitación, acto seguido, cerré la puerta y miré la lluvia caer tras los cristales. Una vez más miré aquel muñeco horrible, que era como una versión de mí, lo miré unos instantes y después lo guardé en los cajones de la mesilla. Saqué mi móvil del bolsillo y miré la hora, la una y tres minutos, normalmente me acostaba más tarde pero todas las emociones me habían adormilado. La luna resplandecía tras los cristales, pero enseguida las nubes negras como el carbón la tapaban con su color oscuro, como si la intentase comer. Mis ojos se desviaron a la cobertura, que estaba cruzada por una raya que indicaba que no había ni gota. Intenté marcar... pero no dio si quiera señal. Así que me eché el edredón pardo sobre el cuerpo e intenté dormir. La almohada bullida me ofreció un cálido sueño que durmió plácidamente con la noche de tormenta. Pero de repente algo curvó mis sueños, unos pasos se acercaban por el pasillo, y después de terminar su recorrido, alguien emitió un grito ensordecedor. Era una voz femenina, salí a todo correr de la habitación. Miré a ambos lados. Llamé a la puerta de Maite, y para mi sorpresa, no estaba en la habitación. Me puse pálido como la luna que envolvía la noche tormentosa. Se había levantado también Julia, que lo había oído.
-¡¿Que ha sido eso?!- susurró
-No lo sé pero se trata de al otro lado de las escaleras, sígueme.
Alumbré con el móvil el oscuro pasillo, y fuimos andado muy despacio. Notábamos como crujían las maderas, y como caían los relámpagos. De repente alguien tropezó con nosotros. Se trataba de Carlos.
-¿Han sido ustedes los que han gritado?, vine a ver si estaban bien
-No hemos sido nosotros, pero iremos a....
-¡¡Socorro!!- decía otra vez la voz. Al fin pude distinguir la voz  de Maite y corrí con todas mis fuerzas.
Al fin llegamos estaba en la habitación de Miguel, llorando en el suelo, con Miguel, en el suelo...
Alumbré con el móvil hacia el interruptor y cuando encendí la luz...el horror se plantó ante mi cara...
Julia emitió otro ruido ensordecedor y Carlos se llevó las manos a la cabeza al descubrir que...
Maite sostenía el cuerpo sin vida de Miguel.
-¿Qué es lo que has hecho?- la encaró Julia
-Yo... yo... no, no he hecho nada...- sollozó con rabia
-!Es usted una asesina!- le gritó Carlos
-¡Calmense todos! ¿que está pasando a...- el horror impidió al padre Francisco terminar su pregunta, que acto seguido empezó  a palidecer.
-Os lo juro... yo... !!yo no he sido!!- siguió llorando con rabia
El cuerpo de Miguel, estaba sin vida, no lo podía creer, alguien de mucha sangre fría lo había apuñalado varias veces el costado izquierdo.
-Es usted una asesina sin duda- gritó Francisco
-¿Que es tanto griterío?, dijo Rosa somnolienta entrando por la puerta. Esta no gritó pero enmudeció y salió corriendo hacia abajo.
-¿Dónde vas?- bajó Julia tras ella
-¿Que es lo que has echo?- le volvió a interrogar Carlos
-Yo... no he... matado... no- no podían salir sus palabras
-¿Nos quiere hacer creer que no lo ha matado usted?- la agarró Francisco
-¡Estense quietos ya!,-le solté el brazo a Francisco.
-¿Que hacías en la habitación de Miguel Maite?- le pregunté delicadamente yo
-Yo... no podía dormir... no quería... estar... estar enfadada con él...- sollozó de nuevo
-¿Y por eso lo has matado? ¿Porque no lo soportas?- se enfureció Carlos
-Claro, no lo soportaba más y por eso lo mató- acompañó Francisco
-No lo maté... entre... a pedirle perdón.... ye me lo .... encontré... muerto.- puedo decir Maite
-¿De verdad cree que me lo voy a tragar?- volvió a decir Carlos
Los dos salieron de la sala. Aquel cuadro era horrible, ver a Maite sosteniendo el cuerpo de Miguel, apuñalado. Y con la cara roja, humedecida en lágrimas.
-Tu... me... ¿me crees? Diego...- me miró
-Maite yo... Yo... te creo
-¿De veras... piensas que yo... no soy una asesina?- me mantuvo la mirada de nuevo
-Claro que no, ha sido Mr.Wood. Ese maldito psicópata que nos ha encerrado.
-Anda, tranquilízate. Yo me ocupo de... bueno de lo demás.
Cogí el cadáver de Miguel y lo dejé en el pasillo. Bastante asustado estaba, un psicópata y un muerto. Fui a mi habitación a por una manta que sobraba en mi cama, y lo envolví como pude, lo dejé en el pasillo central, el que se desviaba en dos direcciones, izquierda y derecha. Yo, que tenía conocimientos médicos pude observar, que la herida era tan profunda que solo bastó con la primera... bueno... yo me entendí. El asesino había actuado por primera vez...
Al momento, recorde´el momento del crimen, desde mi habitación, n minuto antes del grito escuché perfectamente unos pasos, pasos que no podían escucharse si no se tenían zapatos, y Maite no los llevaba.
Alguien quería incriminar a Maite y lavarse las manos. Había llegado la hora de tomarse las cosas en serio. Y de buscar respuestas.



lunes, 30 de septiembre de 2013

El Séptimo Invitado: Capítulo 4, Sucesos extraños.

Desperté de mi ausencia. Miré las caras de todos los invitados. Todas aquellas expresiones y gestos que decían miedo, pero que tal vez, ocultasen miles de secretos aun por ser sacados a la luz. Carlos seguía al piano, la verdad es que con grna maestría deslizaba los dedos por aquellas teclas del piano de ébano que se situaba en medio de aquel salón. Las gotas y truenos de aquella inmensa lluvia que precipitó hacían el compás de la pieza. Carlos cerró la tapa del piano cuidadosamente, y se levantó en silencio. Paseó unos instantes, luego se paró y charló con Francisco que observaba la tarde que se había preparado. Miré a Maite, que estaba sentada mordisqueando un bolígrafo, y pudo transmitirme el miedo que tenía en su interior.
-Menuda está cayendo. Me parece que no podremos tomar el fresco en el jardín- apuntó Rosa
-Cuando amaine un poco, todo es cuestión de esperar... -introdujo con tono misterioso Julia
-O si no, me resguardaré bajo el porche, me gustaría salir a fumar, para calmar los nervios... -Dijo Miguel
-Ten cuidado con la verja, y más ahora que está lloviendo- le dijo en un tono burlesco Maite
A lo que Miguel respondió con una mueca de desinterés y "calla por tu bien".
-Yo creo que deberíamos encontrar la razón, de porqué motivo estamos aquí todos, está claro que no para un fin de semana... -puntualicé
-Pues no encuentro manera alguna, yo no conozco a nadie de los presentes- se alteró Francisco
-Bueno, seguro que tiene que haber algo que nos relacione a todos de alguna manera posible...- insistí
Quedaron todos callados. Pero de repente  algo hizo llamar la atención de Rosa.
-¿No escuchan?- dijo señalando a la ventana
-No- respondió con asquedad Carlos
-Espera... ahora si escucho, son campanas- respondí
-Eso quiere decir que cerca de aquí hay una iglesia- indicó Maite
-Al parecer no estamos tan incomunicados- rió de buena gana Julia
-Bueno no se ustedes pero yo estoy hambriento- dijo Francisco mientras se frotaba la tripa
-Deberíamos cenar algo, para calmar los nervios... - le siguió Maite
-Yo no tengo idea de cocinar- confesé
-No se preocupe Diego, ya nos encargamos nosotras- me dijo Julia
Todos fueron saliendo de aquel salón, unos a fumar, otros al baño, que estaba en la puerta de enfrente a la recepción. Y yo decidí explorar más detenidamente mi habitación así que subí. Aún seguía el vino esparcido, pero decidí limpiarlo después. En ese momento mi mirada se dirigió al cabecero de la cama. Y me puse pálido al descubrir aquel detalle. Había un muñeco igual a mí. Estaba vestido igual que yo. Entonces creí que se trataba de una broma de mal gusto. Pero cambié de opinión cuando entré a la habitación de Maite, y vi otro muñeco igual que ella. ¿Qué clase de juego macabro es este? ¿Quién o que nos ha encerrado aquí?. Decidí bajar a enseñárselo a los demás.
-¿Os habéis dado cuenta de estos muñecos?- pregunté al aire, porque, sólo Rosa estaba sentada leyendo.
-Sí, lo vi nada más dejar la maleta. Me impactó porque me recordó a la macabra historia que leí hace años. Diez personas... que morían una a una en una casa...- confesó tras palidecer y establecer una mirada perdida
-No se preocupe Rosa eso no sucederá, confíe en mí- dije sentándome a su lado
-Me parece todo tan raro... no se que hacemos aquí- me dijo
-Tampoco lo sé yo, en fin... todo consiste en mantener la calma...
Acto seguido metió el libro en el bolso y más nerviosa que un niño en una actuación de colegio se fue despavorida.
-He de... subir a a mi habitación.... un momento. - y con eso se fue
Quedé solo en aquel salón, observando el horrible muñeco con ojos de cruz y boca de ralla mal cosida. Rosa tenía razón... era todo tan extraño...
Al momento entraron Carlos y Francisco.
-Estamos empapados, ni ese porche es capaz de proteger del todo- rió Francisco
-Y eso que yo solo he salido a observar las estrellas, porque las adoro- dijo con tono de admiración Carlos
-¿Creen ustedes que Mr.Wood aparecerá pronto?- me intrigué
-No creo... he registrado toda la casa, y no hay más que nuestras habitaciones, este salón, el cuarto de baño y la cocina...
-Yo creo que está escondido en algún lugar, cuando subí antes a mi habitación oí unos golpes muy fuertes en el jardín.- me comentó Francisco
-¿Que creen ustedes que son estos muñecos?- les dije enseñándoselos
-Cuando lo vi pensé que eran obra del mismo Satán....- empalideció Francisco
-Yo me lo tomé como una parodia, nunca había visto una versión tan... bueno... de mí- rió nerviosamente Carlos
-!La cena está!- se oyó a Julia desde la cocina
-Vamos a ayudarte enseguida- dijo Carlos
-Yo... enseguida voy, tengo que subir a mi habitación, a por mi rosario.... tradiciones... antes de comer- dijo Francisco
De la cocina salió Maite, y se sentó a mi lado.
-Diego, tengo miedo. - me dijo
-¿Porqué?- le dije con tristeza
-No se, todo esto es muy raro... una verja electrificada... unos muñecos con mala intención sobre nosotros...
-No pasará nada, todos estamos juntos, no hay porqué preocuparse- la abracé
-Gracias por ayudarme- me sonrió.
Después de un rato, la cena estaba servida y nos sentamos todos en la mesa. Aquella mesa tan grande.
Nos habían cocinado un excelente pollo asado con patatas.
-Esto está delicioso- dijo Miguel
-Gracias, lo he hecho yo.. es una vieja receta- se sonrojó Rosa
-Yo he ayudado en lo que he podido- dijo Julia
-Y yo pelé las patatas- rió Maite
-Pues está exquisito- respondí yo
-¿Saben ya como podremos salir de aquí?- se inquietó Julia
-No, pero si son todo delicias, me vale- rió Carlos
-Vaya lo había olvidado, !mi inyección!, ya mismo regreso- Se levantó Maite
-Vale sube, te esperamos para el postre- le apunté
En ese momento todo quedó a oscuras. Un apagón invadió la casa. Se oyó como cerraban la puerta principal con llave. Y todos comenzaron a correr hacia ella, Miguel la aporreó con fuerza y Carlos gritaba.
-Rápido por la ventana, escapemos.
Pero todos quedamos paralizados cuando... en medio de la oscuridad empezó a sonar un canto. El canto de un monje, todos quedamos de piedra. Sonaba tan estruendoso que Julia y Rosa se pusieron a chillar. Había gente que se había subido a la habitación como Francisco que no pudo con la ansiedad. Y enseguida el canto se calmó. Y las luces volvieron.
-!Maldito psicópata!- grité
-¿Quién ha sido el bromista? - se encaró Miguel
-Yo desde luego que no, he estado todo el rato de pie en la puerta- confesó
Pero algo nos impactó aun más, cuando oímos a Maite gritar. Rápido y en pelotón subimos. Entonces fue cuando impacté a Miguel contra la pared.
-¿Acaso crees que no me voy a dar cuenta de que has estado en mi habitación?- le tiré del pantalón
-¿Qué dices?- me encaró
-¿Y estas manchas? son del vino que sin querer derramé- le dije
-Cállate no se de que estás hablando...
Estaba claro que algo estaba buscando en mi habitación.
Cuando llegué arriba vi a Maite en el suelo entre sollozos.
-Era horrible... !!horrible os digo!!- gritaba
-¿Qué pasa Maite?- le pregunté asustado
-El Monje, estaba en la ventana del jardín y me ha señalado, se le ha visto la cara !!era un monstruo!!
-Debes estar delirando gordita - apuntó Miguel en el peor momento
-Mira yo se lo que he visto, !y basta ya de jugar así conmigo!.
-Yo me voy a terminar la cena, si queréis seguir con esta mujer... yo me comeré vuestras cenas- rió burlón Miguel.
Cuando todos bajaron abracé a Maite.
-¿Tú me crees verdad Diego?- me dijo
-Claro, tranquila... estoy contigo Maite
Pasado un rato arriba después de tranquilizarla, Francisco subió con la cara del blanco de la Luna.
-Vais a cambiar de opinión cuando veáis, la carta que ha pasado por debajo de la puerta Mr.Wood...

martes, 17 de septiembre de 2013

El Séptimo Invitado,Capítulo 3: "Los Invitados"

Cuando abría la puerta, vi que no estaba solo. Como dije antes conté seis. Conmigo siete personas.
Todas se quedaron mirándome por un segundo fijamente. Yo quedé al principio un poco mudo, hasta que al fin las palabras me salieron.
-Buenas tardes, busco a un tal Mr.Wood.- dije bastante intrigado
-Esta claro que usted es el séptimo invitado- dijo uno que estaba sentado frente a un piano.
Aquel salón parecía de un mismísimo rico. Una alfombra granate abrigaba el suelo con su cálido y vivo color. Las paredes, parecía que iban a contar viejas historias de lo antiguas que eran, se tornaban en un color ocre. Había una gran ventana, por la que se veía un gran rosal del tenebroso patio. Los demás invitados se esparcían por aquel salón, uno miraba tras la ventana, una mujer se sentaba en el sillón de cuero granate y elegante. Otros simplemente exploraban aquella adornada sala, observaban los cuadros y los preciosos marcos con diseños barrocos y delicados que envolvían esas obras de arte.
-¿El Séptimo invitado?-dije dirigiéndome hacia él.
-Sí, cada uno tenemos un número. Yo soy el invitado número tres. Lo sé simplemente por el número de habitación que nos ha tocado a cada uno. Pero que mal educado soy, perdóneme, no me he presentado. Soy Carlos, ese tal Mr.Wood también me ofreció su relajante fin de semana y lo acepté.- me explicó
Era un hombre bastante elegante. Vestía traje gris y corbata azul oscura. Su tez se tornaba dura y su mirada adquiría un carácter misterioso, aquellos ojos verdes hipnotizaban a cualquiera, he de reconocerlo. Su peinado, compartía mi gusto aunque, el poseía un pelo más corto.
-¿Y usted quién es, no se ha presentado aún?- Dijo una de las mujeres que paseaba observando los cuadros.
-¿Es el tal Mr.Wood?- dijo el hombre de la ventana
-No, no soy el tal Mr.Wood. Me llamo Diego. Ese señor también me invitó a pasar un relajante fin de semana. ¿Ustedes también recibieron la invitación del fin de semana?-
-A mí no me dijo nada de un fin de semana. He de decir que la invitación me asustó bastante. Me dedico a la edición de libros y el me propuso un buen precio a cambio de que echase un vistazo a algunos escritos que tenía- dijo la tercera mujer que se encontraba sentada en aquel sofá.
Era rubia, con un moño recogido sujeto con una pinza en forma de mariposa que le hacía tener un peinado bastante elegante. Su rostro dejaba ver las secuelas de la edad, pero debía ser una mujer de unos cuarenta y seis. De media altura vestía una camisa de un color lila, adornada por una preciosa rebeca blanca de lana. Sus ojos azules lo decían todo de ella.
-Y me temo que si no aparece no podré cumplir con lo que me ha dicho. Soy Julia, encantada de conocerle.
-Puede tutearme, no hay problema-dije con un tono más relajado
-Pues en mis tiempos, cuando yo aún era un zagal, al que se le ocurría llamar de tú a una persona mayor, tendría buen castigo de sus padres- rió uno de los hombres que se sentaba frente a la mesita. Soy Francisco. Ese tal Mr.Wood del que yo también recibí invitación me dijo que necesitaba a alguien para, confesar antes de morir.- explicó
Era un hombre anciano, con varias arrugas en torno al rostro. Con ojos de un tono gris que me llamó tanto la atención que quedé embelesado por unos instantes. De pelo lacio, una mezcla entre tono castaño, que debió ser el que poseía en su juventud y el pelo blanco que poseería hasta el final de su vida. Vestido con un jersey negro, y un pantalón marrón oscuro.
-¿Confesar?, así que usted era su amigo. ¿Entonces le conoce?-preguntó una mujer que leía un libro.
-No, jejeje no me refiero a secretos. Buscaba el perdón de sus pecados, soy cura.-riño de buena gana
-¿Y usted? ¿Porqué no deja de leer y se presenta?- replicó el otro hombre sentado a la mesa
-Soy Maite. El tal Mr.Wood, tampoco me habló de ese fin de semana. Me explicó que necesitaba defensa ante un tribunal, cosas de herencias. Soy abogada, y ojalá que siga siéndolo durante mucho.
Era una mujer de pelo largo y castaño. Con carácter afable y simpático. De ojos marrones que se ocultaban bajo las gafas de pasta fina que le daban el toque de intelectual que bien se merecía. Era un poco rellenita y la blusa verde adornada con estampados rosados, le quedaba bastante corta.
-Osea que Mr.Wood nos ha tomado el pelo a todos. ¿Y para eso cancelo mi reunión?. Menuda soez.- dijo el hombre de la mesita
-Bueno, ya que se ha decidido por fin a abrir la boca, ¿porqué no nos dice su nombre?-le interrogó la una mujer que fumaba un cigarro al lado de la ventana.
-Usted tampoco a abierto la boca, está demasiado ocupada con sus cigarros.- le replicó el hombre levantándose de la mesita. Pero bueno, debo presentarme. Soy Miguel. Mi vida es bastante aburrida, también decidí venir por visitar un ámbito rural. Mr.Wood, me llamó para firmar un contrato, soy asesor financiero y cuando me enteré no pude rechazarlo.- comentó mientras paseaba a ritmo intermitente por el salón.
Parecía un hombre con bastante carácter a simple vista. De un tono ocre claro, así se representaba su pelo. Rizado pero corto, este vestía con chaleco azul eléctrico y camisa blanca con cuadros negros, que le asomaban del cuello. Su barba amenazaba con irritar a cualquiera que le saludase, pero estaba bastante bien colocada. Tampoco era excesiva. Sus cejas se arqueaban cada vez que se enfurecía.
-Pues vaya. Ha sido todo una tremenda estafa, por que no creo que haya ninguno que venga por el trabajo de recepcionista y secretaria ¿verdad?. Bueno, que más da. Me llamo Rosa. Y todo esto parece una cámara oculta de verdad si esto es una broma que alguien lo diga y terminemos con el juego.- dijo con carácter burlón
-No creo que lo sea- afirmó Francisco.
Me parecía una mujer bastante desagradable. Lo decía también su cara. Con un peinado tirante, del que se escapaban algunos pelos pelirrojos y le colgaban por ambos lados de la cabeza. No me gustaría nada enfadarme con tal mujer. Vestía con chaqueta verde y camisa blanca de manga larga. Sus ojos lanzaban mirada desafiante a quien los mirase o se parase a observarlos.
-¿Alguno a conseguido resolver el acertijo que viene al final de la carta?- Pregunté intentando aclarar un poco la situación.
-Es evidente la solución.- apuntó Miguel- No se trata nada más y nada menos que de un ladrón.
-Está usted en un error, pues el acertijo aclara que no es ladrón. La respuesta es claramente un monje.- explicó Francisco
-!Claro!- exclamé yo.- Estaba tan nervioso que ni me detuve a pensar que podía ser.
-Pero no se que querrá decir con un monje...- se intrigó Rosa
-Puede ser que el tal Mr.Wood sea un monje- sospechó Julia
-Un monje... no se si tendrá algo que ver pero... Yo trabajé en este sitio durante algunos años. Y según una leyenda muy famosa en este pueblo, un monje de una abadía fue asesinado en el bosque. Era una noche fría con una niebla espesa que envolvía a cualquiera que la viese. La abadía de los monjes de la que os hablo, se enteró de que uno de los monjes practicaba magia negra y que el mismo Satán pronto habitaría en su abadía si seguía rindiéndole culto. Así que tuvieron que tomar una difícil decisión, aun que su alma quedara condenada de por vida. Toda la abadía se reunió mientras este monje se encerraba en su habitación practicando aquellos sacrilegios oscuros. Tras tomar la dura decisión, esa misma noche salieron al bosque. Y allí lo mataron. Cuenta la leyenda que el mismo aliado con Satán planeo la venganza eterna. Pues aquel que se atreviese a entrar en el bosque... sería asesinado. - Nos contó Maite
-Menuda chorrada ¿Enserio me estás diciendo que me lo crea? Jajajaja- rió sarcásticamente Miguel
-Puede ser que tengamos alguna relación con la leyenda- Apoyó Francisco
-Es cierto. Esa leyenda se cuenta por estos lares.¿Mucha casualidad es que la respuesta al acertijo sea un monje no?- Comenté yo
-¿Os vais a tragar lo que esta rellenita dice?- Atacó Miguel
-Tenga un respeto, yo no he osado a insultarle- le gritó Maite
-Tampoco a dicho nada que no sea cierto- dijo con un tono burlesco Rosa
-No nos amargues más el fin de semana- le reprochó Julia a esta
-Amargado ya está por todos ustedes- Se enfureció Carlos
-Bueno cálmense, no hay por que dicutir- Intentó calmar Francisco.
-Venga abuelo, no me venga con tonterías- comentó Miguel dándole una palmadita en la espalda
-¿Abuelo? como te atreves....
Y todos comenzaron a gritar, y a tirarse trapos sucios. Hasta que me cansé de orilos.
-!Basta ya! !Diablos!- grité con todas mis fuerzas-¿No ven que insultándose no van a llegar a ninguna parte?
-Tiene razón, nos hemos pasado- admitió Rosa
-Debemos, armarnos de paciencia....- dijo Julia tras un largo suspiro
-Debemos averiguar cuál es la razón por la cual nos encontramos aquí- les exliqué yo-Tal vez si lo averiguamos sepamos....- me interrumpieron
-Lo que debemos hacer es buscar a ese tal Mr.Wood. No hemos visitado todo el hotel, tal vez se encuentre esperándonos en alguna habitación.- indicó Carlos
Cuando quise mirar por la ventana había anochecido. Estaba todo oscuro.
-Bueno, cuando se aclaren y terminen de contar historias de poca monta avísenme.  Voy a salir a fumar.
-Me voy contigo- dijo Rosa dirigiéndose hacia la puerta.
-Yo voy a subir a dejar mi maleta, ya que he sido el último en llegar- les dije
-Te acompaño así te enseño donde está tu habitación- dijo Maite
-Pues nosotros nos quedamos aquí- resopló Francisco
-Yo seguiré al piano- informó Carlos
-Yo tengo que hacer una llamada. se levantó Julia
-Bueno sígueme Diego- me dijo Maite.
Subimos las largas escaleras de aquel recibidor abandonado. Se dividían en dos secciones
-Es por aquí- indicó Maite apuntando hacia la derecha
-Que mala espina me da Miguel. No es por que me haya insultado, si no por que creo que guarda algo. Oculta algo se le ve.- me susurró Maite mientras subíamos.
-¿Usted cree?- me intrigué
-Sí, además. Antes de que llegara usted no ha parado de subir y bajar todo el rato. Y cuando he subido por última vez a mi habitación mi collar de perlas no estaba, yo creo que me lo ha robado.- me confesó.
-Tranquilícese mujer seguro que aparece.
-Es esa puerta, donde aparece el siete-señaló
-Gracias- la miré. Y en ese momento me recordó a Susana, tenía sus mismos ojos y quedé embelesado.
-¿Se encuentra bien?
-Sí, no es nada. Espéreme aquí enseguida salgo.
Aquella habitación era inmensa, una cama de matrimonio ocupaba casi toda la habitación y un gran ventanal por donde entraban los últimos rayos de Sol de la tarde me cegaban. También tenía una mesita de noche. Sobre el cabecero de la cama enmarcado se encontraba la frase "Que valor inmenso posee la vida. Menos cuando es arrebatada, y deja una herida que ni el tiempo puede cerrar".
Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo.
-!Menudo psciópata!- me dije. Asustado retrocedí hacia la puerta y sin querer tiré una botella de vino. El cristal se partió en mil pedazos y el vino se esparramó por la habitación.
-¿Va todo bien?-llamó a la puerta Maite
Salí de la habitación y la expliqué que sí.
-He aprovechado para coger mi inyección, por eso tardé tanto.- Me confesó con media sonrisa mientras me mostraba su medicina.-Soy diabética
-Vaya, bueno, parece que lo lleva bastante bien- le devolví la mirada
-Sí, más me vale.
Al bajar oímos a Miguel enfurecido de nuevo y nos apresuramos.
-¿Qué sucede?- pregunté
-Pues que casi me dejo la vida ahí afuera- se me encaró
-La verja está electrificada- dijo con aire temeroso Rosa
-¿Y porqué motivo?- preguntó Francisco
-!Pues no lo sé!-  pisoteó fuerte contra el suelo Miguel
-Pues yo he intentado llamar a mi familia para decirles que había llegado pero, no he podido porque no hay cobertura aquí.- confesó Julia
-Qué extraño, cuando yo salí afuera tampoco había...- se atemorizó Rosa
-Entonces quieren decir que. ¿estamos incomunicados?- se preocupó Miguel
-Eso me temo...-le siguió Francisco
La lluvia comenzó a precipitar fuertemente. Y mi miedo iba en crescendo. Estábamos incomunicados, en medio de un maldito bosque. Con un tal Mr.Wood al que tenía bastante afán en poner frases un tanto psicópatas en las habitaciones. La melodía del piano a manos de Carlos empezó a sonar de nuevo. Invadía la sala con el "Claro de Luna". Mientras se notaba el aire de sospecha y miedo entre los invitados. Todos se miraban y todos se hacían la misma pregunta ¿Porqué?.


sábado, 14 de septiembre de 2013

El Séptimo Invitado, Capítulo 2: "La llegada"

Me levanté a por una silla, ya que el sofá cochambroso había llegado a su fin. Me daba pena, pero a la vez alegría. Retomé la frase anterior, había dicho que aceptaría aquella invitación tan extraña, la que firmaba ese tal Mr.Wood que tanto conocía mi sofá. Miré mi reloj, aún era temprano solo eran las diez y treinta y seis. La silla era de respaldo de madera y se me clavaba como una estaca. Al fin encontré algo interesante en la televisión, un programa sobre chismes. No me gustaba, pero me hacía gracia cuando empezaban a montar un circo.
Cuando acabó, miré el reloj de nuevo, las doce y tres minutos. -!Que tarde! me-me dije a mi mismo.
Noté que no tenía sueño, estaba muy preocupado respecto a la carta. Era todo tan misterioso, ¿Qué clase de persona invitaría así como así a su hostal? Seguro que nada bueno, pero no podía quedarme aquí anclado sentado en mi sofá pati-corto mi vida necesitaba alguna emoción. Me tomé una tila que me ayudó a dormir. Pero  por una hora nada más, luego por error sonó mi despertador, me provocó tal cabreo que lo estampé contra el suelo. Y ya no pude dormir más que esa hora. Me levanté y lavé mi cara. Abrí la nevera y cogí una de las cervezas. Me la llevé a la silla de la tortura y la destapé. Mil dudas atravesaban mi cabeza como dardos incendiados, ¿que querría en realidad aquel Mr.Wood?¿Debería aceptar la invitación o debería seguir apalancado en mi apartamento de soltero viendo chismes en la televisión?. De momento sabía que iría pero,primero, observaría el lugar. El golpe de sueño me azotó, pero conseguí resistirme. Le di un buen trago a la cerveza, y luego mis ojos comenzaron a ceder, y todo se volvió cálido... y me quedé dormido.
A la mañana siguiente, desperté en el suelo. Me habría caído de la silla torturadora, o simplemente habría preferido dormir en el suelo. Miré el móvil que estaba vibrando en la mesa. Luego calló. Pero no conseguí í seguir durmiendo. Me levanté de la silla y me dirigí a la cocina, me serví un buen café cargado. Para espabilarme. Hoy era el día. Un nudo en el estómago me sirvió otra ración de nervios, al pensar aquello que era aterrador. Eran las doce menos cuarto, el sueño me había atizado bien, al menos esta noche. Me fui a la ducha, me relajaría bastante, después de todo, tenía que estar preparado para lo peor. Me sentó genial estaba más relajado. Me engalané con mi mejor jersey de rombos granates y un precioso fondo gris. Me puse unos elegantes pantalones marrones, y me calcé unos zapatos brillantes que utilicé para la boda de mi hermano. Después de peinarme,decidí salir a dar una vuelta por la calle. El tiempo se mantenía en la linea de ayer, pero esta vez era el cielo oscuro, algunas nubes lejanas indicaban que llovería pero no aún. Reflexioné por un momento donde podría ir y la idea invadió mi cabeza me dirigí al parque de los álamos. Donde conocí a mi ángel. Se llamaba Susana. Un día fui a pasear al parque y casi me atropella con la bici, entonces ella se bajó la miré, me miró y supimos que éramos el uno para el otro. Al cabo de tres años decidimos casarnos, pero un día antes de la boda, sufrió un accidente, apareció muerta, al parecer se había caído por unas escalaras.Aún presiento que está conmigo, y que el accidente no la hizo olvidarme. Quería ir allí para relajar mis nervios antes de montar en coche y embarcarme en lo desconocido. Cuando llegué me senté en un banco bajo  los álamos. El fresquito mañanero despeinaba mi flequillo, miré a la fuente a la que en su día yo y  Susana bautizamos como," la fuente de aquel día". El recuerdo hizo caer dos lágrimas de mis ojos, pero las limpié rápido. Debía volver a casa. Así lo hice comí y me acosté la en el sillón, que había calzado con un libro de "Atlas del mundo". Me desperté en sudor, miré el reloj con ansia, !las seis y veinte!.-grité. Miré de nuevo la invitación y me di cuenta de que no tenía ni idea de llegar. Así que bajé a toda prisa hacia el coche y puse el GPS. Castillar de la Roja estaba a una hora y media según esto. Llegaría a las ocho en punto, así me daría tiempo a mentalizarme de aquello. Así que subí de nuevo y preparé la maleta. Metí rápidamente dos pares de camisas, dos pares de pantalones, un par de zapatos, dos cinturones, el cargador de mi móvil, unas cuantas pastillas para combatir mis dolores de cabeza y un paquete de tilas. Y bajé rápidamente al coche. Antes de arrancar cerré los ojos y dije -Allá voy-
El camino fue tranquilo, hasta que me encontré con el atasco. Las siete y media. Y tenía que estar listo a las ocho y media. Todo el mundo se pitaba. y yo me relajaba con  el country  en la radio, pero también me ponía nervioso. Al fin, después de diez minutos sin moverme del sitio. Pude arrancar y llegar al Hostal El Cuervo. Cuando llegué y miré lo que me esperaba, se me erizó el pelo de la piel. Era un hotel de una fachada prominente, blanca adornada y elegante. con un pequeño pabellón en la entrada, y un jardín inmenso a su alrededor, había tres grandes ventanales en la parte superior, y los árboles del jardín le daban un toque tenebroso. Salvo por la luz del pabellón de la entrada que le daba un poquito de vida. Aún no había anochecido pero cuando lo hiciera, sería un auténtico terror tomar el aire. Me extrañó bastante que estuviera tan aislado del pueblo, no había ni una sola casa al  rededor, por que estaba metido en un bosque. Era todo tan extraño, agarré la invitación situada en el salpicadero, me armé de valor y bajé. Abrí el maletero, cogí la maleta y llamé a un automático que había en la puerta. Alguien me abrió la enorme verja de hierro forjada, que tras entrar se cerró. Ya estaba dentro de aquel hostal. Avancé por el largo y tenebroso jardín lleno de hojas secas y podridas, y llegué a la entrada. Había una plaquita que decía "Bienvenido al Hostal El Cuervo" junto a ella había un timbre al que llamé. No contestaban. La puerta estaba abierta, así que pasé.
-¿Hola?- dije
No contestaba nadie, era un lujoso hotel al extremo izquierdo estaba la solitaria recepción, al otro extremo, se dejaba ver una gran puerta donde arriba en un letrero indicaba "salón". En el medio de los dos lados se podía ver una gran y amplia escalera que desviaba dos lados, uno a la izquierda y otro a la derecha, y acababa en dos balcones opuestos. Posé mi mano temblorosa en el pomo de la puerta de aquel salón y lo giré, un gran golpe me hizo frenar, la puerta se había cerrado de golpe. Pero lo ignoré y la abrí del todo. Quedé asombrado cuando, dentro de la sala, se encontraban otras personas.Pude contar seis. Todos se quedaron mirándome.

lunes, 9 de septiembre de 2013

El Séptimo invitado, Capítulo 1: "La invitación"


Me levanté de aquel cochambroso sofá. Al parecer me había quedado dormido. Me incorporé, e intenté abrir los ojos. Enseguida miré mi reloj, eran las siete menos veinte. Vivía en un pequeño apartamento situado al norte de la ciudad, era minúsculo. No podía casi ni moverme a mis anchas, estaba claro que era un apartamento de soltero. Tenía un pequeño recibidor con un pequeño mueble de un tono grisáceo, para dejar las llaves al llegar, comunicaba con la cocina, que era también minúscula, adquiría estilo americano,pues la ventana que daba al recibidor. Allí se juntaban toda una tropa de electrodomésticos, una lavadora, que estaba encajonada en una esquina de la cocina, un microondas, al que le costaba funcionar a la primera, una vitrocerámica, desgastada de tanto uso, desde abajo se podía observar un pequeño horno, el que sin embargo, funcionaba a la perfección. Tenía que lavar a mano, a si que en el hueco del lavavajillas, instalé una pequeña alacena, para guardar los productos de limpieza. También disponía de una mesa plegable que cerraba y abría a mi antojo. Observé que había una buena montonera de platos en la pila, me habría quedado dormido de tanto trabajar.
Dedicarse toda una vida a salvar otras es muy agotador, y muy duro. Estaba acostumbrado a ver todo tipo de cosas, gente que se salvaba otra que moría en mis manos. Era médico de urgencias, pasaba noches enteras sin dormir de copiloto en una ambulancia que amenizaba el ambiente con su sirena intermitente.
Tras salir de la cocina, que estaba patas arriba, recogí una cerveza que estaba en el suelo, habría bebido y me había dormido de cansancio, por que me dolía bastante la cabeza. Doblé la manta de cuadros que adornaba aquel cochambroso sofá y me dije.
-Algún día tendrás un buen sofá Diego-
Me dirigí a la habitación que se situaba tras una puerta en el salón, allí se encontraba mi cama, y un montón de ropa para planchar. Menos mal que estábamos en Julio, y me había cogido el mes de vacaciones, ahora tenía todo el tiempo para mí y para arreglar mi casa. Saqué del armario, una camisa verde de cuadros y un pantalón vaquero. Me lo acomodé, y me abroché la camisa. Me iría dar una vuelta, tal vez si el aire me daba un poco me aliviaba mi maldita migraña. Miré unos instantes por la ventana que había en mi habitación, el cielo estaba ennegrecido, las nubes precipitarían pronto una buena tromba de agua. Salí de la habitación y fui hacia la derecha donde se encontraba mi pequeño cuarto de baño, me miré al espejo y me vi cansado. Siempre había sido igual, pero ahora estaba con una expresión entre sueño y dolor de migraña, menos afectado debido al descanso. Me miré mis ojos marrones pardos, siempre me habían hipnotizado. Me encantaban. Tenía una barba de la que ya era hora de ser cortada. Así que me afeité. Luego peiné mi pelo marrón, hacia un lado como siempre. Nunca me había gustado mirarme al espejo, era como si, me diese algo de aversión. La verdad, es que había descuidado bastante mi aspecto desde  que mi hermano murió. Pero prefería no hablar de ello, fue muy duro para mí superarlo y aún me invade la pena y mis ojos se humedecen, y me avergüenza, que un hombre de cuarenta y cinco años aún llore de esa manera.
Se podía decir que era un poco desastre. Pero mi casa tampoco era lo bastante amplia como me gustaría, pero siempre había sido mi espacio, mi pequeño rincón, podía cambiarme de casa pero no, me agradaban los cambios. El sofá aún lo conservaba por que había sido, de mi padre en sus últimos años de vida y el me lo regaló. Era cochambroso pero antes no lo era, pronto tendría que cambiarlo, o se terminaría cayendo a cachos.
Me sequé la cara y me eché una buena cantidad de mi colonia favorita "fraganciaMen". Cogí el paraguas y salí de casa. Bajé al portal, y abría la puerta. En ese momento empezó a llover, parecía que el tiempo quería que me quedase descansando allí arriba, pegado a la pantalla de plasma, envuelto en la manta de cuadros. Pero puse buena cara, como aquel viejo refrán que solía decirme mi madre y deambulé un rato por los alrededores, era jueves así que el quiosco aún seguiría abierto. Compré el diario de hoy, y lo puse debajo de mi paraguas para protegerlo de la lluvia. La migraña cesaba cada vez mas, crucé la calle y puse rumbo al bar de la cera de enfrente, esperaría ahí hasta que la lluvia hubiese amainado un poco más, porque iba en aumento. Pedí un descafeinado con miel, y me senté en la cuarta mesa a leer el periódico. Era un bar acogedor, y solo una pareja conversaba una mesa delante de la mía, pude leer  todo el periódico, cuando por fin la lluvia cesó y se convirtió en "chispeo". Me dirigí de nuevo a casa, al parecer el paseo y el descafeinado con miel habían hecho que la migraña cesara. Miré el reloj mientras el semáforo se ponía en verde, eran las nueve menos cinco. Atisbé la calle de un lado a otro y enseguida paré en seco a mitad del paso por un Mercedes que casi me lleva por delante, -!Ten más cuidado!-le grité levantando el paraguas, y seguí mi camino.Restregué los pies bastante en el felpudo que había en el portal, y sacudí el paraguas antes de subir a mi casa. Quería subir en el ascensor por que estaba bastante cansado, cerré el paraguas y noté que algo me faltaba. Era el diario, me lo había olvidado en el bar. Fui hacia el buzón, y cuando lo abrí recogí la publicidad que estaba en aumento, pero algo calló  de entre ella que no era publicidad. Era una carta lacrada con un sello rojo, que contenía una enorme "W". No tenía remitente, pero noté que estaba escrito mi nombre a pluma. Me extrañó bastante, a sí que dejé el paraguas y la publicidad en el suelo. La abrí con las llaves, con delicado cuidado. Saqué un papel de una textura acartonada, estaba todo escrito a pluma. No reconocía la letra pero decía así: 
"Querido  Sr. Diego Rodríguez : 
Me dirijo a usted, para invitarle a un excelente fin de semana, en mi Hostal. Donde podrá desconectar, de todos sus problemas y su aburrida vida. Le aseguro que será una experiencia difícil de olvidar. Si al final acepta mi invitación diríjase a la dirección que le indico más abajo, el Viernes 12 de Julio, a las 20:35 horas. Pero antes, le propongo un acertijo, que le será bastante útil: "Lleva túnica pero no es mago, no es ladrón pero va encapuchado,tu secreto en él será bien guardado pues el silencio es su mayor aliado. En una habitación vive encerrado... con el corazón libre de pecado". Tiene hasta el viernes para decidirse, !Deje ese maldito sillón cochambroso! y disfrute de un fin de semana perfecto.
C/Olivares nº7 Hostal "El cuervo" (Castellar de la Roja).
Mr. Wood"
Al principio me pareció buena idea lo de aceptar aquel maravilloso y a la vez misterioso fin de semana en un pueblecito rural, pero me quedé bastante asombrado cuando leí que aquel hombre que firmaba la carta conocía mi sillón cochambroso, eso significaba que me conocía bastante, pero yo no sabía de quien se trataba. Aún no estaba muy decidido a aceptar la invitación... me parecía todo tan... misterioso. Debía meditarlo, al fin y al cabo era un anónimo y quién podría garantizarme que no era una estafa de mucho cuidado. Subí por el viejo ascensor hecho un manojo de nervios, y me encontré al vecino de enfrente saliendo de su casa.
-¿Me ha mandado usted esta carta?- le interrogué
Después de examinarla de un vistazo me respondió.
-No te he mandado nada, si quisiera decirte algo te lo diría llamando al timbre- me dijo bastante irritado.
Me descalcé y deposité mis llaves en el mueble de el recibidor. Me tiré sobre el sillón y encendí la tele, después de hacer un buen rato de "zapping",fui a la cocina y me hice unos nachos con queso. Cuando fui de nuevo a sentarme, el cochambroso sofá se deshizo de la pata izquierda y los nachos salieron volando.
Dejé los nachos sobre la mesa y me dije:
-!Que demonios, claro que acepto la invitación!


jueves, 22 de agosto de 2013

El séptimo invitado (presentación)

La musa bajó a mí en estos días. Mientras pensaba en la ejecución de "El Monje" pensaba también en el relato que le seguiría después y había piezas que me faltaban por encajar. Entonces se me ocurrió la genial idea de unir las dos historias de una manera que estuvieran en un mismo relato.
Próximamente me sumergiré en una versión de "Diez Negritos" de Agatha Christie mi musa, haciendo así un relato similar.
Espero escribir pronto.
Un abrazo a todos :)

Aquí dejo un adelanto.




jueves, 25 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, El desenlace

El Misterio del Crimen del Lobo, El desenlace

Ahora que ya sabía todo, era la hora por fin donde todo este juego macabro acabaría. El asesino se encontraría en la boda y estaba dispuesta a todo. Mi padre seguía sin aparecer, pero intuía que pronto sabría el motivo. La boda se celebraría a las doce, faltaba tan solo una hora. Había estado tan ciega, y tenía la verdad justo delante de mis ojos. Pero era hora de hacer justicia, acabaría con ese asesino allí mismo.
Antes me conciencié de lo que iba a hacer pero, aunque era horrible aquel asesino se lo merecía. Muy pronto sonaron las doce. Aquellas campanadas firmaban la sentencia de muerte de aquel asesino, entró un escalofrío a mi cuerpo y tardó varios segundos en salir de él estaba preparada. Salí de camino a la iglesia. Cuando llegué estaban todos sentados, todos allí, el Padre Alfonso, Vicenta, Francisco y demás invitados que traían los novios. Mi momento llegaría cuando estuvieran a punto de decir aquel sello de amor "si quiero" esa sería mi señal. Cuando sonaron las últimas campanas, el Padre Bernardo cerró las puertas de la iglesia. Y comenzó la ceremonia. Iban tan elegantes, el vestido de mi abuela lo había cosido ella misma. Ocultaba la escopeta bajo mi vestido y cuando oyese las palabras de amor diría ante todos la horrible verdad.
Todos se pusieron en pie, minutos antes de las palabras, y entonces, el Padre Alfonso, dijo lo que tanto estaba esperando.
-¿Manuel Aceptas contraer matrimonio con Ana y respetarla y amarla en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?
-Si...
-!Quietos todos! !Esta boda no puede celebrarse!- interrumpí
Todos los invitados se giraron hacia mí al instante.
-¿Pero que dices Amapola?- dijo mi abuela extrañada
-Abuela, no puedes casarte con un asesino. Si señores él, él es el lobo. Y ahora mismo acabas de firmar tu sentencia de muerte, tu mataste a mi madre, tú fuiste el culpable de todos los crímenes. Ayer fui a vuestra casa, la puerta estaba abierta y vi el disparo que yo misma te di en la camisa. Despídete de todo- dije apuntándolo con la escopeta.
-!No! !Espera Amapola! !Él no es el culpable!. Disculpad todos esta boda se tiene que cancelar. Ha llegado el día de contar la verdad...
Todos los invitados se fueron marchando menos las tres personas sospechosas.
-¿Quieres explicarnos que hacemos aquí?, yo no he matado a nadie- dijo Vicenta
-Yo no soy un asesino Dios sea testigo- dijo el Padre Alfonso
-Es cierto, ninguno de ustedes es un asesino. Verás Amapola. Temía que llegase este día pero sabía que muy pronto llegarías a él. Escucha atentamente. Tus padres vivían muy felices, se amaban tanto que se prometieron que nunca dejarían de sentir amor uno por el otro. Un día, tu madre salió, supuestamente al taller de costura. Tu padre sospechaba de que ocultaba algo y... decidió seguirla. Efectivamente como el sospechaba, tu madre se veía con un hombre. Pero tu padre no le dijo nada porque iban a tener un bebé, tú Amapola. Ese amante era Francisco.
-¿Y que quiere decir, que yo maté a su madre?- le interrumpió el cazador
-Como dije antes ninguno de ustedes es culpable. Bueno por donde iba.. !Ah sí!... No dijo nada hasta el momento que tu madre confesó a tu padre que... bueno, esto es muy complicado... el bebé no era suyo.
-!¿Qué?!- se sobresaltaron todos incluida yo
-¿Y entonces quién es?-  pregunté
-Tu padre... es él- dijo señalando a Francisco
-!Qué escándalo!- dijo el Padre Alfonso
-!No me interrumpan!. Hecho un manojo de celos él acabó con tu madre, en una discusión. Tú lo viste Amapola, aunque eras muy pequeña con sólo siete años lo viste. Asustada saliste corriendo hacia el bosque porque creías que tu él te haría lo mismo. Víctima del pánico hiciste la vista atrás un segundo, y te golpeaste contra un árbol. Perdiste la memoria, no recordabas nada, ni quién mató a tu madre. Tu padre vino aquella noche y nos contó lo ocurrido, el era mi hijo y como una buena madre, tejí un macabro plan. Cuando recobraras la memoria, te haríamos creer que tu madre había sido asesinada por un macabro asesino, llamado "El lobo". Te hicimos creer que hubo tantas muertes que te llegaste a creer que un asesino andaba suelto, pero no había ningún asesino, todo estaba aquí, en tu cabeza. Por eso, buscaste pruebas, que no te llevarían a ningún lugar.
-No puedo creer.... pero... si... yo.. yo... yo vi al asesino- dije asombrada
-Para hacerte creer aún más que existía, Manuel rondaba por los bosques para hacer creer a la gente que había un asesino y no contaran absolutamente nada. Fue por eso porque lo viste.
-Pero... pero ¿Qué me decís de Isabel? A ella le secuestró el lobo !ella lo vio!
-Cariño. Isabel... solo existe en tu cabeza. Cuando eras pequeña estabas tan afectada que creíste tener una amiga llamada Isabel, y aún la sigues teniendo.
-No... no puede ser... - dije
-¿Y quién puso el manto en mi casa tú Ana?- dijo el cazador
-Así es... yo también te mandaba las cartas... !Tu fuiste el culpable de todo! ¿No entiendes? Maldito Francisco tú dejaste embarazada a su madre y por tu culpa tuvimos que engañar a mi pobre nieta. Así que intentamos incriminarte, también Manuel te disparó en el brazo, para que las sospechas recayesen sobre tí. !Tú eres el único culpable!.
-!Silencio!- dije a gritos haciendo que todo el mundo callase. Si eso es verdad, ¿qué puede demostrármelo?
-Lo único que puede hacerte recordar es el objeto que quería conseguir, el manto de tu madre, aquel largo manto donde tu padre la envolvió. Toma, recuerda Amapola !recuerda!- dijo mi abuela
En ese momento lo recordaba todo. Todo este maldito juego macabro había sido un teatro un señuelo para incriminar al único asesino que hubo aquí.
-!Fui víctima de tu maldito macabro plan!!Eres despreciable abuela! !y sobre todo tú Manuel!
Salí corriendo de aquella iglesia. Toda mi vida había sido una mentira un juego, un maldito juego. Tras de mí salió mi verdadero padre. Tropecé en el suelo y comencé a llorar, histérica.
-Tranquila mi niña, todo ha pasado- dijo abrazándome. No volverás a verlos ¿vale?  Ahora ven, vamos a casa. Debes conocer a tu hermano.
-Gracias Francisco, quería decir papá.
Estaba mejor, aunque había sido un duro golpe. Al fin podría estar entre la verdad, la verdad de mi vida.
Cuenta la leyenda de que nunca más se supo del falso padre de Amapola, cuentan que el mismo diablo, lo transformó en un lobo.
                              FIN


miércoles, 24 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo XI

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo XI


No lo podía creer, pero ya había anochecido y mi padre seguía sin aparecer. Era preocupante, ¿Y si el Lobo lo había atrapado?. Mi padre era fuerte y tenía mucha valentía, aunque fuese imposible que saliese vivo de esta, yo confiaba en él. Así que me tocó dormir sola esa noche. Noche de lluvia, como la anterior. Quise dormir tranquila sin darle muchas vueltas. Tarde o temprano mi padre aparecería, él no haría eso de irse y no volver nunca. A la mañana siguiente, me levante muy temprano, lo supe por el gallo de el vecino de al lado, cuando cantaba mi padre se iba a trabajar, de modo que cuando me levanté justo después cantó el gallo. Mañana era la boda, estaba feliz por fin mi abuela había encontrado la felicidad, después de mucho tiempo. Manuel era un buen hombre y quería mucho a mi abuela, me hacía feliz que por fin estuvieran juntos.

Decidí dar un paseo por el pueblo. De camino me encontré de frente con Vicenta.
-Amapola, que alegría, me acabo de enterar de que tu abuela se casa mañana
-¿No pensará usted venir verdad?- le repliqué
-No entiendo
-Lo que no entendí  yo es por que odiaba tanto a mi madre ¿cree que no me dí cuenta de que usted la acusó de herejía?
-Yo... tu madre siempre andaba dándome envidia con su amante, sí yo lo sabía era su amiga íntima. Todo el rato estaba contándome sus idílicas aventuras amorosas con aquel hombre.
-No tengo nada más que decirle señora. Sólo que no se digne en venir mañana.
Marché por la calle de los artesanos y una mano tocó mi hombro por detrás.
-Amapola, ¿estás bien de aquella noche?- oí
-Sí mejor- Era Francisco, venía con su hijo.
-¿Y que haces por aquí?- me dijo
-Bueno salí a tomar el aire por el pueblo
-¿Te apetece venir a mi casa? he de contarte algo- me dijo en tono serio
-Bueno, está bien.
Su casa era más grande que la nuestra, solo que tenía un pequeño patio trasero donde despellejaba y deshuesaba a las presas. Allí en una mesa se encontraban las montoneras de desperdicios de la caza anterior.
-Toma asiento,Amapola. Verás, ayer fui a por la cena al bosque. Cacé unas cuantas liebres y otras cuantas perdices pero no sólo me llevé la cena. No te lo vas a creer pero, vi como tu padre huía. No huía del lobo, porque si no vendría tras él. Yo creo que huía de algo mucho más gordo- me confesó.
-Y ¿sabes lo que era?
-No lo sé, pero no tiene intenciones de regresar, además...
-¿Qué es eso? -le interrumpí
-¿Qué?
Me levanté y fui hacia ello. Efectivamente no me equivocaba, era el manto de mi madre estaba doblado de una forma que ya había visto antes pero ahora no conseguía recordar.
-Tú eres el lobo ¿no? !¿Tu mataste a mi madre?! !¿No es cierto?!- dije llena de ira
-Amapola te juro que yo no he sido, ni siquiera sabía que ese pañuelo estaba ahí, alguien quiere incirminarlo.
Salí de allí a todo correr el miedo me había invadido el cuerpo. Salí dirección a la casa de mi abuela, tenía razón ese hombre era peligroso, !Era el asesino!. Pero, había una cosa que no me cuadraba. Si tan bien lo tenía montado, ¿cómo es que dejó el pañuelo tan doblado y colocado para que yo me diese cuenta?. Tal vez alguien quiera incriminarlo. Cuando llegué la puerta estaba abierta, era extraño. Pero decidí entrar. Me acomodé en la butaca donde solía tejer mi abuela. Y cuando posé la mirada en otro lugar vi algo. La inspiración vino a mí. Ya había juntado todas las piezas de este complicado puzzle. Ya sabía la verdad. Pero dejaría todo reservado para mañana.


martes, 23 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo X

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo X


Me levanté. Ya había recuperado un poco el sentido sobre lo que había sucedido aquella noche en el bosque. Mi padre habría salido a trabajar. Necesitaba saber como estaban Isabel y mi abuela así que me puse mi vestido, almorcé y salí por la puerta. Fui a buscar a Isabel, cuando llegué a su casa llamé a su puerta y salió a abrazarme.
-Amapola, gracias a Dios que estás viva. Pensé que no saldrías viva de allí. !Gracias por haberme salvado!
-No hay de que, solo quería saber que estabas bien. Y quería pedirte perdón, por mi culpa ese asesino te secuestró.
-No tienes porqué pedirme perdón gracias a ti sigo viva.
-¿Recuerdas algo cuando el lobo te atrapó? ¿viste algo o a alguien?- le pregunté intrigada
-Recuerdo que iba por el bosque, salí a por agua y alguien me golpeó por detrás. Cuando desperté estaba en un lugar muy oscuro apenas veía nada. Notaba unas cuerdas que me amarraban el cuerpo a una silla. Pero no vi en ningún momento a nadie.
-Vaya  tuvo que ser horrible. Bueno Isabel, debo irme. Me alegro mucho de que estés bien. Y prometo que nunca más iremos al bosque, intuyo que la verdad está cerca.
-Ten cuidado. Ese asesino quiere jugar.- me dijo
-Lo tendré.
Fui de camino a casa de mi abuela. También necesitaba saber si ella estaba bien. En el camino me encontré a Vicenta.
-Amapola, ¿que tal estas?- me dijo
-bueno, he de decir que no muy bien. Ya sabes que esto es muy confuso.
-Claro que lo sé, bueno ella está en un lugar mejor.
-He de seguir, adiós Vicenta. -me despedí
Cuando al fin llegué a casa de mi abuela, llamé a la puerta.
-!Amapola! !Estas viva! !Dios te bendiga!- me dijo mi abuela
-Me alegra saber que estás bien abuela, he venido para saberlo
-Sí. Tengo que decirte algo. No te acerques a ese Francisco, parece que oculta algo. Quién sabe si no es el asesino.
-No me acercaré lo prometo. Bueno ahora he de irme, voy camino de la iglesia.
-Antes de que te vayas. Quiero que sepas algo. Manuel y yo vamos a casarnos dentro de dos días. Es muy precipitado pero el Padre Alfonso nos ha conseguido la boda pronto.
-!Que alegría abuela! ¿Lo sabe ya padre?
-No, por eso quiero que le des tu la noticia en persona, y ahora ve, que la mañana avanza.
La mañana avanzaba era un día soleado. Iba a hacerle una visita al padre Alfonso. Cuando llegué la iglesia estaba casi vacía solo tres señoras rezaban arrodilladas. Fui a su salita y esperé a que viniese.
Su mesa estaba muy desordenada, tantos papeles en montonera, regalaban el aspecto desastroso a la mesa de trabajo. Cuando fui a sentarme, sin querer tiré unos papeles al suelo. Cuando fui a recogerlos, vi algo que me hizo palidecer. Un papel, él y otra persona presentaban una acusación de herejía contra mi madre. Ya sabía que el lo hizo pero, la otra persona acababa de ser descubierta. Era nada más y nada menos que Vicenta. Era todo lo que necesitaba saber, así que recogí los papeles y salí de allí.
Salí despavorida, para no ser descubierta.
Me apetecía descansar. Esa maldita señora, que aparentaba ser amiga de mi madre en el fondo la odiaba. Así que había pasado de ser amiga a sospechosa.Cuando entré en mi casa, la puerta estaba abierta. Y enmudecí de terror al ver otra carta. Sin mas dilación la abrí y me preparé para lo peor.

"Que bien lo pasamos anoche. Aunque no cumpliste con el trato, sé que ese manto no era el que buscaba. Por eso me he tomado las molestias de cogerlo yo mismo. Tu padre a ido a por mí, cree que me va a encontrar. Pero bueno, nosotros seguiremos jugando, cada vez estás más cerca de la verdad

El lobo"

No lo podía creer mi padre no había salido a trabajar, había salido a por el lobo. Eso quiere decir que sabía quien era.


lunes, 22 de julio de 2013

El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo IX


El Misterio del Crimen del Lobo, Capítulo IX

Los pasos cada vez se oían más cerca. Estaba preparada, todo se acabaría. De entre los árboles resurgió una sombra, a lomos de un caballo negro, se encontraba una figura humana cubierto con una máscara hecha de barro con forma de lobo. Detrás de el estaba Isabel, con un saco en la cabeza. la figura cargaba un hacha en su costado.
-Aquí estás, al fin maldito psicópata.- dije llena de furia
El señaló el manto he hizo un gesto para que le diese el manto. Era un momento de tensión. Cruzamos las miradas durante un momento, mi abuela miraba paralizada. Estaba delante de un asesino, el mismo asesino que había matado a tanta gente inocente, a mi madre.
Le dí el manto y se giró para desatar a Isabel. Cuando le quitó el saco de la cabeza vi su rostro asustado.
-Toma el manto, y ahora vete y déjanos en paz, maldito asesino ¿porque mataste a mi madre? ¿Porque?
En ese momento, me transporté a un recuerdo lejano, mi madre cosía en su vieja butaca hecha de madera mientras me mecía. Fue un acto reflejo, disparé. Disparé a ese monstruo, le dí en el brazo, el bajó junto con Isabel, y se me acercó. Se cubría su brazo con la otra mano, cuando la quitó estaba empapada en sangre. Desesperado buscó en su saco y sacó una pala yo huí. Huí, corrí como si no hubiera mañana mi abuela me intentaba seguir mientras decía: -Para, espera, Amapola, ven aquí. Yo seguí, corrí hacia los árboles, me escabullí tras los matorrales, un asesino me perseguía yo misma le había herido. Oía tras de mí el galopar de aquel caballo negro.Me escondí tras un robla alto con un tronco ancho cubierto con unos matorrales. Todo había pasado. Cuando fui a reposar la cabeza me sentí a salvo. De pronto oí unos pasos, y cuando giré la cabeza alguien me dio un fuerte golpe con algo.
Quedé inconsciente, en medio de aquel bosque. A la mañana desperté, se hizo de día. Me toqué la nuca y sentía un gran dolor, al principio no recordaba nada, pero luego recordé lo que había pasado esa horrible noche.
-Por fin estás despierta querida chiquilla- oí
-¿Quien eres?- pregunté aturdida
-Soy Francisco, vine aquí a noche y  te encontré. Puedes estar tranquila tu abuela, está a salvo.- dijo mientras me ponía en pie
-Gracias le doy. En ese momento vi algo aterrador. El llevaba un tiro en el brazo. No podía creerlo, no podía creer que el fuese el lobo.
-¿Estás bien? Amapola, te veo algo pálida- me dijo
-¿Cómo te hiciste eso?, ese disparo quien te lo hizo.- le pregunté
-El lobo me atacó. Salí de mi casa porque quería dormir bajo las estrellas, oí unos gritos y fui tras el ruido, cuando de pronto vi como ese asesino te azotaba un buen golpe fui tras el y me hirió en el brazo.No pensarás que soy el lobo ¿verdad?.
-No pienso eso si no... ¿hacia donde huyó ese asesino cuando os enfrentasteis?
-Huyó por ahí- dijo señalándome a lo más profundo del bosque
-Amapola, juro por lo más sagrado que yo no soy el asesino que buscas.
-Bueno, he de irme. Imagino que mi padre estará preocupado.Gracias por todo

Él era el principal sospechoso, aunque... me daba la sensación, algo me decía que él no era capaz. Era pronto para saberlo. Cuando llegué a casa mi padre estaba a la mesa esperando a que llegase.
-!Amapola! Por Dios bendito, creí por un momento que te perdería a ti también- dijo mientras me abrazaba
-Lo siento padre, no lo volveré a hacer.
Cayó la tarde y estuvo durmiendo durante un buen rato. La noche había sido muy dura. Y ese hombre, ¿sería el lobo?, yo confiaba en él, es como sí le hubiera conocido antes... Pronto anocheció, no pude dormir, era otra noche de lluvia pero al final, pude cerrar el ojo.

-Ahora es mi turno, Amapola debo ir por el lobo. Iré ahora que está dormida.